31 diciembre, 2006

Y en el reloj de antaño como de año en año...

Domingo, 31 de diciembre de 2006

Es lo típico. Hoy es el día en el que se mira atrás y se hace un recuento de los doce meses que han pasado y los otros doce que tenemos por delante. Y supongo que por no ser el raro tendré que hacer algo similar o será como si rompiese esas terribles y apocalípticas cadenas de cartas o mails que tanto odio.

Esta tarde, en una de mis brumas mentales de mi larga siesta (anoche apenas dormí gracias a un par de partidas de La Fuga de Colditz) me he dado cuenta de que el ser humano tiene una necesidad imperiosa de medir el tiempo. Y no sólo el que está por venir para poder prevenir acontecimientos y tener puntos espacio-temporales comunes con otros seres humanos. Nos encanta medir el tiempo pasado, tomarle completamente las medidas y saber dónde almacenarlo por si lo necesitamos para más tarde. No podemos dejarlo ir, con todos los recuerdos y las cosas pasadas porque si lo desecháramos, sería como si no hubiera sucedido. Uno de los ejemplos más claros es éste blog, que me sirve de vez en vez para repasar lo que me ha ocurrido a lo largo de estos meses. Tal vez es un buen ejercicio de automortificación para que no nos olvidemos de las cosas malas (los pesimistas) o las buenas (los optimistas) que nos han ido pasando. Yo no voy a hacer un gran repaso o estaría horas escribiendo.

Este año hubo básicamente una gran crisis personal que superé como pude, como hacemos todos en estas ocasiones. Pude haber tomado decisiones más equivocadas, pero finalmente haciendo uso del consejo que más veces me repitieron ("deja que fluya") pude nadar hasta una orilla del inmenso océano en el que yo mismo me había sumergido. Al mismo tiempo mi vida cambió radicalmente con la mudanza y el inicio de la vida en concubinato, una experiencia por la que todos pasamos tarde o temprano. Son dos hechos que han marcado muy mucho mi día a día y que aún siguen marcándolo en algunas ocasiones, pero no voy a hacer del pasado mi carretera hacia el futuro. Han sido dos hechos muy importantes, repito, posiblemente algunos de los que marcan para siempre, pero no me van a lastrar en absoluto para seguir avanzando. Soy de los que creen que las experiencias deben ayudarnos a avanzar, pero sin que estén presentes en nuestra vida de continuo o solamente nos entorpecerán la vista.

El año que entra siempre viene cargado de posibilidades y eso lo hace más interesante, pero no quita para que haya que trabajar para que las posibilidades se conviertan en realidades. Entre ellas se encuentran la de cambio de trabajo (complicado, pero hay que insistir), buscar una casa para mí (en previsión de futuro), tal vez comprarme un coche (para tener más libertad de movimiento) y un montón de menudencias que pasan a un segundo plano. Son tres objetivos un tanto materialistas, pero desde luego es lo que hay. Muchos otros ámbito de mi vida, los más "espirituales", están suficientemente cubiertos a día de hoy.


Y para terminar y dado que ya voy a llegar tarde a cenar, es evidente que tengo que desearos un Feliz Año 2007 y que tengáis cuidado con las uvas de esta noche, que las pepitas las carga el diablo. Mil gracias por seguir acompañándome día a día y línea a línea.

27 diciembre, 2006

Camino al final del año.

Martes, 26 de diciembre de 2006

Esta mañana, pensando en el blog y las erráticas actualizaciones que tengo desde hace un tiempo, me he dado cuenta de que hace mucho que no me enfrasco en una reflexión seria y convincente acerca de algún tema banal que no me lleve a ninguna parte, pero que me permita desentrañar los misterios de la vida misma. He tenido un par de momentos luminosos mientras paseaba y hacía algunas de mis compras navideñas, pero, como siempre, mi mente cambia de conversación consigo misma a la velocidad del rayo. ¿Será que me estoy haciendo mayor o es que estoy tan atento a todos los detalles de la vida que no puedo centrarme en uno solo?


