05 marzo, 2009

Racismo

Miércoles, 4 de marzo de 2009

Yo sé que lo que escriba hoy posiblemente no me haga ganas demasiados amigos, pero es algo que tengo en mente desde hace tiempo y dado que me he comprometido conmigo mismo a escribir al menos una vez por semana, me parece adecuado.

Siempre me han enseñado que hay que respetar y aceptar a los demás como son. Después aprendí que la gente no me respetaba a mí por ser simplemente yo mismo. Yo he aceptado que los que piensan que mi forma de sentir, de amar y de disfrutar con quien disfruto en la cama es algo malo, desagradable o enfermizo sólo tienen un problema: ellos mismos. Con lo cual, cualquier tipo de discriminación siempre me ha parecido retrógrada y reprobable.

Desde que entré a trabajar en Phone House me ha tocado lidiar con todo tipo de clientela, como es evidente. Sin embargo la más abundante es la variopinta mezcla de nacionalidades que tenemos en Logroño. Pakistaníes, marroquíes, rumanos, búlgaros, rusos, ganeses, bolivianos, ecuatorianos, venezolanos... Cada cual con su cultura y sus particularidades idiomáticas. Y es aquí donde comienza la parte menos lógica.


Lo que al principio era una mera sorpresa y tal vez una pequeña molestia, ahora me irrita profundamente. Por ejemplo, a veces me deja un tanto estupefacto, que haya tal cantidad de extranjeros que no sepan las palabras mínimas para una conversación básica en un comercio, pero sí tengan su permiso de residencia, su cuenta bancaria y sus tres líneas de contrato. Siempre viene el amigo "traductor" y mantienen sus conversaciones ocultas tras un idioma que no me da ninguna pista para poder ayudarles o corregirles en caso de que estén en un error acerca de lo que acabo de explicarles. Si son más o menos duchos en nuestro idioma, tienen la fácil salida del "yo no entender muy bien". Sin embargo toda la explicación anterior ha sido muy fluida. Ah, que es porque ahora te estoy explicando las condiciones menos buenas, no?

Gente mala hay en todas partes. Nacionales y extranjeros, sin duda alguna. Sin embargo, hay un grupo concreto de rumanos a los que ya sólo nos falta saludarles con la mano cuando entran a la tienda. El cómo hacen y para qué los fraudes que hacen casi que prefiero obviarlo, sería demasiado coñazo. Pero eso sí, hacen fraudes con las líneas telefónicas. Y además, cuando les pides la documentación que se le pide a cualquiera, se ponen hechos una fieras porque eres malo porque son extranjeros. Curioso, el otro día uno me llamó en un perfecto español "maricón". El malo soy yo y el que no habla español es él, no?


Y lo que más me está quemando últimamente, que supongo que es por lo que este tema me trae tan de cabeza. Desde hace unos meses tengo un piso alquilado a dos familias rumanas. En principo, pese a las inquietudes de padres y conocidos, no hubo problema con los pagos. Salvo cuando llegó el primer recibo del gas, que pensaban que corría de mi cuenta. Y el siguiente de la luz... Hablando nos entendimos y lo pagaron. Pero es que el siguiente fue de gas de nuevo y ascendía a 400 euros! Y de nuevo el de la electricidad. Y esta semana hemos estado hablando. El inquilino que estaba deja el piso pero entra un amigo suyo. Cuando quedamos todos para hablar... sorpresa! El de los fraudes y el que me llamó maricón. La velada perfecta, vamos. Resumiendo de nuevo: ha sido una semana (tres días, pero somo si hubieran sido veinte) de continuas llamadas, retrasando los pagos, que me voy, que me quedo, yo con la imagen de todos los fraudes que hacen con los móviles, hasta han hecho que me llame el (presunto) jefe de una de las mujeres como garante de pago... Yo no he podido más y este es el último mes que están en mi piso. Lo siento, pero no me fío.

Y ahí entra mi duda. Yo no acabo de considerarme racista. No quisiera serlo, pero es que ahora me da no sé qué volver a alquilar el piso a alguien extranjero. La comprensión del idioma se encurentra serias barreras (sobre todo cuando no quieren entender), las diferencias culturales son enormes y mis antes desconocidos prejuicios empiezan a hacer demasiada mella. Es simplemente una reordenación de mis valores personales, pero me tiene algo inquieto.

¿Me estoy volviendo más racista de lo que yo pensaba que era?


2 comentarios:

Sufur dijo...

No creo que te estés volviendo racista, pero si lo hicieras no sería tan raro.

Me explico: no lo digo porque crea que debas volverte racista, sino porque parece ser una tendencia muy extendida entre la peña.

Por un motivo u otro, la mayor parte de la gente al envejecer va evolucionando (¿involucionando?) hacia posiciones más conservadoras, no en el sentido político sino en el sociológico de la palabra. Envejecemos y nos volvemos menos flexibles, y al mismo tiempo nos sentimos más amenazados por las cosas que suponen cambios en nuestro entorno. Esto es: por lo diferente.

A todos nos pasa eso.

Tendrías que ver a mi ex-amigo B., tan rojo él, tan comprometido con las publicaciones marginales de la izquierda revolucionaria y con las causas progresistas, echando pestes de los "sudacas" (en sus propias palabras) que van a su consulta.

Ahora bien, ¿es inevitable que nos volvamos así? No lo creo. Mi jefe tiene sesenta y un años y la mentalidad de un veinteañero. Él me dice que todos los días hace ejercicios de flexibilidad mental, y no se refiere a que haga cálculos mentales precisamente...

Besos

Sísifo de Éfira dijo...

No consigo ser capaz de apreciar las actitudes adoptadas por la masa. Antes bien, las desprecio profundamente porque suelen obedecer a una renuncia del individuo a su propio criterio. El tener reparos contra las personas de otro lugar me parece una de esas actitudes. No necesito más que repasar las que hacía yo cuando viví en en extranjero, mezcla de mala comunicación y picardía. Entonces es cuando entiendo que haya aquí gente a la que le importamos muy poco este país y tú y yo. ¿Qué pasa con todos esos rubios rosaditos que tras años aquí no son capaces ni de comprar el periódico? Siempre tiene peso el color de la piel, y eso lo dan los genes.
Sí, es racismo. No caigas en eso, no es digno de tí.