28 octubre, 2006

Famosos y famosetes

Viernes, 27 de octubre de 2006


Porque hay famosos y famosos. Y gente con cierto renombre que es tan cercana como un amigo de un amigo que viene a pasar la tarde y cenar. Anoche Eduardo Mendicutti volvió a sorprenderme, dado que ya habíamos tratado con él en el pasado, pero ha vuelto a sorprenderme. No sólo es un hombre próximo, sencillo, con un sentido del humor irónico y sutil, sino que además lleva su relativa fama con una humildad que casi raya la vergüenza cuando una mujer, en el restaurante, le pidió hacerse una foto con él. Está acostumbrado, pero no lo lleva como estandarte.

Siempre consideramos a los famosos una especie de seres extraños que están en otra dimensión que nos es ajena y a la que no podemos alcanzar. Aparecen en los programas, los vemos a veces por la calle y algunos incluso tienen un trabajo digno, pero están ahí, en la pantalla catódica y el papel couché, lejos de nuestro mundo cotidiano. Y de pronto, al realizar unas jornadas literarias e ir a cenar con el ponente se convierte en un bálsamo para los sentidos en general. Las penas se alejan y el tiempo discurre entre risas y anécdotas de otros compañeros que pueden ser más o menos famosos, pero que se convierten en personas de carne y hueso por una noche. Y eso que todos tenemos claro que son "personas humanas" como nosotros, que comen, beben, ríen, sufren, se manchan, duermen, caminan y algunos incluso respiran. Pero aún así hasta que no compartes algo más que unos segundos no los humanizas por completo.

Y con todo te descubres mirando de reojo a la gente con la que te cruzas para ver si reconocen que vas acompañado de alguien famoso. ¡Un famoso! Así podrías sonreir de medio lado y sentirte importante porque te ilumina la estela de quien te acompaña. En el fondo a todos nos gusta el reconocimiento social a bajo nivel, no lo neguemos. Aunque tenga que venir de la mano de quien llevamos al lado. Dejarnos salpicar por el resplandor de una estrella fulgurante sigue vendiendo en los programas del corazón y los famosillos de medio pelo intentan sacar partido sin rubor ninguno.


En el fondo conseguí volver a mi rutina habitual, alejando los fantasmas de los últimos días. No tengo la cabeza para demasiados bailes y no me apetece que me ronden de nuevo ideas negativas que no me llevan a ningún lado. Afrontaré mis problemas a su debido momento, cuando esté preparado y las circunstancias sean propicias. Con ello no pienso dejarlos de lado hasta que los cubra el polvo del olvido y deba surgir un nuevo terremoto para sacarlos a la luz, no, simplemente tengo que relajarme y verlo todo en perspectiva, en conjunto y con idea de qué quiero y cómo lo quiero. Ideas alocadas llevan a actuaciones alocadas y no quiero hacerme famoso por haber tomado la peor decisión de toda mi vida en un momento de calentón.


Pd.- Mil gracias otra vez a los que os habéis preocupado por mí en estos dos días. Sé que mi anterior entrada fue un poco "durilla", pero estoy mejor y me siento arropado por quienes se han interesado. Soy un tipo con suerte por teneros a un golpe de móvil, ¿verdad?

26 octubre, 2006

Click, click, click...

Logroño, 26 de octubre de 2006

¡BANG!

Con el último giro de tuerca la pistola se ha disparado y estás muerto.

25 octubre, 2006

Por fin llegó!!!!

Logroño, 24 de octubre de 2006

A las 12 en punto de la noche, cual cenicienta a punto de ver convertida su carroza en cucurbitácea de dimensiones exageradas, he recibido un email que me ha alegrado la noche pese a lo gris del inicio de la semana. "Mi" Thomas, el guapísimo alemán (al menos a mi parecer) del que ya he hablado. No es que me diga mucho en unas 10 líneas, pero al menos ha conseguido alejar los malos pensamientos que estaba teniendo estos días creyendo que se había olvidado de mí. No es que pretenda que comience una novelesca historia de amor para toda la vida, pero, bueno, que uno quiere dejar su marca en el país germánico, de las salchichas y los carrillos sonrosados. Como digo no cuenta mucho y mi respuesta ha sido de lo más infantil porque en palabras aún me puedo hacer entender, pero por escrito tengo la impresión de expresarme como un niño de cinco años. Terrible, espero que no se ría mucho de mí. Y dice que quiere volver, que Madrid le ha gustado mucho y que puede que aprenda a hablar español... Menudas clases particulares le iba a dar yo, todo el día con el español en la boca... Jejejeje.



