05 noviembre, 2012

Frustración

Domingo, 4 de noviembre de 2012

El joven vampiro siseó con desesperación contenida mientras notaba cómo la ira se apoderaba de él. Apretó los puños con rabia y trató de alejar de sus pensamientos las ansias asesinas que aullaban como lobos hambrientos. ¡Cómo se había atrevido, esa loca Malkavian, esa lunática sociópata, a robarle delante de sus narices a su presa de esa noche!

Cierto era que, como cualquier depredador, no siempre había conseguido cobrarse el premio de una noche de caza, pero no acababa de acostumbrarse a la idea de una ocasión desperdiciada, un precioso tiempo perdido y un deseo insatisfecho.

desesperacion2[1]

Además, había estudiado a aquel joven durante casi una semana, siguiéndole cada noche hasta la puerta de su casa cuando averiguó dónde vivía, había movido sus hilos para conocer sus actividades diurnas, tenía su número de teléfono y hasta había cruzado algunas palabras en la discoteca en la que “casualmente” coincidieron la noche anterior. Casi había saboreado su preciosa vitae en esos momentos en los que tuvo que susurrarle unas palabras al oído para escucharse por encima de la atronadora música electrónica. Había decidido disfrutar de la caza de este ejemplar y había invertido mucho tiempo y recursos en él. ¿Es que ya no se respetaban las antiguas normas de etiqueta?

Pero había tenido que intervenir esa maniática bipolar de estilo gótico y labios rojo burdeos para fastidiar la operación. Ella llegó con su sonrisa encantadora, su mirada desquiciada y ese don que tienen los de su familia para ver más allá de lo evidente. Así, sin saber cómo, en menos de un parpadeo, se lo llevaba de la mano calle abajo para devorar su sangre sin más miramiento. Incluso tuvo la poca delicadeza de volverse a medio camino y dedicar una sonrisa taimada al joven vampiro que seguía con el rostro desencajado por la estupefacción.

malkavian_girl_by_morbosis-d46zhgs.png

¡La maldita zorra se lo había quitado delante de sus narices y ya no había nada que pudiera hacer por evitarlo! Ni una queja formal al Príncipe serviría de nada, ya que no estaba en su Dominio ni era un recipiente que le perteneciera por derecho.

De vuelta a su refugio, el cainita despechado se hundió delicada pero inevitablemente en una profunda melancolía. Tal vez ya era demasiado viejo para seguir utilizando tácticas arcaicas. Las nuevas generaciones campaban a sus anchas usando la tecnología, su cercanía a la Humanidad y su desconocimiento de las reglas de buena conducta hacia los mayores para poder apoderarse de las mejores presas, sin importarles a quién pudieran atropellar por el camino. Y esta vez le había tocado a él. Él, que había deseado hacerlo suyo en una cama con sábanas de seda y luces atenuadas. Él, que había imaginado que suspiraba su nombre cuando notaba los colmillos hundiéndose en su cuello. Él, que casi podía notar su corazón aporreando su frío pecho para revitalizar sus muertas venas de nuevo.

melancolia

Tal vez, sólo tal vez, era el momento de asumir que ya no era la época de los vampiros románticos de hace doscientos años. Bram Stoker ya había muerto y su novela también. Shelley y Stevenson sólo eran historia. Lugosi se pudría en su ataúd de pino con una capa ajada. Tal vez, sólo tal vez, era el momento de dejar de seleccionar tan cuidadosamente las presas y lanzarse a la caza desenfrenada sólo para saciar el hambre. Sólo tal vez.