25 noviembre, 2008

Último capítulo

Martes, 25 de noviembre de 2008

El viernes cerré el último capítulo de una historia que comenzó hace unos meses (me recordaron la fecha exacta y apenas faltan tres días). Algunos puede, la mayoría no, conoceréis a mi "pececito". Siento no tener fuerzas ni ganas de volver a resumir la historia. Lo siento, no duele pero se me hace pesado. Sin embargo puedo decir sin lugar a dudas que el último capítulo se ha cerrado e incluso se ha pasado la tapa trasera, ésa en la que aparece el código de barras.

Como todos los años, antes de la campaña de Navidad, mi empresa monta una convención para responsables de tienda y una fiesta por todo lo alto para quien quiera apuntarse. Llegé (tarde) gracias a un compañero de Bilbao que también se apuntó y nada más entrar en la discoteca mis sentidos se pusieron alerta. Quería pero temía encontrármelo. Por suerte aparecieron primero mis compañeros de zona. Gracias a Agus (el gran Agus, Dios le bendiga por siempre) no dejé de sentirme arropado en toda la noche. Pero llegó el primer contacto. Creo que nunca he sudado tanto sin hacer ejercicio o echar un polvo. La tensión hubiese hecho avergonzarse a las cuerdas de un violín. Fueron unas cuantas frases más que típicas y tópicas que te dejan con la sensación de que acabas de ser protagonista de una escena del peor melodrama del cine. El peor de todos.


No quedó más remedio que hacer de tripas corazón, ya que estaba en una fiesta y con más gente. Y quise pasarlo bien, me esforcé de veras (mucho, dada la mala organización del local y sus camareros). Las copas iban entrando en mi cuerpo y haciendo efecto, porque sentí que poco a poco me despreocupaba de todo. Y de nuevo coincidimos en grupos cercanos. Y supongo que esta despreocupación que me embargaba y las ganas de quemar mi último cartucho me animaron a acercarme con una actitud bien diferente. Puse mi mejor sonrisa y me miré directamente a los ojos. Le dije si podíamos empezar a hablar de nuevo, sin tensiones. Sonrió como cuando conseguía que me derritiera y la conversación fluyó sola. Así me enteré que lleva ocho meses con alguien (cosa que me dejó un tanto descolocado, ya que nosotros lo "dejamos" un mes antes), que nuestros cuatro meses habían sido para ambos más que felices y estupendos, que cuando aventuré que podría trasladarme a Vigo se acojonó de mala manera... Más o menos todo quedó dicho, al menos lo esencial. Yo iba a quedarme con las ganas de verlo desnudo y besar su suave piel pálida, pero me llevé el consuelo de que se había puesto el slip que le regalé por su cumpleaños (creo) porque estaba convencido de que nos íbamos a ver esa noche. Me lo enseñó por encima del pantalón. Abrazos, dos besos. Fin de la conversación. Agus se acercó a recoger mis pedazos un tanto flipado por el giro de los acontecimientos. Ya se lo explicaré, pero sé que se alegra de que yo esté bien.


Qué más puedo decir acerca del súbito agujero negro que tenía dentro del estómago. Aún tenía y tengo que asentar unas cuantas cosas, pero decidí que no me haría daño a mí mismo y no le concedería un sólo pensamiento que me cogiera pellizcos en el corazón. Ahora ya no tenía sentido. Y me lancé de nuevo a estar con mis compañeros. De este modo incluso tonteé con un compañero que resultó ser una sorpresa muy agradable y atractiva, pero su pareja estaba en la fiesta y aunque el deseo era algo mutuo, era mejor no liar las cosas (sobre todo las mías). Y de nuevo el gran Agus, no sé si conociéndome o por indicación, me presentó a un conocido suyo de Barcelona que tenía el deseo en una mirada que me desnudaba salvajemente. Y ahí operó el cambio. Puse el parche y el dolor remitió. Como resumen diré que fuimos a Chuca a las seis de la mañana con todo cerrado, pero fue muy muy divertido. El parche anulaba el dolor, el parche me ayudaba a no recordar.