En fin, esa era la noticia gorda de la noche, pero aprovecho para meter una de ayer, que me entró sueño y no tenía ganas ni ánimos de sentarme a escribir nada. En fin, otra de las pequeñas y cotidianas alegrías de esta semana es que por fin, aparezco en una lista de exámenes a cinturón negro de Aikido. Vale, sé que al 90% de los que leéis el blog se os habrá quedado cara de sota porque no tenéis ni idea de lo que es el Aikido. Pues os vais a la wikipedia y lo leéis, cazurrillos míos. Una vez aclarado esto, recordaré que llevo practicando este arte marcial desde los 9 añitos, por indicación de mis padres y que sólo he hecho el parón de la universidad. Soy cinturón marrón desde hace no sé cuánto tiempo, pero también influido porque los exámenes a negro son de higos a brevas y con un tribunal, que es lo que más cuesta reunir. El caso es que esta semana el profesor ha sacado una lista con los futuros exámenes (de cara a marzo más o menos) y allí estoy yo, para 1er Dan (el primer grado de cinturón negro). No es que signifique que vaya a fusionarme con el espíritu del fundador ni nada parecido, pero era una meta que me había propuesto y que pretendo alcanzar. Me va a obligar a no faltar a ninguna clase y a esforzarme por depurar mi técnica, pero tengo ganas y quiero sacármelo desde hace tiempo, así que allí que me voy.

23 octubre, 2006

El vampiro ataca de nuevo

Logroño, 22 de octubre de 2006

El vampiro sintió de nuevo la misma satisfacción y el mismo hastío hacia sí mismo por lo que iba a volver a hacer. Se había prometido que ya era suficiente, que no lo necesitaba más, pero aún así allí estaba, acechando tras una esquina mal iluminada a su siguiente víctima. Y una vez más se dijo que sería el último, que no habría más, no lo necesitaba. Era un niño rubio de ojos azules que jugaba con un camión de juguete en el portal de su casa. A pesar de las horas de la noche que eran, seguía en la calle, disfrutando del frescor otoñal que soplaba en las calles. No había nadie a la vista, por lo que era tan sencillo que el vampiro casi quiso reir de satisfacción anticipada. Extendió sus colmillos, se acercó sigilosamente y antes de que el niño fuera consciente de quién le atacaba, su sangre bombeaba hacia la boca de su depredador. Como en las ocasiones anteriores era fresca y deliciosa, más que la de los adultos que solía preferir como rebaño. Sorbió despacio, alejándose de la luz para poder disfrutar con tranquilidad de su sabroso bocado y no ser molestado por ningún adulto preocupado. Los niños, tan inocentes, tan infantiles, con aquellas caritas redonditas y esos ojos profundos que te miraban siempre como si fuera la primera vez. Tan detestables, tan llorones, tan predecibles y tan inmaduros. Versiones miniaturizadas de nosotros mismos en las que nos refugiamos para creer que no perdemos la fase más cómoda de nuestras vidas, en las que las preocupaciones son nimias y los pensamiento futuros se reducen a unas cuantas horas más allá.

El vampiro se forzó a separarse del cuello del que aún manaba un hilito de sangre. El corazón del pequeño apenas latía, pero podría sobrevivir con una buena transfusión y despertar del peligroso coma provocado por el shock. Cayó al suelo como un muñeco viejo despreciado por su dueño, que se limpiaba con cuidado y delicadeza las comisuras de los labios. Éste se alejó de la zona asegurándose de hacer algo de ruido para llamar la anteción sobre el despojo que había dejado tirado. No quería que el niño muriese, pero al menos sí dejarlo incapacitado durante un tiempo. La deliberada afición por anular niños tenía una parte negativa, pero por el momento le hacía sentirse libre y completo. Era su elección, o al menos eso creía. Sin embargo, a veces, una vocecilla interior le decía que se hacía un poco más viejo con cada asalto y que perdía una parte de sí. Pero era una vocecilla que enmudecía rápido o se veía relegada a un segundo plano cuando otras más potentes entraban con fuerza. Qué más daba, ya estaba hecho y no sería necesario volver a repetirlo... Ya se sentía completo, al menos en la mayor parte de sus sensaciones. No sería necesario, no.


¿O sí?

18 octubre, 2006

Retorno a la vida en el pueblo

Martes, 17 de octubre de 2006

Bueno, tenía que pasar y mejor cuando aún estoy de vacaciones para que no se me junte con la vuelta al trabajo. Y es que estoy seguro de que alguno de los que leéis este compendio de desvaríos mentales estaréis de acuerdo conmigo: Logroño es un puto pueblo.