En fin, sé que es un tema muy manido, pero me ha vuelto a la cabeza con una sola imagen. Una pena que me haya dado tanta vergüenza sacar una foto aunque fuera con el móvil. Pues al pasear por uno de los centros comerciales de Logroño, al pasar delante del escaparate de Bershka he tenido que volver sobre mis pasos para asegurarme de que lo que veía no era una ilusión de mis sentidos. A punto he estado de entrar a preguntar qué talla tenía el esquelético maniquí para poder cerrar la boca que se me había desencajado. Me he quedado mirándolo un rato y dándome cuenta de súbito de lo jodido que tiene que ser querer entrar en un traje de tan minúsculo tallaje cuando se tiene un cuerpo, no digo ya con unos kilos de más, sino simplemente normal. Era un traje muy, muy, pero que muy ceñido dejando bien claro que si tienes unas tetas puestas en su sitio y que sobresalgan algo del pecho, te puedes dar por jodida, nena. Y si tus caderas no tienen un contorno inferior a los 40 cm vas a parecer un saco de patatas con lentejuelas y un bolso a juego. Pero nooooooooooo, qué va, que no estamos promoviendo la anorexia entre las jóvenes de hoy en día. Es porque yo me había colocado la lentilla mal esta mañana y lo veía todo distorsionado.

¿A quién pretenden engañar? Es bien sabido y comentado, que el culto al cuerpo es ya una religión en sí misma, pero en este caso no te prometen salvación en la siguiente vida, sino adoración en la presente. Para ello, como en toda religión, se te exigen innumerables sacrificios para contornear tu aspecto exterior hasta adaptarlo a los cánones de belleza reinantes marcados por las revistas y los estilistas de moda. Y aunque es evidente que la belleza siempre es apreciada y agradecida, no hay por qué hipotecar tu propia vida en aras de una figura perfecta... Al menos para algunos. Supongo que uno que ya es perro viejo y se ha relacionado con los cuerpos más perfectos (bueno, tal vez exagero un poquito, pero algún modelo ya hay en mi haber) y los más imperfectos (empezando por el mío propio) y conoce de primera mano los esfuerzos necesarios por sufrir una dieta adelgazante, una prenda que no te cabe y una exigencia exterior para que te quites "esos molestos michelines". Y hoy en día, aunque sé apreciar y no rechazo un cuerpazo de los que abundan en los gimnasios de grandes cristaleras, soy de los que creen que mejor una buena barriguita con cara sonriente que una musculoca más preocupada de las horas que pasa en su gimnasio que de tener algo de masa gris dentro del cráneo. Insisto, no voy a ir de adalid de nada ni nadie, pero sinceramente, los cuerpos musculados me parecen demasiado artificiales como para ponerme cachondo en dos milésimas de segundo. Al fin y al cabo, cualquiera con algo de voluntad y dinero suficiente para pagar una cuota mensual puede conseguir con el tiempo adecuado los mismos músculos que alguno de los chulazos que adornan las carrozas del Orgullo Gay.

Sé también que es una batalla inútil y que poco se puede hacer desde tan abajo, pero mi pequeño granito de arena es éste: a todas mis amigas y conocidas con cierta confianza, cuando se ponen guapas de verdad, con sus michelines o su tripita o lo que tengan, les hago ver que van estupendas. "Te sienta bien ese jersey" o "me gusta cómo te queda ese peinado" no son una muestra de hipocresía. Al contrario, realmente están guapas si se arreglan con lo que tienen y le sacan partido. No ajustarse al tipo de chicas que aparecen en las pasarelas tampoco es un crimen. Y si no, que me lo digan a mí.