¿Más? Hay más. Volví a Logroño en bus el sábado y en la parada técnica de Soria coincidí con alguien que conozco de vista pero que resulta interesante. Otro parche. El hecho en sí de haber establecido contacto era un bálsamo que me relajaba y satisfacía. Era un punto a mi favor, un banderín en la cima del Everest, un castillo conquistado con mayor o menor satisfacción. Y de Soria a Logroño no pude dormir (pese al sueño que tenía) dándole vueltas a este tema. Los parches. MIS parches. De momento los voy a utilizar en la medida que pueda para mitigar el dolor que pueda sentir en un momento dado. Sin embargo...

... Sin embargo a veces me siento como un adicto a estos parches. Con el paso de los años me he acostumbrado a lo fácil que es buscar uno y ponértelo en la piel para que el dolor o los problemas se evaporen temporalmente y el placer inmediato nuble el horizonte gris que no quiero ver. No huyo de mis problemas, pero durante unos momentos me escondo en hacer algo que sé hacer y creo que no del todo mal. Y que nadie me pida que lo deje, porque puedo hasta justificarme. Como los adictos. Aunque por suerte no necesito más según pasa el tiempo, me temo que iré corriendo más riesgos para conseguir mi propia droga. Para mitigar el dolor, para olvidar los problemas, para superar el día a día. Y además con cierta variedad, porque los parches se gastan y hay que reponerlos.


La emoción de la caza, el juego, la seducción... Soy un adicto. He cerrado un capítulo de mi vida, pero me temo que estoy empezando a escribir otro, mucho más introspectivo, tan críptico que sólo yo puedo entenderme. Como siempre.

15 noviembre, 2008

Follamigos

Sábado, 15 de noviembre de 2008

Decía Leopoldo Alas (Clarín no, el otro, el riojano) en su obra "Los amores periféricos" (que os recomiendo leer como reflexión seria y trabajada acerca de los diferentes tipos de amor), que "un polvo no se le niega a nadie, y quien lo hace comete crimen de lesa humanidad". Conocida mi "generosidad" en este sentido, estoy al 99% de acuerdo con esa afirmación. El 1% restante lo conforman esas ocasiones en las que no habrá placer alguno, ni antes, ni durante ni después del hecho en sí. Pero al menos que haya algún placer, coño!


El caso es que un día cruzó por mi mente la idea de por qué lo "follamigos" funcionan tan mal cuando parece una solución perfectamente aceptable en el mundo en que vivimos. Una relación así ofrece sexo ilimitado pero sin compromiso, una relación de cierto tipo pero sin ataduras asfixiante, complicidad natural sin el artificio de mantener las formas. Muchas veces los "follamigos" surgen cuando dos personas se conocen, follan y se dan cuenta de que además se caen bien. No sólo repiten, sino que además quedan fuera de la cama (o el sitio donde gusten) y lo siguen pasando bien. O bien son dos amigos que un día deciden echar un polvo y quedan satisfechos. Y de vez en cuando repiten. Vamos, que suele ser algo imprevisto y que nace de la forma más tonta.


Los follamigos suelen durar un tiempo variable en sus aventuras. Es divertido, es excitante y además puedes comentar la jugada con confianza al terminar. No tienes que llamar a nadie por teléfono para dar explicaciones: lo ha vivido en primera persona. Y la cosa funciona porque además buscan satisfacerse mutuamente, sin ser del todo egoístas. Conocen los puntos débiles del otro, dónde tocar para hacer gemir y dónde no tocar para no estropearlo. Por las noches hablan de hombres (porque, lógicamente, yo estoy hablando desde un punto de vista gay), los que les gustan, los que no y los que ya se han llevado al catre. Amigos con derecho a roce... Bueno, o a traje de saliva.