Directo y sin anestesia. Y todo por salir a hacer unos recados tontos a mi antiguo barrio, ya que iba a comer a casa de mis padres. Paseando por zonas que se consideran "centro" de la ciudad, o al menos no son los barrios periféricos, me he cruzado con un sinfín de personas, pese al día gris, pero la mayoría no bajaban de los 60 años de edad. Y comparado con los días que he pasado en Madrid se me ha venido el alma a los pies. Vale, no voy a comparar con Sol a mediodía, lleno de guiris, carteristas, policías y demás fauna, pero... Que no, que no, que es otro tipo de sensación. Aún así entiendo que estoy siendo completamente injusto al poner en la balanza una capital de nación con una capital de provincia, cada una con sus ventajas y desventajas. Será cosa del "jetlag" urbanita, o similar.

Yo siempre he sido gran defensor de Logroño como ciudad para vivir: tranquila, grande pero no demasiado, pequeña pero no demasiado, accesible, criticable... Vamos, desde mi provinciano punto de vista es ideal para vivir. Y lo sigo creyendo. Madrid me encanta como ciudad de vacaciones de tiempo en tiempo, para no dejar que te absorba ni te obsesione. Simplemente cuando me dejo llevar por el ritmo de vida de Chueca, Gran Vía, Sol y demás calles propiamente céntricas y atestadas, volver a casa es como regresar al monasterio de clausura abandonado en mitad del monte. Sólo serán un par de días, pero le acabo dando más vueltas que a una centrifugadora. Relajación, respirar hondo y recordad por qué no he querido nunca trasladarme a Madrid como casi todo el resto de mis compañeros de carrera.


No os quejaréis, que hoy me ha dado por resumir y ser breve... Sólo un mensaje a una persona en concreto: Al, quiero TODOS los detalles.

16 octubre, 2006

Y vuelta a casa!

Lunes, 16 de octubre de 2006

Buf, un puente del Pilar da para mucho, desde luego. Y hay tanto que contar que no sé por dónde empezar... Haré breve resumen, porque puedo teneros aquí cosa de dos años párrafo tras párrafo. Las aclaraciones por mail, que ya sabéis cuál es.


Empezaremos por lo sencillo: el curro. Fui a la entrevista relajado, sonriente, dispuesto a deslumbrar y mi intuición me decía que lo tenía en el bote. Pero esta vez, como últimamente, falló de pleno. El viernes, cuando hasta empezaba a fantasear con los viajes y el cambio, un multimensaje me sacó del mundo de las maravillas de golpe y porrazo. Pero bueno, esto sólo me reafirma más en mi intención de salir de esta empresa que me encadena y no me deja crecer. Pero bueno, al menos aquella noche pude dormir bajo techo, en casa de Oscar y Antonio (guapos!), aunque me descolocó un poco pensar que uno de ellos, el de ojos más claros, iba a ponerme la mano encima y tal vez a pasar un rato... "entretenido", pero no fue así. Una pena, nunca se sabe qué habría ocurrido.

Más cosas. Alberto. Una delicia recuperar aquellos tiempos en los que salir de marcha significaba bailar hasta la hora que fuera, sudando la camiseta y consiguiendo atraer las horrorizadas miradas de las maricas que nos rodeaban con nuestros bailes sugerentes y lujuriosos. Y buscar y cazar a los tipos interesantes para que él (evidentemente) no durmiera solo. Y no lo hizo. Qué chico más majo y mono e interesante se ligó con un estilo que me recordaba tanto a mí mismo en mis mejores épocas que casi hasta me sentí oruglloso. Me hizo mucha ilusión y me alegré francamente por él, pero por otro lado mi cacería no llegó a buen fin porque estaba sufriendo un marcaje implacable de Javi (normal, yo me dejaba besar y acariciar, que para algo es mi novio) y un tipo de ojos claros, camisa blanca y jersey a la cintura estuvo a punto de caer, pero por lo visto para él tres éramos multitud. Si se hubiera lanzado, lo habría pasado muy bien, jejeje.