24 diciembre, 2006

Feliz Noche de la Vigilia de los Puercos

Domingo, 24 de diciembre de 2006

Y el que no lo entienda es que no es un friki de carné. Porque esta noche es la noche en que Papá Puerco se da un garbeo por todos los pueblos del Mundodisco para... Bueno, que no, que no voy a contaros toda la historia, sobre todo porque algunos podrían darme mil vueltas (y no miro a nadie...).

En este país de raíces más católicas y herencia medievoromana lo llamamos Nochebuena y es típico cenar en familia. A no ser que tengas un turno de noche, seas un apátrida o hayas decidido tener tu propio calendario y hoy toque celebrar al patrón veraniego de tu pueblo. Pero en mi caso, es la primera Nochebuena en la que (espero) después de cenar volveré a MI casa a dormir sin necesidad de esperar a mis padres para que me lleven en coche. Mañana me despertaré (solo) en mi cama pero tendré la casa entera para mí mismo. Y por la tarde llegará Javi y estaremos solos (al menos una parte) y habrá amor y corazoncitos y esas cosas que salen en los dibujos animados cuando dos personas se quieren y tal.

Ya veremos cómo va la cena, pero este año somos unos pocos menos. Voy a intentar darle algo de animación con unas horterísimas corbatas para nosotros y unas boas de plumas rosas para ellas. Además este año, como mención especial y digna de destacar, me han permitido hacer el postre. A mí. Solito. Llevo flan de queso, receta del novio del soldadito valiente, pero que me ha quedado un poco... En fin, no diré nada y a ver si no les disgusta demasiado y tal vez pueda llevar entremeses a la cena de Nochevieja.

Estoy especialmente animado. No sé por qué. Tal vez sea la idea de cenar con la familia, en un ambiente distendido y divertido, con mis primos pequeños petardeando por ahí y siendo el nieto mayor presente. Tal vez influya que desde que estoy "emancipado" veo menos a mi familia y en el fondo les añoro un poco. Y cada vez que nos juntamos olvidamos un poco las pequeñas rencillas que haya y pasamos un buen rato juntos, que para enfadarse siempre hay tiempo, pero para disfrutar, cada vez nos queda menos. Una pena que falten esta noche mis tíos Rivero, porque él es "radio macuto" y nunca hay silencio cuando él está en una mesa. Habrá que compensarlo de alguna manera...

Y para terminar, tal y como había prometido hace tiempo, os dejo con una foto del bonito nacimiento que tenemos en casa. Quien viva por aquí cerca, está totalmente invitado/a a verlo en todo su esplendor. ¿A que es mono?

21 diciembre, 2006

En plena campaña de Navidad

Miércoles, 20 de diciembre de 2006

Ya estamos metidos en plena campaña y a cuatro miserables días de la Navidad y... Chico, quién lo diría. Es evidente que hay más trabajo que hace un mes, con más clientes y golpes puntuales con la tienda llena pero...... Ni punto de comparación con el año pasado, de verdad de la buena (que dice el comercia de la nueva compañía de móviles).

Yo iba profundamente mentalizado acerca del agobio que iba a sufrir, las largas horas atendiendo gente, el regreso a casa machacado y con la garganta destrozada de tanto hablar. Sin embargo la cosa está yendo de forma más relajada, las 10 horas de curro diaria son hasta llevaderas (pero esto que mis jefes ni se enteren) y hasta estoy llegando cómodamente a los objetivos mínimos que nos marcan (este mes algo mayores por tener más afluencia de personal). En resumen, que si no fuese por los adornos navideños, las cercanías de las grandes ocasiones familiares y mi agobio por no tener regalos para nadie comprados, casi se diría que es un mes más en una época del año cualquiera. Y pese a que siempre puedo poner la excusa que a menos clientes, menos comisiones, lo digo por exagerar, porque si la cosa sigue así, los 300 euros no me los quita nadie. Vamos, estoy yo como para no querer cobrar un poquito más.

