29 noviembre, 2007

Ojos de Gato

Miércoles, 28 de noviembre de 2007



Ojos de gato sólo estaba de paso. Era un viaje de trabajo como tantos otros que sería tan rutinario como tantos otros. Haría lo que había venido a hacer y se marcharía. Un muchacho de la ciudad le había propuesto quedar para tomar algo y tal vez algo más, pero no habían cerrado ningún plan. Mejor dejar que las circunstancias marcaran el curso de la historia.

La habitación del hotel era fría a pesar de llenarla con una maleta, la ropa suelta, el portátil. El aroma a tabaco impregnaba la moqueta y hacía algo más acogedoras las cuatro paredes donde colgaban un espejo para verse antes de salir y uno de esos cuadros que nadie pondría en su casa, ni siquiera en el trastero. En su móvil sonó un aviso de mensaje y lo leyó con desgana mientras abría el siguiente mail. Era el chico local, le proponía quedar para cenar algo y no parecía mala idea. Tampoco tenía nada mejor que hacer, ya que los planes con la gente del trabajo se le habían torcido.

En la esquina donde habían quedado hacía demasiado frío y Ojos de gatos se sentó a esperar mientras encendía otro cigarro. Las citas a ciegas siempre son interesantes porque no tienes ni idea de con qué te vas a encontrar y te permiten conocer a alguien poco a poco sin tener el prejuicio de saber si es atractivo o no. Las sorpresas pueden ser agradables o desagradables, ahí está la emoción.

El chico se acercó cruzando la calle con algo de prisa, ya que llegaba unos minutos tarde. Era chocante que se le hubiera ocurrido combinar un abrigo de color crudo con una corbata tan blanca, pero en conjunto no estaba mal. Llegó con los ojos brillantes y sonriente, lo cual era una buena señal. Le propuso cenar de tapas aunque Ojos de gato ya las conocía. En cada bar la conversación se hacía más interesante e incluso subía de tono. El chico era un poco payaso, pero bastante gracioso, al menos consiguió hacerle reír. Los vinos que iban tomando ayudaban a que el ambiente se distendiera e incluso llegaron a flirtear con un camarero colombiano de blanca y radiante sonrisa.

Volvieron caminando al hotel muy despacio, casi estirando los minutos en la incertidumbre de lo que pasaría después. En un momento dado hubo un beso furtivo que confirmaba que la noche podría ser más larga aún de lo que parecía. En la puerta se detuvieron y Ojos de gato se preguntó si allí terminaba todo o sólo sería una breve pausa. El muchacho seguía teniendo los ojos brillantes y pidió una invitación expresa para saber qué le esperaba. “¿Quieres subir a mi habitación?”, preguntó Ojos de gato con un tono de voz que no dejaba ninguna duda. Todo seguía un poco revuelto pero ciertamente no les importó. El vino había dejado de lado el pudor y se fundieron en pasionales y profundos besos. Ojos de gato se sentó delante del portátil para poner algo de música y encendió otro cigarro. Mientras, su acompañante fue desnudándose lentamente y se echó en la cama con las piernas abiertas, dejando unas bien definidas nalgas abiertas al disfrute de la vista. La imagen, casi sacada de una película erótica, fue sólo el inicio de una excitante sesión donde los dos amantes buscaron los puntos flacos en la defensa del otro, volcándose a explotarlos como si de una batalla se tratara. Una batalla muy igualada, ciertamente.

En un momento dado, sus miradas se cruzaron fugazmente. Y el tiempo se detuvo durante unos segundos. Ambos sonrieron y Ojos de gato quedó tumbado en la cama con la sábana apenas cubriéndole el cuerpo. Su acompañante torció la cabeza y le dedicó una curiosa sonrisa. Le gustaba la imagen y deseaba fotografiarle así. El momento había pasado de ser pasional a ser algo más relajado, pero no por ello menos intenso. Hablaron con sinceridad el uno del otro, abrieron sus corazones lo justo como para dejar que una ráfaga de aire fresco les recorriera el alma, compartieron algún secreto inconfesable y se besaron no ya como dos amantes, sino como una pareja de confidentes. Uno era un dios de las tormentas, el otro era puro fuego. El choque era inevitable y la reacción final impensable. En la ducha se abrazaron y se besaron bajo el agua con caricias de olor marino. Lo último que sintió Ojos de gato al cerrar los ojos antes de dormir un rato, fue una mano que le rodeaba el pecho con mucho cariño, mano que él agarró como una tabla salvavidas. “Gracias”, dijo una voz detrás de él. Morfeo le cerró los párpados sin darle tiempo a decir “De nada”.


27 noviembre, 2007

Fotos canarias

Lunes, 26 de noviembre de 2007

Para que no os pongáis pesaditos con el tema de las fotos de Las Palmas, he aquí una muestra representativa de lo que sacamos. A ver si así aprendemos a pedir con propiedad.