Y tema final: mi Thomas. Porque es "mi" Thomas, que quede claro. Alemán, alto, rubio, ojos claros, madurito interesante... Ejem, el caso es que la tarde que estuve yo solo, tras la entrevista, entré en un típico bar de Chueca, el Acuarela, donde dos alemanes (lo descubrí después) leían plácidamente. Y yo, con mi libro de Matilde Asensi, me senté frente a ellos... casualmente frente al más guapo. Miradas, sonrisas, coqueteo inicial, pero el punto fuerte fue abrirles una botella de Solán de Cabras (a partir de ahora mi marca favorita de agua jeje) y sentarme en su mesa a charlar... en inglés! Por suerte me descubrí más capaz de lo que pensaba y ellos más comprensivos con mi terrible acento. Estuvimos un buen rato y quedamos a la mañana siguiente, yo aún solo, para ver algo de Madrid con ellos. Ese par de horas pateando Cibeles, Neptuno y el Paseo del Retiro fueron deliciosas en el sentido más adolescente de la palabra. Thomas, el guapo (para mí), dio muestras evidentes de interés, llegando a tocar mi espalda, dejar la mano apoyada en ella e incluso bajando un poco más... Y yo, preocupado, claro. No iba a pasar nada, pero el mero hecho de sentir que alguien coqueteaba conmigo, que seguía interesado y que no se cortaba ante nada me excitaba y me llenaba de recuerdos de estupendas sensaciones. Javi llegó pero aún así quedamos para cenar con ellos en una casa de comidas ("tipical spanish food"). Mi novio, que ya me conoce como si me hubiera parido, me dio algo más de manga ancha, dejando que Thomas se propasara levemente. Pero no había nada que hacer, no le iba eso de estar tres en la cama por lo visto (joer, dos de dos, qué puente, madre mía) y en todo caso era o sólo conmigo o nada. Y en esos momentos en los que la película se queda muda y hay una muy escogida música de fondo y todo parece detenerse... Pues dije que lo sentía mucho, evidentemente, pero que no podía dejar a mi novio fuera de la ecuación. Eso sí, no impidió que siguiéramos coqueteando y dicíendonos bobadas en cada bar mientras su mano exploraba las partes más tapadas de mi peto. Mi culo por lo visto le dejó gratamente sorprendido, no debe ser tan grande como yo pensaba... En fin, se mantendrá el contacto, pero Berlin está un poco lejos para ir de visita los fines de semana :) Una oportunidad de satisfacer una fantasía sexual de hace años: alemán, rubio, ojos claros y maduro sin que se note. La foto no habla muy bien de él, pero le daba por decir "cheese" y claro, los dientes no siempre aparecen cuando deben.




En resumen, un fin de semana completito y muy interesante. De haber estado soltero habría sido doblemente interesante, pero las cosas no siempre son como deseamos. Muchas veces siento que la presencia de Javi me obstaculiza muchas cosas en mi vida, que podría estar ahí fuera ligando como un niñato de 20 años porque por lo visto a mucha gente aún le resulto interesante. Debe ser que se me acerca la crisis de los 30 y me está afectando a este aspecto de mi vida. Sin embargo sigo al pie del cañón, porque de un modo u otro me compensa la tranquilidad de la vida en pareja y la relación a largo plazo. De momento no quiero darle más vueltas, porque tengo otras prioridades en mi cabeza. Dejemos que todo fluya, como el río llega al mar. Pero cómo me habría gustado estar una noche entera a solas con Thomas y saber qué habría pasado...

11 octubre, 2006

Triángulos

Martes, 10 de octubre de 2006

Los triángulos... Hace tiempo que quería hablar de ellos. No es que sean mi figura geométrica favorita, pero tienen un puntito interesante muy jugoso, que hasta las religiones y las superticiones han sabido aprovechar para darle una importancia que cualquier matemático consideraría innecesaria, dado que es una forma simple, sencilla y fácilmente analizable. En realidad son tres puntos en el espacio unidos por líneas rectas. Y ya está. Podemos calcular el área, el perímetro, hacer bisectrices, mediatrices, alturas... Pero siguen siendo tres puntos en el espacio unidos por líneas rectas, como si el resto de las cosas no fueran con ellos. De hecho, analicémoslos más de cerca...


Los puntos pueden estar equidistantes entre sí, pero desde luego no es lo más habitual. Generalmente hay unos más cerca de otros, tensando o apurando la distancia de las rectas que los unen, intentando no acaparar más espacio del que les ha sido asignado por más que lo deseen. Cuando no equidistan entre sí, las distancias pueden ser tan engañosas como el propio triángulo y cada triángulo es un mundo por descubrir. En los triángulos rectángulos se cumple el Teorema de Pitágoras, donde dos catetos tienen cierta relación con la hipotenusa, pero sólo si se ponen de acuerdo. Debe ser que la hipotenusa es demasiado digna y no quiere relacionarse con un solo cateto, así que busca que se unan para complementarse y llegar a su nivel. Ella siempre me cayó mal en clase de mates. La hipotenusa nos indica que hay dos puntos más alejados entre sí que ambos del tercero, con lo que separa más que une, o bien deja al punto más cercano bien amparado por los otros dos, que insisten en no acercarse para evitar el desmembramiento del triángulo. Si ya nos vamos a triángulos acutágulos u obtusángulos las cosas cambian, de nuevo entramos en un mundo de posibilidades sólo marcadas por un ángulo director que hace que las rectas se acorten o se alarguen a su antojo. Ese ángulo está basado en un punto del que parte, con lo que finalmente uno de los puntos dirige todo el cotarro para que el triángulo tenga una conformación espacial a su antojo y gusto. En resumen, marca las normas.