Mientras tanto, con la gente dándose lujos en la tienda para satisfacer su necesidad consumista, con las compañías de telefonía frotándose las manos con la gran oferta de navidad en llamadas, con los pobres vendedores sonriendo pese a que preferirías pegarle un tiro en la sien a la clienta patarda de turno... ¡Feliz Navidad, qué coño!


Pd.- Yo tenía una imagen muy bonita para amenizar la corta reflexión de hoy (para que algunos no se quejen de lo que me enrollo), pero parece que estamos de que no nos dejan subirla. Otra vez será, se siente...

18 diciembre, 2006

Un domingo cualquiera

Domingo, 17 de diciembre de 2006

Y no, no es que haya visto la película de Cameron Díaz ni nada por el estilo, simplemente que ha sido un domingo cualquiera. Aunque la sutil pero verdadera diferencia es que no me tocaba trabajar y eso le ha dado mucho juego y posibilidades.

Hemos estado comiendo en casa de mis padres para celebrar el (pasado) cumpleaños de mi padre. Los cinco como una familia de lo más natural, con Javi algo nervioso por estar con sus suegros y yo feliz de disfrutar con ellos de un buen rato. Y la conversación, también una conversación de un domingo cualquiera me ha dado para pensar en varias cosas y sacar conclusiones muy interesantes.

Debo agradecer algún día a mis padres el ímprobo esfuerzo que han hecho para aceptar sin demasiado drama ni tampoco desapasionamiento el hecho de que sea homosexual, tenga un novio y que lo introduzca en la vida familiar (¿cuántas veces he puesto ya esta palabra en tres párrafos?) como si de uno más se tratara. Desde luego siempre di los pasos contando con su consentimiento explícito o implícito, sin imponer nada más allá de lo que ellos estuvieran dispuestos a aceptar. Pero aún así me consta que han tenido que reestructurar su plan de vida y siempre con intención de que yo fuera feliz como objetivo primordial. Mi madre, que siempre se ha encargado de una forma más directa de la educación de sus hijos, no me ha criticado nada que haya dicho o hecho respecto a mi forma de vivir mi relación y las decisiones que he ido tomando. Lo hemos hablado de esa manera concisa y seca que tenemos de hablar las cosas, pero siempre de modo informativo, ella respetando con mejor o peor cara y yo dándole a entender que formaba parte de mi decisión, aunque sin muchas concesiones.

Sé que tengo mucha suerte porque otras familias han sufrido una terrible sacudida con este tipo de situaciones y las cosas no han vuelto a ser igual (de buenas, me refiero). Por eso me siento orgulloso de cómo están las cosas en mi casa, cómo lo llevamos todos y del apoyo recibido por diferentes frentes en los días "D". Pero no por ello me convertiré en adalid de la salida indiscriminada del armario de todo hijo de vecino. Cada cual conoce la situación en su casa y cómo afrontarla. Los amigos estamos para escuchar, apoyar y felicitarnos.

16 diciembre, 2006

El borracho del barrio

Viernes, 15 de diciembre de 2006

Yo creo que ya van tres veces esta semana. Y las que te rondaré, rubito. El hombre me ha cogido cariño y en cuanto tiene una duda se presenta con sus gafas de sol y su móvil en la mano. El primer día pensaba que era un hombre "corto de entendederas", pero mis compañeras y mi sentido del olfato me confirmaron que se trataba de alguien que conocía al detalle algunos de los bares de su barrio. Y en una emboscada sin precedentes, me dejaron solo ante el peligro y mi atención y cuidado me han ganado su admiración y atenciones. Y cada pocos días aparece para que le vuelva a explicar por enésima vez cómo meter números en la agenda o cómo borrar un mensaje de texto de la memoria. Una y otra vez.