¿Dónde está el punto de inflexión en el que la cosa empieza a desmoronarse? Varios factores, imagino. Uno de ellos es que se acaban cansando y la situación revierte en una amistad sin sexo o ni tan siquiera amistad. La pasión termina tarde o temprano y no hay una obligación "marital" de seguir adelante. Tú a tu casa y yo a la mía. En otras ocasiones, más complicadas, una de las partes se acaba "enganchando" demasiado de la otra. Es un problema, porque lo que era algo sencillo, básico y sin lazos, se convierte en celos, broncas y mosqueos. La amistad se empaña y acaba por reventar en mil pedazos. O dos mil. Suele ser el final más triste. Por otro lado, el final más feliz pero el menos habitual resulta en el inicio de una hermosa relación que durará lo que tenga que durar, pero con las características habituales de una pareja. Fueron felices y comieron perdices. O pollo del Carrefour, que es un poco más barato.


A mí los follamigos me han durado siempre poco. Debe ser porque soy Leo, soy puro fuego y quedarme quieto en el mismo sitio me cuesta horrores. Suele ser un problema porque me consta que he podido perder por el camino grandes amantes y mejores amigos, pero es algo que debo trabajar en la intimidad para conocer las verdaderas causas. Estoy super-a-favor de los follamigos como medida intermedia entre la amistad y algo más, porque considero que dos amigos que echan un polvo o incluso hacen el amor, no deben preocuparse de que su situación y relación cambie a no ser que ellos mismos lo deseen. El sexo, fríamente, es sólo sexo. Si yo me cojo la borrachera de mi vida con un amigo (por ejemplo con tres botellas de licor chino, una de crema de orujo, etc)... ¿Nuestra relación cambia? Si yo comparto una tarde muy íntima, muy personal, muy de confidencias con un amigo... ¿Nuestra relación cambia? No, de hecho es posible que mejore, incluso. ¿A peor? ¿Por qué? ¿Qué le vemos al sexo que da la impresión que puede empañar toda relación que exista entre dos personas que no sean pareja o meros amantes? El sexo es sólo sexo. Así que dejémonos de bobadas culturales y heredadas, por favor!

11 noviembre, 2008

Ciao Firenze!

Lunes, 10 de noviembre de 2008

J. (la estrella invitada de la última convivencia, os acordáis?) me lo lleva pidiendo casi desde antes de que me fuera de vacaciones y Sufur también, pero me temo que no podrá ser como él quiere, porque voy a hacer uno de mis habituales comentarios después de los viajes. Voy a criticar todo lo criticable y a ser frívolo a más no poder. Así que listos para escuchar mis comentarios sobre... FLORENCIA!

Florencia, ciudad italiana de la Toscana que floreció en el Renacimiento y... Blablabla. Todo eso está en la wikipedia, pero ahí no hablan del siguiente listado de cosas... Esperemos que esta vez no aparezcan tantas florecillas como siempre...