Salgo de madrugada para Madrid con una sensación algo agridulce, como siempre que emprendo un viaje. Voy emocionado, porque es una entrevista en la que, pase lo que pase, tengo intención de quedar mejor que bien, es el comienzo de unos días de descanso, y Madrid para pasar unos pocos días de turista me encanta. La parte negativa es que no voy del todo convencido de querer o incluso merecer el puesto al que me presento, que hay mucha gente a la que ver y poco tiempo para ello, me voy preocupado por unos amigos que dejo con problemas internos que no puedo resolver y que no sé si estoy haciendo lo correcto tomando la actitud que estoy tomando hacia ellos. El día en el que decidí de forma consciente ser adulto y minimizar al máximo mis momentos de infantilismo, creo que no me di cuenta de que implicaba actuar de forma responsable aunque sea lo que menos apetezca o nos cause algún tipo de dolor residente. Nunca he querido ser "borde" para conseguir mis objetivos, siempre me daba miedo pensar que la otra persona podría ofenderse y alejarse. Hoy me doy cuenta de que a veces es necesario, que no siempre hay que recular y dorar la píldora porque posiblemente no cumpla la función que deseamos. La mítica frase de "me duele a mí más que a ti" puede ser totalmente aplicable, pero suena vacía cuando se ha vivido desde ambos lados. Quiero a mis amigos, a algunos hasta les necesito, pero me duele no verles felices y más aún no poder ayudarles a serlo aún más. Lo siento si no lo estoy haciendo bien, me estoy esforzando todo lo que mi pequeño cerebrito me permite. Qué queréis, soy rubio...

09 octubre, 2006

The devil wears Prada

Domingo, 8 de octubre de 2006


O en castellano: "El diablo viste de Prada". Fue la película del sábado. No voy a hacer una crítica cinematográfica porque todos sabemos que no es lo mío y posiblemente al final sería un texto aburridísimo de mi índice y corazón (lo de puño y letra no viene a cuento en la era moderna). Pero bueno, al menos haré un par de comentarios.

Es una película que se deja ver, divertida, tierna... La Hathaway hace lo mismo de siempre, como hizo en "Princesa por sorpresa" (I y II) y cintas por el estilo, con una gran actriz al lado que es la que da peso a la interpretación. Hace la niña de tontita inocente que deja colgados a sus amigos y luego se arrepiente de su error. Al menos en eso es convincente. Pero la que gana el premio sin lugar a dudas es la gran dama Meryl Streep. Es que la mujer se sale haciendo de borde. Porque no es que sea mala, al menos no intrínsecamente, simplemente el resto de la humanidad no está a su altura. Pero son circunstancias de la vida.

Hay unas pocas frases míticas que se quedan grabadas. Una de ellas es: "No tengas prisa, sabes que me encanta esperar". Una ironía que me temo que Javi me dejará caer de vez en cuando. "Creo que necesitaremos vaselina y un calzador". Cuando quiera ser cruel al ir de compras con una amiga/o. Y poco más, la verdad es que es mucho más refrescante la actitud soberbia de la Streep ante... bueno, ante el mundo en general, como he dicho. Me gustó mucho su monólogo acerca de cómo las grandes marcas de moda son las que finalmente llegan de un modo u otro al gran público de grandes almacenes con el paso del tiempo. Todos somos esclavos de la moda al final.


Ha sido un fin de semana durillo, complicado y de esos que hay que coger con pinzas. Pero qué bueno es hablar y al menos limar asperezas, odio llevarme el agobio a la cama. La semana que entra es más emocionante: el miércoles cojo un avión a Madrid. Qué tontería diréis. Bueno, lo cojo para hacer una entrevista de mi empresa y tal vez conseguir un cambio de curro (dentro de Phone House). Me llevaré mi nueva pluma (estilográfica) de la suerte por si acaso. Y ya de paso nos quedaremos a pasar el puente. Espero tener cosas que contar a la vuelta y hasta puede que nuevos lectores de este mi cada vez más querido Cuaderno de Bitácora.

Y recordad, a veces el diablo viste de Prada, pero no sé por qué, seguro que a mí me gustaría más verlo de Armani...

06 octubre, 2006

Soledad

Viernes, 6 de octubre de 2006

Es un nombre bonito para una chica, desde luego. O será que me suena bien en esta noche de quietud absoluta, en la que apenas escucho un ruido diferente del que hace el ventilador del ordenador, el tintineo de la conversación de messenger que estoy manteniendo y los crujidos erráticos de la madera del suelo. Soledad.


