24 marzo, 2007

Clausurado

Sábado, 24 de marzo de 2007

Este blog queda clausurado, al menos temporalmente.




Pd.- Por cierto, aprobé el examen, pero no me hace nada de ilusión, podría haberlo hecho mucho mejor.

23 marzo, 2007

Robots de cocina

Jueves, 22 de marzo de 2007

Ya tenemos nuevo aparato en casa. Aún no tiene nombre, pero me temo que Bender va a ser una gran opción. O tal vez Chef a secas. O robot de cocina, quién sabe. Al fin y al cabo sigue siendo el mismo aparato enorme y blanco que hemos colocado donde hemos podido en nuestra cocina de "tamaño inferior a la media". Es decir, "otro armatoste" que diría mi madre. De hecho,cuando se lo comenté fue lo que se pudo leer en la expresión de su cara.

Son estas cosas que las parejas hablan casi como si del encargo de un hijo se tratara. Tú ves algo así por la calle, en un cartel, y vuelves a casa con la idea rondándote por la cabeza.

- Cariño, mira, que he pensado que... Bueno, no sé, me da un poco de cosa decírtelo.

- Ay, pues dime, no me dejes así.

- Bueno, va. Que he estado pensado en que tal vez nos vendría bien tener un robot de cocina en casa, ya sabes, por ayudarnos en las tareas y esas cosas...

- Pues... Yo también lo había pensado, la verdad. Creo que podría estar bien, que siempre comemos a todo correr y quemándonos la lengua. El único problema es el sitio, porque no sé dónde nos va a caber... Y ademas tiene que ser para usarlo, que siempre acabamos acumulando los trastos a lo tonto.


Y la conversación sigue con los pros y los contras de la decisión, que casi parece salomónica y finalmente... Finalmente, si acabo de decir que tenemos nuevo aparato en casa, es porque decidimos comprarlo. Y esta mañana ha sido el estreno oficial, por sorpresa y sin avisar. Y he tenido suerte, parece que los astros me siguen sonriendo. Tampoco era muy difícil: arroz con tomate. Eso sí, en cuanto hemos llegado a casa estaba la comida preparada, calentita y... una pena, el robot no sabe ponernos la mesa ni servir en el plato.

La verdad es que cada día somos más tecnológicos en casa. Si no es un periférico para el ordenador (lo último fue un auricular estilo manos libres para Javi), nos echamos una batidora-picadora nueva. Así tenemos cajas de cartón para aburrir y libros de instrucciones repartidos por casa a medio leer. Y, cómo no, el interminable problema del sitio donde guardar los aparatos, porque no caben en un bolsillo, claro. Empieza a ser preocupante y por eso ahora me planteo muy mucho cuando veo en las ofertas de MediaMarkt cualquier cosa que me llame la anteción. Necesito asegurarme de que vamos a sacarle tanto partido como vale y, desde luego, que es estrictamente necesario y cómodo de montar/limpiar/recoger. Por suerte pocos electrodomésticos cumplen estas condiciones, con lo que son deshechados automáticamente. Porque parece que las nuevas tecnologías de la cocina sólo sirven si tienes una del tamaño del salón y con armarios para guardar unos cuantos hectómetros cúbicos de artefactos y vajilla.

En fin, parece que vamos a empezar a usarlo con cierta continuidad y posiblemente varios amigos irán probando poco a poco nuestras delicias culinarias de manos (o mecanismos) de nuestro "Bender" particular. ¿Quién se apunta?

20 marzo, 2007

Cuenta atrás...

Lunes, 19 de marzo de 2007

Ya quedan sólo 5 días, 120 horas y una cantidad de minutos que me parece absurdo calcular de memoria. Esta tarde me he puesto bastante nervioso al pensarlo porque es YA. Queda muy poco tiempo y creo que no estaré suficientemente preparado... Y no quiero hacer el ridículo, al menos no en lo que esté en mi mano... Jolínjolínjolínjolínjolínjolínjolínjolín.


Es mi examen de Aikido. Si lo apruebo, pasaré al primer grado de cinturón negro, el 1er Dan. Se supone que alcanzar este grado implica que dominas todas las técnicas y las ejecutas con soltura. A partir de ahí se te abre un camino nuevo en el que vas buscando tu propio camino y aprendizaje. Pero el caso es que estoy algo acojonado. Bueno, algo no, mucho. Y es que parece que los hados se ponen en mi contra.

En estos exámenes siempre necesitas un "saco" que haga de atacante. Generalmente es un pequeño honor que alguien te lo pida porque significa que confía en ti y eso siempre es bueno cuando vas a volar por los aires y recibir más palos de los que puedes contar. En mi caso tuve que "conformarme" con un muchacho algo menor que yo, pero que por ser el hijo del profesor, ha mamado Aikido desde la cuna. Pues bien, hoy el muchacho, tras un mes casi sin aparecer para poder entrenarnos (yo soy su "saco" también), me dice que está tocado del lumbago y que hará su examen como pueda, pero que no puede ayudarme con el mío. Así que aquí estoy, compuesto y sin pareja a 5 días con dos de entrenamiento. Cojonudo. Espera, que voy descorchando ya el champán... Al menos si me emborracho tendré esa excusa, ¿no?