  • Idioma: es cierto que el italiano y el español son idiomas primos-hermanos, pero no os dejéis engañar. Tuvimos la suerte de pasar bastante tiempo con una pareja de florentinos que fueron muy amables con nosotros y pudimos compartir grandes momentos en los que todos nos esforzábamos por comprender al resto. Nosotros hicimos alarde de valentía e intentábamos hablar algo en italiano. En resumen: completo desastre. Pero fue divertido imaginar cómo se diría una palabra, italianizarla y que los nativos se te quedaran mirando con cara de seta.
  • Forma de conducir: un caos. Total. No es que sean osados, no. Es que parece que van solos por la carretera, que además debe medir como 100 metros de ancho y no lo aparenta. Los ceda el paso son algo que les ocurre a otros, los intermitentes deben llevar fundidos años, las rotondas son un juego de azar... Y como peatones, tres cuartos de lo mismo. Cruzar una calle es casi jugarse la vida. Incluso con el semáforo en verde! En fin, una experiencia única.
  • Comida: deliciosa. También es cierto que yo tengo un paladar poco exquisito, pero aún así no puedo quejarme. Nos hay ayudado nuestros amigos florentinos al llevarnos a restaurantes o locales donde se podían degustar platos típicos de la zona. Eso sí, tampoco hay que alarmarse, que el bistec a la florentina no era más que un cacho de carne poco hecho y la ternera era al vino como la hace mi madre en casa.
  • Metrosexuales: porque o bien había más gays que en el Orgullo en Chueca o bien los tíos se arreglan tanto que parecen maricones perdidos. No estábamos cada dos por tres girando la cabeza, pero había cada uno que quitaba el hipo. Muy monos, muy divinos y con un amigo al lado de las mismas características. Gays? Heteros? Vete a saber! Con tal de que les miraras con deseo, me temo que les resultaba suficientemente satisfactorio para su egos.
  • Visitas culturales: o cómo dejarte más pasta que en una noche loca de copas. Porque cada museo tenía su entrada y no había bonos ni nada parecido. Para tener descuento o eras jubilado o tenías menos de 25 años (pese a lo que digáis, no cumplo ninguna de las dos condiciones). Subir a la torre de Pisa eran 15 euracos como 15 soles. La Academia, los Uffici, las iglesias... En todos los sitios había que aflojar la cartera. Así hemos vuelto, con más números rojos que la ruleta de un casino.
  • Arte y erótica: porque en el Renacimiento eran un poquito... En fin, que es verdad que yo siempre tengo la mente calenturienta, pero no me digáis que no hay esculturas en ciertas posturas que... Y no sólo eso, el cuidado de las formas en, por poner un ejemplo tonto, el culo representado, hacía que mirar una escultura tuviera mucho más interés. Y no voy a hablar del culo del David, porque el Poseidón de la Plaza del Palazzo Vecchio tiene su miga. Y Hércules, que los Medici lo tenían como su patrón, también tiene un culito que... mmmmm...
  • Porcellino: lo mismo que Canaletas en Barcelona, Km. 0 en Madrid o Trevi en Roma. Le tienes que tocar el morro al jabalí para volver a Florencia. Pero ya que estábamos, pues no sólo le tocamos el morro... Una imagen vale más que mil palabras. Ahora creo que es el jabalí el que quiere que volvamos nosortos a Florencia otra vez...
  • Italianos: son unos mamones. Bueno, estoy generalizando, pero es que me dolió mucho muchísimo que un par de ellos tuvieran el valor de echarme.... 38 AÑOS!!! Vale, aparento más, pero... había que ser tan cruel? Mecagoenlosmenguesfritos! Sigo picado, qué pasa!
  • Guiris: es decir, nosotros y el resto de extravagancias que pululaban por la ciudad. Los japoneses cumplian el estereotipo a la perfección con sus cámaras, pero la palma se la llevó una rumana choni! Hipermegafuerte! Su gorrita plateada, su minifalda, sus botas hasta la rodilla plateadas también... La vimos un par de días y nos faltó el tiempo para hacerle una instantánea disimulada. Por favor, si ella llega a ver esta imagen y le molesta, que me lo diga y la retiro al instante.
  • Policía: es que tampoco pude contenerme, porque los trajes de la policía local no tienen desperdicio...

Desde luego las explicaciones se quedan un poco cortas, porque cada momento tiene su cosa, pero os tendréis que confirmar con esto. Quienes estén dispuestos a aguantar dos horas de fotos, pueden pasarse por casa. Nosotros ponemos las palomitas y el agua. Quienes no estén dispuestos, ellos se lo pierden. Aún así recomiendo encarecidamente a todo el respetable que acuda a visitar esta bella ciudad, porque merece la pena enormemente.


Y dado que no ha habido mucha "chicha" y que hace tiempo que no actualizo, en breve tendremos otra entrada más... Más mía, para que nos entendamos (no Sufur, no voy a hablar de sexo a niveles de película porno, para eso ya tenemos el messenger tú y yo).