Esta tarde he sido inconscientemente consciente de que no podría vivir solo. A veces he fantaseado con la idea, pero siempre de un modo muy imaginativo y desenfadado, posiblemente a sabiendas de que no sería así. Esta noche, sin embargo, es diferente. Iba sentado en el autobús número 10 que me deja en la puerta de casa, pensando en si me apetecía cenar o no, dándole vueltas a si iba a ver la tele o subir directamente al ordenador... Iba a pasar una noche completa solo, puesto que Javi está en su pueblo, sin quedar con nadie y aprisionado en mis propios pensamientos. No es una noche que vaya a sufrir ni nada por el estilo, simplemente me ponen un poco melancólico. Me recuerdan lo mucho que necesito tener a alguien cerca, alguien que me escuche, que me diga lo que le ha pasado en el día, que se ría conmigo de alguna gracia que se me escape... En definitiva, alguien que comparta conmigo el día a día, su día a día y que permita un intercambio fluido de palabras. Comunicación, en resumen.

Las relaciones (a distancia o en cercanía) en las que no hay comunicación de algún tipo se vuelven estériles tarde o temprano. Cuántos amigos se han perdido en las arenas del tiempo porque se fue dejando, se fue dejando... Soy una persona muy comunicativa, tal vez en exceso, lo reconozco, pero necesito que sea algo recíproco también, porque si no me da la impresión de que agobio y asfixio. Puedo ser muy dejado si la otra persona no me pincha de alguna manera para seguir con la comunicación, aunque puedo emocionarme en exceso y estropearlo por mi propia mano. Cosas de no haber practicado el autocontrol hasta hace bien poco...


¿Es cosa mía o el sueño está haciendo que desvaríe más de lo normal?

05 octubre, 2006

Lo nuestro no es química, es física nuclear

Jueves, 5 de octubre de 2006


Hoy he leído esa frase en un periódico, creo que era de un anuncio. Y rápidamente se me ha venido a la cabeza mi amigo Diego, que es físico, aunque no nuclear. Y la segunda persona en quien he pensado para relacionarla con la frase es con la persona que pasé la tarde del miércoles.

Porque sí, señoras y señores, el miércoles pasé la tarde entera en Pamplona, disfrutando de una agradable compañía y una conversación retrasada y por ello más esperada aún. Y ciertamente lo nuestro no es química, es física nuclear. Las chispas saltaban al menor contacto, posiblemente por la retención de ganas y tanto tiempo controlando los gestos, las palabras, las complicidades... Y cuando por fin sucedió todo, cuando el sueño se hizo realidad, vivirlo fue una experiencia de las que no se olvidan nunca, porque la memoria se dedicará a revivirlas una y otra vez. Los detalles se irán borrando poco a poco, pero las sensaciones vividas, los impulsos desatados, seguirán conmigo para siempre. Cuántos abrazos, cuánto cariño, cuántas frases que había por decir.

Confieso que tenía miedo, mucho miedo, además de muchas ganas. Tenía miedo porque no sabía lo que iba a encontrarme ni lo que me podía llevar de vuelta. Estaba aterrado por haberme creado una fantasía a mi alrededor, alrededor de un recuerdo, y encontrarme con la dura realidad, mirándome de frente y riéndose en mi cara. Y sólo vi mi reflejo en unos ojos verdes que parecían tan asustados como yo de lo que pudiera pasar y de lo que pasaría después. Y encontré a un ser sensible, cálido, cercano, que se dejaba abrazar en cada momento y que me otorgaba el calor de sus besos. Sentimos, como tantas otras veces, que la conexión era profunda, que nos entendíamos en cada acción.

Son esas situaciones y personas en las que te das cuenta de que no te conoces de casi nada, pero que comprendes cada uno de los procesos mentales de la otra persona. No somos clones, pero funcionamos de un modo muy parecido. Como todo en esta vida, tiene su parte buena y su parte mala y ambas saltan a la vista a poco que se piense. No puedo ni me creo capaz de resumir en unas cuantas líneas toda la amalgama de emociones que recorrieron mi cuerpo, las buenas y las malas, las positivas y las negativas. Tampoco quiero, ponerlo en palabras no serviría para nada y posiblemente lo desvirtuaría al no expresarme como quisiera. Es una pena que las "primeras veces" sólo ocurran una vez en la vida y que la siguiente ya tendrá un precedente y no será igual. O quién sabe, puede que sea mejor... Me complicarás la vida. Ya me la has complicado.


Hoy he estado un poco ausente, posiblemente asumiendo lo que viví ayer y de lo que aún me cuesta recuperarme. Mañana tengo que retomar el ritmo normal de vida, ponerme la máscara y seguir adelante. No ha sido un punto de inflexión, simplemente ha sido un punto en el camino. Lo que yo sienta, lo que yo viva, queda para mí, no voy a compartirlo con nadie. El despertador sonará, habrá una canción en la radio y abriré los ojos. Y a vivir.