Con la moto de mi amigo Ximo. Después del cursillo de Photoshop que acabo de terminar, le haré un par de retoques y seré el más macho del barrio. Que lo sepáis.


Dicen que lo más bonito de Las Palmas son las vistas del Teide. Bueno, pues aquí hay una. Y en vivo eran mucho mejores.


El lóbulo de mi oreja derecha. Bueno, cosas curiosas de dejar la cámara en manos ajenas.


Lo que queda del "Dedo de Dios", que posiblemente conozcáis. Un efecto óptico muy interesante cerca de donde comimos un pescado riquísimo en una terraza con vistas al mar.


Un gato negro. Es que fotografiar animales es una de mis debilidades. Debe ser un ramalazo de mi vida anterior como biólogo.


Javi lo llamó "el árbol de los chorizos". Por el tamaño, más bien morcillas.


Yo mismo en una típica foto de vacaciones. Fue una de las pocas en las que salí, cosa habitual dado que soy yo el que siempre lleva la cámara colgada.


Espero que con esto tengáis suficiente porque no hay mucho más. Daos por contentos que esta vez he cumplido (blogspot mediante) y he subido unas cuantas fotos. En el próximo no sé si hablaré de la fiesta de este sábado en Madrid a cuenta de la empresa o de un nuevo personaje de mi imaginario: Ojos de gato. Sed buenos... (sobre todo con los comentarios, que nos vamos conociendo)

21 noviembre, 2007

Back from Canarias

Martes, 20 de noviembre de 2007

Bueno, por fin saco un rato para poder poner por escrito que he vuelto de mis vacaciones otoñales en las Islas Afortunadas. He de reconocer que no estoy sufriendo en absoluto mi típica depresión post-vacacional y pre-campaña, pero me parece que se debe a un pequeño pico de trabajo que me tiene bastante entretenido. Eso y el piso, que pide más que un bebé, narices!

En fin, podría ponerme a resumir lo maravilloso que es un viaje a una isla donde no se baja durante el día de los 20 ºC, hay playa por todas partes y todo ese tipo de absurdeces varias que se suelen contar de los viajes. Pero por salirme un poco de la norma y ya que no ha habido nada de especial interés, haré un pequeño listado de lo que más me ha chocado esta semana en el Exterior.

  1. Nunca creas que porque es pleno otoño, las playas van a estar desiertas. Craso error. Los turistas extranjeros son como caracoles después de un día de lluvia. No es que hubiera unos cuantos, no... Es que eran como una plaga. Sin ellos, las animadas zonas playeras serían pueblos abandonados donde no pararía ni el tato. Ingleses y alemanes en su mayoría, al menos había algún buen ejemplar de los que me gustan a mí (se siente, no hay fotos de los maromos).
  2. Una playa nudista no significa que te vayas a poner las botas. Relacionado con el punto anterior, había guiris por todas partes. Desnudos y desnudas, eso sí. Claro, que la media de edad estaría en torno a los 68 años. Y ver a una honorable dama con los pellejos pectorales caídos hasta las rodillas y el bosquecillo depilado del todo (o al contrario, con más matorral que en Jara y Sedal) le hace a uno sentirse más gay aún si cabe. Aún tengo pesadillas con algunas imágenes...
  3. ¿Te has puesto moreno? ¿Te has puesto moreno? Pues no, joder! Bien es cierto que fuimos sólo un par de tardes a la playa, pero al menos un poco me podía haber cogido la cara, no? A Javi se le ha coloreado un poco y puede fardar por la ciudad. Jolines con mi piel blanca y la poca gana que tiene en coger color. Lo mío es decididamente crónico, soy de raza blanca, aunque me tumbe en pleno desierto durante un mes entero.
  4. Marcha y mariconeo tendiendo a cero. Porque todo el mundo da por hecho que he salido todos los días y me he ligado (o intentarlo al menos) a media isla. Pues tampoco. Ir con una pareja hetero y que él trabajase, hacía un poco complicado montar sesiones de fiesta hasta las tantas. Y mariconeo... Nos enseñaron la Playa del Inglés por curiosidad (y porque si no al final del viaje les reviento la cara) y nos llevaron a un centro comercial (pero de los abiertos) de ambiente. Increíble pero cierto. Son cosas que tienen los canarios.
  5. Relajarse lo harán otros. Porque lo que fue nosotros... Vaya tute de viajes, visitas, exposiciones... Si parecía que se iba a hundir la isla a final de mes!!! A ver, que espero volver a Las Palmas (o a Canarias en general), así que no es necesario verlo todo en el primer viaje. Vamos, eso creo yo. Pero los paseítos que nos dieron, levantarse más o menos temprano para aprovechar el día y no echar siestas de forma habitual, no nos lo quita nadie. Menos mal que a Javi le dio un crujido en la espalda el martes (pobrecillo mío) y tuvimos que relajar la agenda que nos habían organizado. No hay mal que por bien no venga, dicen.
  6. Con una semana basta. Da lo mismo lo mucho que aprecies a un amigo. En una semana conviviendo te puedes querer sacar los ojos. Vale, como hay amistad y tal, te comprendes y prefieres dejarlo pasar y pensar en otra cosa, pero con el paso de los días acabas saltando por la mayor de las gilipolleces. Vamos, es como un Gran Hermano, pero en versión isla. O como un Supervivientes pero en versión civilizada y con jabón y agua corriente. No acabas de discutir pero a veces te encantaría ponerte las uñas de diamante y pegar un par de guarrazos.
  7. Fuera, todo sabe bueno. Bien, esto no es del todo correcto. Pero como yo tengo tan buen comer, me sabe todo a gloria. Así tengo yo la tripa, así...
Me estoy quedando sin ideas y eso suele llevarme a escribir chorradas, así que mejor me voy centrando y lo dejo para otro día con nuevas e inquietantes experiencias de mi atribulada vida de aquí para allí.