Inicialmente el hombre me daba algo de pena, alcohólico, en absoluto avispado, con una vida que no será nada satisfactoria... Le atendía deshaciéndome en explicaciones y paciencia para risa y mofa de mis compañeras. La siguiente vez le volvía a aleccionar como se enseña a un niño pequeño, haciéndole repetir lo mismo por si había suerte y se le fijaba en la memoria. Pero según ha ido pasando el tiempo, mi agrio carácter ha hecho su aparición y ya he comenzado a cortarle de raíz cuando me va a repetir una vez más que él no es tonto, sólo un poco torpe. Cada vez que entra por la puerta, en mi interior me dan ganas de gritarle: "no, otra vez no, vete a tu casa tío". Pero cuando se marcha y se me enfría el cabreo, me planteo que tal vez haya sido demasiado duro con él.

En el fondo, muchas personas "especiales" no acaban de regir por sí mismas la mayoría de sus actos. Por lo cual, sus malas acciones no dependen de una mala conciencia ni una mala intención. Para ellos el mundo funciona de diferente manera a la que lo vemos moverse nosotros y hace que sus actos nos resulten extraños cuando menos. Por eso mismo cuando me siento ofendido por lo que hace o empiezo a notar que se me sube la sangre a las venas del cuello, hay veces en las que me planteo cómo me encontraría yo en su situación, sin entender la causa de que quien tengo frente a mí se enfade sin razón aparente o al menos una que yo pueda entender. Eso y más cosas veo en el rostro de estupor del tipo con olor a mucho alcohol en sangre, sobre todo cuando le digo de nuevo que ya se lo he explicado tres veces y que no voy a volver a hacerlo, que tiene que aprenderlo por sí mismo. Y volvemos a su frase tan manida de que es un torpe y que necesita que se lo explique de nuevo.


No considero que sea una persona sin corazón y que no tenga cierta piedad por la gente menos favorecida por la vida, pero tampoco quiero permitirme el lujo de tener un "alumno" fijo todos los días a primera hora de la mañana. Y menos aún para repetir lo mismo una y otra vez. Sonará grosero, inadecuado y algo soberbio, pero tengo cosas mejores que hacer por la mierda de sueldo que me pagan.

13 diciembre, 2006

Un nacimiento

Martes, 12 de diciembre de 2006

Para decepción de algunos, no es que haya habido un alumbramiento de verdad. En realidad es que he tenido el momento consumista navideño mezclado con un toque infantil y aderezado con el picarón bromista que llevo dentro. El caso es que he entrado en una juguetería y le he comprado a Javi esto:


Lo veis bien. Es un nacimiento de playmobil con los Reyes Magos y todo. En cuanto lo tengamos montado (mañana mismo) le hago una foto y la pongo aquí para que lo veáis. Y es que además de reirse mucho, le ha parecido un regalo muy gracioso. Le ha gustado, que es lo que yo buscaba, y dice que además hay que enseñárselo a las visitas, con lo que tampoco lo va a poner por compromiso. Genial, genial y genial. Me encanta hacer regalos que gusten a la gente.


Y es que en el fondo la Navidad (pese al odio intrínseco a causa de mi trabajo), es una época que me encanta. Buscar regalos y detalles para la gente, recorrer tiendas y descartar opciones, ver algo más interesante a mejor precio, envolver... Todo me hace sentirme otra vez como cuando en mi infancia nos daban las vacaciones en estas fechas y disfrutaba con las tonterías típicas del momento. Si no era por ver la cabalgata de los Reyes, era por tener el Belén puesto en casa. Y las cenas familiares multitudinarias, con tanto ruido y algarabía que no sé cómo podía soportarlo. Quince personas en la misma casa dando voces, comiendo, cantando a veces y esperando que llegasen los regalos. Cuando ahora me acuerdo de las veces que me creí que mis padres y tíos iban "al baño", "a la cocina", pero en realidad estaban colocando regalos bajo el árbol, me siento igual de ilusionado. Es como creer en la magia aunque sepas que hay truco.