04 octubre, 2006

Emociones contradictorias

Martes, 3 de octubre de 2006

Queramos o no, las emociones guían nuestra vida. Incluso las personas mas frías sienten alguna vez un pequeño ramalazo de algo que puede agitar levemente su respiración o al menos alterar durante un latido su pulso cardíaco. Esas emociones nos pueden guiar a sensaciones deliciosas o desagradables, siempre dependiendo de los numerosos factores que nos rodean. Amor, celos, envidia, odio, cariño, dolor, rabia... La lista es demasiado larga para ponerla por escrito y no es mi intención hacer un repaso exhaustivo. Sólo hacer ver que podríamos enumerar tantas como estrellas decoran el firmamento.

Una situación complicada derivada de sentir, de ser humano y ser consciente de que se siente y por qué se siente, es la de las emociones enfrentadas. Tener en nuestro interior dos (o más) sensaciones luchando por hacerse con el control de la situación y las acciones, es como llevar dentro una especie de montaña rusa donde no te diviertes en absoluto, porque no sabes cuándo llegará la última bajada. Podemos usar el freno de mano para intentar parar en seco, pero suele conllevar un pequeño movimiento de inercia que no nos deja en el punto exacto que deseábamos.

Ha sido un día algo movido, como siempre a nivel laboral, que es lo que más horas ocupa mi vida. Las emociones enfrentadas se lo han pasado pipa dándome caña desde que me he levantado. Me he quedado un poco dormido y por poco no llego a trabajar, pero en el fondo me hubiese gustado quedarme en la cama y dejar que la vida siguiera adelante sin mí un rato más. Cuando ha llegado la chica de prácticas, tenía verdaderos deseos de que aprendiera, enseñarle de la mejor manera posible y sentirme necesario al menos temporalmente; sin embargo me he llegado a angustiar cuando he sido consciente de lo que significa tener a alguien pegado a ti para absorber conocimientos de cada movimiento que haces o para asegurarse tu aprobación ante cualquier acto que lleva a cabo. Mañana voy a coger el coche de mi padre para un viaje y estoy ciertamente emocionado y encantado porque adoro conducir por muy mal que se me de; pero me embarga una extraña sensación de inseguridad y miedo por lo que pueda pasar, porque el coche no es mío y no quisiera estropeárselo a mi padre ni tan siquiera con un roce...

Podría seguir desgranando cada minuto del día con lo que se me ha pasado por la cabeza, pero no creo que resulte demasiado interesante ni tan siquiera para mí (de hecho, menos aún para mí, que lo he vivido en primera persona). Basta decir que este tipo de contradicciones, o al menos choques de sensaciones, me dan pie a reflexionar sobre mí mismo y mis continuas luchas internas y hacia dónde me mueven. Hay una conclusión común que siempre saco en limpio y que no me causa ningún pudor reconocerla en público: sentir, chocar, emocionarme, encontrarme, me hace sentirme VIVO, porque sé que el día que deje de sentir, será porque mi corazón ha dejado de latir. Y aunque todos sabemos que siempre existen las arritmias temporales, para mí son períodos de apatía completa. Con lo cual soy feliz de tener emociones contradictorias y voy a seguir disfrutándolo siempre que pueda.

03 octubre, 2006

La historia continúa...

Logroño, 29 de septiembre de 2006


El vampiro se acercó con cautela al destartalado vagón de caravana circense. No tenía pérdida dado que era el de más brillantes colores, lleno de estrellas y lunas, con unas enormes letras amarillas anunciando el nombre de "Madame Luna". Una mortecina luz asomaba por la pequeña venta, indicando que su propietaria estaba en el interior y aparentemente sola. Era una locura acudir a una vidente gitana, pero aún así era la mejor de la zona y sólo pasaría esa noche en la ciudad. La feria era itinerante, tal vez demasiado, y más valía aprovechar la oportunidad de consultar a alguien que comprendiese los nudos del tupido telar del destino como si los hubiera tejido ella misma.

La verde puerta de madera no estaba cerrada y se abrió chirriante dando acceso a una pequeña estancia atestada de estanterías y baúles en los que se acumulaban infindad de aderezos relacinados con la puesta en escena de sesiones de espiritismo, magia casera, velas de diferentes colores e inciensos mohosos que posiblemente sólo darían aroma a carne podrida. En el centro, alumbrada por una pequeña lámpara que colgaba del techo, una mesa redonda con un tapete blanco aguardaba con Madame Luna al otro lado, que barajeaba sus cartas con los ojos cerrados. Conociendo la estrecha relación de los gitanos con los Ravnos, era arriesgado dar un paso más, pero valía la pena es efuerzo si finalmente conseguía respuestas a las preguntas que tanto le acosaban en cada sueño diurno. De todos modos los agudos sentidos del vampiro no detectaron ninguna ilusión en el carromato, así que cerró la puerta y se sentó en la silla que quedaba vacía.