Iba a poneros unas fotos, pero parece que hoy los de blogger no quieren trabajar mucho... Habrá que posponer la sesión para otro día. Seguro que os apenáis mogollón...

10 noviembre, 2007

Vacaciones otoñales

Viernes, 9 de noviembre de 2007

Si es que al final entre una cosa y otra... Que si prepara un poco la maleta. Que si mira qué te vas a llevar en el equipaje de mano. Que si eso de ahí es tuyo. Que si mira a ver qué ponemos a lavar para que se seque antes de irnos y no se acartone. La verdad es que eso y mi cansancio acumulado por estar petardeando en la red hasta las mil por poco me deja sin despedida para esta semana que se avecina.


Por si alguien aún no se había enterado, nos vamos a Canarias una semanita. Sol, tal vez playa, mejor temperatura... Llevo en una especie de nube todo el día pensando que terminaba mi jornada y podía darme por feliz porque iba a abandonar el otoño en la península durante siete deliciosos y muy bien aprovechados días. Porque voy a desconectar al 100%.

Por si alguien me necesita para algún asunto a vida o muerte, estaré en el móvil. Mientras tanto, cuidad bien del Cuaderno. Y limpiad las migas antes de que vuelva, so cochinos!

03 noviembre, 2007

El orfanato

Viernes, 2 de noviembre de 2007

A pesar de los pesares y de mi miedo inicial, hemos ido al cine a ver "El orfanato". Y vale, he pasado algo de miedo, como es habitual en mí, pero no tanto como esperaba. O me estoy haciendo mayor y no sufro tanto ante un susto esperado o el director quería jugar menos con el terror psicológico y más con el misterio sorprendente. Bueno, lo que sea, pero que no da tanto miedo como "Los otros" o "El sexto sentido". Pero ni de lejos, vamos...


No voy a hablar esta vez de la película en sí ni de su trama, porque como en toda peli de misterio y de tensión perdería la gracia del asunto. Vamos, casi lo mismo que decir que el Bruce Willis de las narices está muerto. Cómo no lo va a estar si lleva no sé cuántas junglas de vidrio y siempre sale un poco tocado pero vivito y coleando... Vamos, hombre, que a tu edad ya no cuela.

Sin embargo debo volver a reconocer que cada vez me gusta menos ir al cine. Y no sólo por lo abusivos que se están poniendo los precios (que también), sino por el poco respeto que tiene la gente hacia los demás cuando ve una película. Ya escribí hace mucho algo acerca de los niños en el cine. Pues casi que no lo cierro sólo a los niños, lo amplío a los adolescentes y a los adultos. una película de tensión, momentos de silencio para que la actriz de explaye con sus mejores gestos, música in crescendo que indica que algo terrible se acerca y... ¡Hale! Risas del grupo de chavales del fondo, que no sabes si están viendo la película o contándose chistes acerca del escote de la protagonista. ¿Y el señor de la fila de atrás? Oiga, me dan ganas de decirle, que esto no es el salón de su casa, así que intente evitar comentar cada suceso de la película con su señora como si no hubiera nadie más en la sala, porque resulta que sí que hay. Y ya lo de partirse de risa en los peores momentos... Vale, reirse es un gran recurso para romper la tensión de un susto. Pero joder, controla un poco la histeria, niña, que es que a veces me dan ganas de levantarme y ser yo el que enarbole el cuchillo para hacer una escabechina.

Buf, me pongo malo otra vez sólo de pensarlo. Y es que no hay cosa que peor me siente que una película que no puedo disfrutar al 100%. Bueno, tal vez sí, que en mitad de la oscuridad de la sala alguien me eche mano al tanque de palomitas que me he comprado y escarbe como si se tratara de las obras del AVE en Barcelona y además se le escapen unas cuantas en el camino de vuelta a su boca. Menos mal que a mis amigos los tengo ya un poco entrenados...