Pero estoy seguro de que el día 6, cuando me despierte y Javi y yo nos demos los regalos (si hemos aguantado hasta entonces), podré escribir con la emoción a flor de piel, otra vez siendo un niño que cree que los Reyes Magos le han hecho uno de los mejores regalos del mundo: despertarme al lado de la persona con la que quiero envejecer.

09 diciembre, 2006

Niñato insoportable

Viernes, 8 de diciembre de 2006

Como algunos saben y otros tal vez también, soy asiduo visitante de la web de noticias homosexuales Dosmanzanas.com. Para cualquiera que quiera estar medianamente informado acerca de lo que sucede dentro y fuera de nuestrar fronteras a nivel de derechos, actividades, reivindicaciones y demás acontecimientos varios relacionados con el mundo homosexual, es una web casi imprescindible. Para el resto, está bien echar un vistazo de vez en cuando para tener una perspectiva más adecuada de cómo está en mundo en algunos aspectos. Como decía, soy un lector habitual (diario), colaborador ocasional (casi nada) y comentarista impulsivo (cuando me nace de dentro tener que poner mi opinión o dar algún dato). La idea de crear un blog para dejar estas noticias por escrito y que sean comentadas por el respetable es muy interesante porque no se convierte en una web estilo periódico, sino que permite interactuar a los lectores con la noticia en sí aportando más datos o simplemente su sensación al leerla.

Sin embargo este tipo de libertad permite que se cuelen ciertos elementos perniciosos de la sociedad que van a insultar, reirse de algo que consideran la mar de gracioso (cuando no suele tener ni pizca de gracia) o bien derramar sus ideales un tanto totalitarios en algún comentario suelto. O peor aún, se pueden leer cosas de este estilo. Para caerse de culo y no levantarse. Y no es la única perlita que ha soltado el niño, qué va. Ya tuvimos él y yo un encontronazo hace unos meses porque según él (y en parte con razón), yo iba noticia por noticia contestando a sus aportaciones en la línea opuesta. Estuvo el verano de descanso y ha vuelto hace poco a la carga más radical y más cargado de rabia contra el mundo y contra la vida en general. Y ya véis qué razonamientos. Se caen por su propio peso y de puro ilógicas se convierten en absurdas. Pero son afirmaciones peligrosas leídas por ojos inadecuados. Un fachorra podría decir que los gays defendemos cosas tan absurdas como que las mujeres no deben tener sus 16 semanas de baja por maternidad. O que buscamos imponernos por encima de los heterosexuales y el matrimonio sólo ha sido una excusa para empezar. O cualquier mujero puede sentirse gravemente ofendida y decidir no volver a aparecer por esa web que no ha llamado al orden a un ser tan insensible.



Aun partiendo de la base de que es un chico joven (lo comentó hace tiempo en alguna parte) y que tiene la cabeza llena de pájaros que le impiden pensar, este muchacho consigue que se me crispen los nervios. Llevo muchos años metido en una asociación luchando por una igualdad real, eliminando prejuicios, normalizando la realidad homosexual... Y va el muchacho y en unas cuantas líneas puede tirar por tierra todo ese trabajo. Hablo, evidentemente, a un nivel teórico y metafórico. Ha llevado tan al extremo sus pretensiones anti-discriminatorias que hasta los Radical Gay se quedarían pálidos ante sus explosiones de hormonas sin liberar. ¿Y qué se puede hacer ante un elemento así? Varias personas hemos intentado contrarrestar sus argumentos con otros más reales y lógicos que pudieran convencerle. Inútil, se ha reafirmado más aún en sus convicciones y casi que nos llama tontos ignorantes. Si le contestas un poco mosqueado y le pides que se abstenga de tales comentarios, te acusa de recortar su libertad de expresión. Si pasas de lo que dice, se considera satisfecho de habernos dejado sin palabras... En resumen, siempre sale ganando de una forma u otra. Y aunque cualquier persona con dos dedos de frente vea claramente que su discurso es una tergiversación de la realidad, insisto en la potencial peligrosidad de sus textos.