Llevo desde los 9 años en este arte marcial. He tenido mis parones y mis mejores momentos (como el actual). Mi examen de cinturón negro debería ser casi un mero trámite porque conozco la teoría y soy muy perfeccionista para la práctica. Pero no quiero hacer un examen bueno, lo quiero bordar. Quiero que, como dice un compañero, feliciten a mi maestro. Porque al fin y al cabo somos extensiones de su conocimiento y lo que sabemos se lo debemos a él. Siempre he fantaseado con el día que aprobaba y me felicitaban, casi con una ovación, pero ya tengo edad suficiente para saber que no es así, que habrá un "aprobado" o "no aprobado" y poco más. La procesión irá por dentro y luego habrá que celebrarlo con los compis. Confío en mí mismo, pero quiero algo más que eso, quiero triunfar. Sé que se me da bien, así que voy a dar el máximo.

Mi miedo proviene de la inseguridad que toda prueba nos genera, pero también sé que no debo preocuparme demasiado. Estoy seguro de que este sábado por la noche podré celebrar que tengo que esperar el regalo de mis compañeros (el primero cinturón negro te lo regalan, dice la tradición) y sentirme un poco más orgulloso de mí mismo. Aunque los buenos amigos y compañeros que tengo en el vestuario ya lo merecen. ¡Va por ellos!

14 marzo, 2007

Incompatibilidad de horarios

Martes, 13 de marzo de 2007

Ese es uno de los problemas que hacen que mi vida sexual marital no llegue a buen puerto. Al menos es una de las conclusiones tras la enésima Conversación sobre el tema. Había que hablar de ello, porque ya hacía varios días que volvía a mis crisis absurdas y se hacía evidente que no es algo que deba tragar solo. Esto es cosa de dos y entre dos hay que solucionarlo.


Tal vez desde mi ansioso deseo vea más sencillo no pensar en horarios y soltar a la "Bestia" cuando le venga en gana, sin pensar en la hora ni el momento. Pero es cosa de dos y el racional debe hacerse cargo de los detalles cuando el pasional sólo piensa en la satisfacción personal.


He estado unos días "out" y casi me olvido de actualizar el Cuaderno de Bitácora. Pero es que ha sido un fin de semana intenso. El viernes sesión por la noche con alguien que buscaba el sexo con más ganas que yo mismo. Le dimos lo que pudimos y creo que habría aguantado más si no hubiese estado tan necesitado. El sábado se acercó una pareja deliciosa en su conjunto para pasar el fin de semana. ¡Y vaya fin de semana! Gracias J. y J. por las horas que compartimos juntos, porque ciertamente no es lo mismo compartir algunos momentos con amigos "solteros" que con amigos "casados". Y eso dejando aparte las similitudes entre unos y otros y quién se parece más a quién. Espero que repitamos pronto y que me dejéis seguir nombrándoos cuando la ocasión lo requiera (no se si están leyendo o leerán esto algún día, pero ahí queda).


Y papá está mejor. Mejora muy rápidamente según mi criterio, con lo cual temo que se confíe. Pero ha recuperado gran parte de la coordinación en las extremidades izquierdas y empieza a ser algo más independiente. Queda por recorrer el más largo camino aún de perfeccionar la coordinación "fina", pero el tiempo lo cura todo, al menos en este caso. Me gusta verle de nuevo bromista y sonriente, gastándonos las bromas de siempre. Recordarle dormido en la cama del hospital cuando hacía noches para asegurarme de que estaba bien me hace pensar en lo frágil que es la vida, pero lo fuerte que nos hace la naturaleza para salir adelante en situaciones complicadas. Está mejor y está con nosotros, que es lo que importa. ¡A la porra la filosofía barata!

08 marzo, 2007

Mi obsesión habitual

Miércoles, 7 de marzo de 2007

La tarde ha dado de todo, pero en general ha tenido un final algo agobiante a nivel laboral. Entre un marroncillo que he tenido que cargar y destripar y el barullo de gente que puede entrar en una tienda minúscula un día de lluvia... Y al final he tenido mi puntilla, pero me lo tengo merecido por preguntar y por ababol.

Para soltar algo del estrés y mientras cerrábamos caja, mi nuevo compañero, del que ya os he hablado, contestó sinceramente a una pregunta cargada de doble sentido acerca de la última vez que había tenido sexo. Pues bien: después de comer y una follada estupenda con su novio. Como digo, eso me pasa por preguntar. Y por poco se me cae la boca hasta los pies, no sé si de envidia, de morbo o de qué. Y de nuevo mi cabeza ha vuelto a rondar viejos fantasmas, de esos que se mantienen en la sombra esperando el momento adecuado para atacar. Y entonces creo que sí que he sufrido un ataque de envidia, qué carajo.