"Te esperaba, criatura de la noche. Tu llegada me había sido anunciada". Era una frase que dejaba abiertas varias posibilidades dado que podría ser cierto que la anciana hubiera sido avisada por algún espíritu protector, o tal vez por un contacto vástago... O podría ser algo tan mundano como el ruido de las pisadas acercándose. "Sé que tienes preguntas, continuó ella, así que toma las cartas y dejemos que nos digan lo que quieres saber.". El vampiro se concentró en sus dudas y mezcló la baraja lentamente, casi ordenando cada naipe en su lugar. Cuando se las entregó a la gitana, ésta tenía una enigmática sonrisa en la cara. "Todo está decidido, sólo tenemos que ver qué es".

"Primera carta: la muerte. Curioso, viniendo de un ser como tú. Se avecinan cambios, cambios importantes. Van a ser drásticos y no necesariamente agradables, pero debes superarlos o te sobrepasarán. De ti depende que los aproveches como revulsivo. No te asustes y sé firme con los acontecimientos que te lleguen.

Caramba... Los enamorados. Hay amor en tu vida, de eso no cabe duda. Sin embargo, tal y como muestra la carta, hay un enamorado con dos posibilidades y sólo puede quedarse con una. Ya sabes de lo que hablo, ¿verdad? Sí, lo leo en tu mirada, aunque también veo que la decisión está tomada, sólo has venido a confirmar que tus acciones han sido las correctas.

Claro, claro... Fíjate, el sol y la luna, una detrás del otro. Indican momentos de felicidad, de plenitud, satisfacción. Parece que todo sigue en la dirección correcta, ¿eh? Sin embargo se solapa con momentos de nerviosismo, angustia, malas vibraciones, como si algo no fuera como debiera. Son cartas que pueden parecer un poco contrapuestas pero en realidad y dadas tus circunstancias, forman una pareja perfecta, donde los positivo y lo negativo se entrelazan.

La torre, los conflictos, disputas. ¿Con quién vas a pelear, vástago? Veo una discusión fuerte, gritos, amenazas y malas palabras. Hay tristeza después y momentos tristes, pero no puedo ver a las partes implicadas. ¿Un hombre tal vez? Tampoco puedo saber quién saldrá peor parado, ni menos herido, simplemente que será una lucha sin cuartel.

Oh, vaya, la templanza, el equilibrio después de la batalla. Suele ocurrir, es lógico. Parece que después de tu conflicto habrá momentos de calma y tranquilidad, podrás estabilizarte de nuevo, todo volverá a su cauce y tendrás tiempo de organizar tu no-vida de nuevo. Deberás tomar las riendas y tener cuidado, porque tal y como se ve en la figura del dibujo, se requiere una gran concentración para mantener el flujo entre las dos vasijas.

La última carta: el ermitaño. Un hombre que aconseja, un amigo, tal vez alguien muy cercano que te guiará por el camino con su linterna y su sabiduría. Debes hacerle caso porque sólo desea tu bien, aunque su apariencia no sea esa. Aparecerá en breve, y tal vez sus palabras te suenen lejanas, inadecuadas o torpes, pero escúchalas, porque encierran prudencia y bondad. Será una oportunidad que no deberás desaprovechar.

y finalmente, esta carta te representa a ti y es... vaya, vaya, vaya. La fortaleza, una gran virtud. Parece que tienes una gran potencia interior, tal vez más de la que crees. Tienen también capacidad para soportar todos los cambios que se avecinan, aguantando cada golpe y cada alegría manteniendo tu esencia fija. Tus convicciones son fuertes y eso es bueno, muy bueno por todo lo que te rodea. Parece que aunque todo se hunda a tu alrededor, vas a poder aguantarlo, no digo que con alegría, pero podrás con todo.


Y bien, criatura, ¿te dicen las cartas lo que querías oír o bien te revelan algo que no deseabas conocer?"

El vampiro miró fijamente a la anciana intentando saber si le había mentido o había inventado alguna parte de la lectura, pero sus miradas fijas en las pupilas del otro eran más bien un desafío de concentración. Finalmente la luz parpadeó levemente y rompió el momento. Él se levantó de su silla y dejó una bolsita de fieltro negro sobre la mesa con el pago. Eran unas baratijas mágicas, pero creía que serían mejor que darle dinero. Salió sin despedirse y se encaminó a su coche, en el aparcamiento de la feria. Las palabras de la gitana resonaban aún en su mente cuando se sentó en el asiento del conductor y llegó a sobresaltarse cuando el móvil comenzó a vibrar en su bolsillo. Miró quién le llamaba y descolgó con una sonrisa. "Esperaba tu llamada".