Si sigue así (y espero que no empeore), le pediré al adimistrador de la web y a los colaboradores consejo sobre cómo sobrellevar el asunto porque a mí, cada vez que veo que ha escrito un comentario, se me hincha la vena porque me temo que va a ser terrible. Y no suelo equivocarme...

05 diciembre, 2006

Me estoy haciendo mayor

Martes, 5 de diciembre de 2006


Debe ser que me estoy haciendo mayor o si no, no me cabe en la cabeza. Yo antes no era así. Aunque en mi defensa diré que tampoco ha sido un cambio radical, pero algo hay que no es como era antes. Y es que me estoy dando cuenta de que... ya no necesito tanto a mis amantes. De hecho, hasta me permito el lujo de "desperdiciar" oportunidades para quedar y satisfacer mis más bajos instintos. Sin ir más lejos hoy mismo casi tenía una cita para un buen rato con alguien agradable y que suele tener resultados bastante satisfactorios, pero no, me he quedado en casa, escribiendo estas líneas, jugando al juego de turno y haciendo trabajos manuales para las amigas de Javi.

Obviamente no me he convertido en un santo varón de la noche a la mañana. Ha habido algún affaire por aquí y por allá y doy por hecho que mi libido me dará más caña, pero por el momento me siento bastante a gusto con lo que tengo y con lo que me dan. O será que me estoy haciendo mayor y no necesito tanto sexo como antes...



Naaaaaaaa, eso sí que no, jejeje.

02 diciembre, 2006

Una de recuerdos

Viernes, 1 de diciembre de 2006

Esta mañana, cuando me he levantado algo cansado y bostezante me he asomado a la ventana para ver qué tiempo hacía y el espectáculo que he visto me ha hecho sonreir pese al sueño que tenía.



Una niebla blanca y espesa cubría el horizonte y el frío húmedo se notaba incluso en el interior de casa. Mis fosas nasales se llenaban de aromas típicamente invernales (calefacción, humedad) y me abracé a mí mismo cerrando los ojos porque mi memoria se llenaba de imágenes. Recordé cuando era niño y vivía en la otra punta de Logroño, también en las afueras. El recuerdo, tal vez algo alterado, incluía el mismo día cubierto de niebla y frío y algo me decía que eran fechas cercanas a la Navidad. Como cada mañana mi madre acudía de buen humor a despertarme y yo me levantaba casi de un salto para ver la niebla que llegaba a ocultar el otro lado de la calle y empezar a vestirme. Estaba contento y nervioso, tenía ganas de ir al colegio porque se mascaba el ambiente navideño. Posiblemente sería el último día antes de las vacaciones. Recordé embutirme en el grueso abrigo para salir a la calle con la mochila a la espalda, moviendo los brazos en su mínima expresión por todas las capas de ropa que llevaba, con la bufanda tapando casi toda mi cara y el vaho formándose a escasos milímetros de mis ojos. En el colegio hacía calor y todos teníamos los rostros sonrojados y sonrientes. Ya sudábamos al llegar a clase, aquellas clases iluminadas con tubos de neón en las que entrábamos unos cuarenta alumnos, haciendo comentarios y hablando sin parar de nuestras cosas antes de la llegada del profesor.

Corté ahí el recuerdo, tenía que prepararme para ir a trabajar. Pero me pareció curioso que la combinación de una imagen y algunos olores despertaran recuerdos tan lejanos y difusos. Es algo bastante habitual en mí, considero que tengo una buena memoria olfativa pero muchas veces no consigo concretar a qué me recuerda un aroma o una fragancia. Pero sí suelo recordar las sensaciones que arrastran y esta mañana he salido a la calle con una melancólica sonrisa, pero una sonrisa al fin y al cabo.