Es que si me pongo a analizar mi situación me pongo un poco triste, la verdad. Al menos si segmentalizo cada situación concreta y la desmenuzo hasta el más mínimo átomo. Partiendo de la base de que mi compañero y su novio son dos mozalbetes jóvenes y en pleno uso de sus facultades físicas y hormonales, tienen cierta ventaja sobre nosotros. Llevan menos tiempo también, pero no poco (tres años). ¡Pero follan más! Habitualmente sobrellevo la situación porque no pienso mucho en ello, pero la verdad es que Javi y yo lo hacemos poco poquito. El cansancio, la rutina y cualquier excusa puede ser buena para explicarlo. Pero es que yo necesito algo más, algo de morbo, algo de... ¡algo de algo!

No quiero que a nadie se le pase por la cabeza eso de "háblalo con él" porque no sería la primera ni la segunda vez que lo hacemos. Siempre pasa lo mismo, que parece que mi obsesión es el sexo, que está muy cansado toda la semana, que la relación ha evolucionado. Y finalmente yo prefiero recular y dejar el tema ante de seguir tirando de la goma y conseguir que acabe rompiéndose. Simplemente y por mera comparación mi novio está más dispuesto a tener sexo cuando hay terceras personas en juego que cuando estoy yo solo.

Porque no es que sea un problema para mí los trío, al contrario, le dan riqueza a los encuentros sexuales y permiten conocer a gente la mar de maja. Simplemente que no me siento deseado, no queda ya rastro de aquella pasión que teníamos al principio. Y pese a los tríos, las masturbaciones nocturnas y demás aventuras yo sigo disfrutando con Javi, excitándome cuando estamos desnudos, intentando que goce con cualquier cosa que hagamos en la cama. Pero él lo niega, le sigo pareciendo muy atractivo, disfruta conmigo y me da besos para que lo compruebe. Pero me sabe a poco. No me siento deseado.

Alguien me dijo hace bastante tiempo que una relación como la nuestra era más bien una relación de amigos, íntimos, pero amigos. Convivimos, compartimos techo y cama, pero no hay sexo. Como los amigos. Y me aterra que sea cierto, porque significaría que la relación no da más de sí y que es hora de hacer borrón y cuenta nueva. Completamente nueva. Por suerte aún puedo agarrarme a bastantes cosas que me compensan y me mantiene a salvo durante los temporales.

Y para mayor escarnio de mí mismo he empezado a marcar en mi calendario de mesa desde este mes, las veces que tengamos sexo, diferenciando si estamos solos o no. Espero no tener que usarlo algún día para explicarle (de nuevo) a dónde podemos acabar de llegar. Sigh.

03 marzo, 2007

Del amor al odio... Y del odio al amor

Viernes, 2 de marzo de 2007

Nunca va a dejar de sorprenderme (por suerte) la capacidad del ser humano para adaptarse a las situaciones adversas. Es cuando menos impresionante la capacidad social que hemos adquirido con el paso del tiempo para sostener una relación que es evidente que se resquebraja y fingir que no hay más grietas en las paredes que las fisuras dejadas por el último terremoto. Es mejor reir que llorar, porque no queda otra.

Mi compañera de trabajo, Natalia, es una de esas personas que, como he dicho, nunca dejará de sorprenderme. Tal vez sea porque aún no le he cogido el punto. Tal vez sea porque ese punto no deja de moverse, más que un mosquito en verano. Tal vez sea porque tampoco quiero cogérselo, ya que no la soporto. Pero nos adaptamos. Los dos. Es una guerra fría en la que nadie gana ni pierde ni puede hacer nada por cambiar las cosas, porque, como dice mi responsable de tienda "somos así".

Ayer tuvimos una pequeña enganchada. No es la primera, ya tuvimos otra hace unos meses. Y en ambos casos ha ocurrido algo parecido. Ambos tenemos un carácter fuerte, no nos gusta ceder y cuando creemos que llevamos la razón, nos agarramos a un clavo ardiendo. Cruzamos cuatro palabras, una más alta que la otra, nos encendimos y me marché en cuanto pude para no tener que discutir más acaloradamente. En el gimnasio apenas di pie con bola dándole vueltas al asunto y al final de la noche, casi estaba más disgustado por el mal rollo que por la bronca en sí. Hoy estábamos los dos solos todo el día y no me apetecía en absoluto trabajar con una estatua de alabastro. He abierto desganado y sin apetencia.

Pero nunca dejo de sorprenderme. Lo primero que ha hecho al llegar es preguntarme si había tenido que pasar la noche con mi padre y la conversación ha seguido lenta pero inexorablemente hacia derroteros más habituales: clientes, asuntos pendientes, cosas curiosas del trabajo... Y de ahí a tratarnos casi como en días anteriores ha sido un suspiro y un amago de respiro. Ventaja: el ambiente se ha relajado significativamente y eso se nota de cara a los clientes. Desventaja: ahora parece como si no hubiera pasado nada, pero sé que si algún día volvemos a discutir, sacará a relucir lo que pasó como si fuese ayer mismo. En resumen, seguimos igual pero fingimos que lo hemos superado.

Y así, en menos de 24 horas, del amor al odio y del odio al amor no sólo hay un paso, sino que a veces es un velo tan delgado que con un soplido puede apartarse. Lo que hay al otro lado sigue siendo oscuro, pero el camino lo tenemos abierto. Y además las caretas hoy en día están tiradas de precio...