29 septiembre, 2006

Una tontería que te alegra el día

Jueves, 28 de septiembre de 2006


No estoy seguro de que se aprecie bien en la foto, tomada con apresuramiento con mi movil antes de coger el bus para ir a trabajar. Debería poder verse la etiqueta del buzón de nuestra casa, con nuestros dos nombres, el suyo y el mío. Lo teníamos pendiente, pero al final lo ha hecho él solo y lo ha puesto un rato de estos. Me ha hecho mucha ilusión, ahora el cartero ya podrá dejar cartas a mi nombre (bueno, un paquete ya lo ha hecho, pero supongo que guiado por el número de puerta). Esto se convierte más en un "nosotros" y la cosa parece que va viento en popa y sin tormenta cercana en el firmamento. Son pasos pequeños que vamos dando, pero en realidad sólo indican que llevamos la dirección correcta, el camino adecuado. Y es una tontería pequeña, pero le alegra el día a uno saber que su novio, su pareja, está satisfecho con su relación conmigo. Al menos en su mayor parte, supongo que alguna cosa tendrá que decir, pero de momento no parece grave. Habrá que disfrutar del buen momento, digo yo, en vez de agobiarme pensando que la próxima crisis estará a la vuelta de la esquina...


En otro orden de cosas, pero en la línea de tonterías que le alegran a uno el día, hemos tenido un bimbambum con un murciano que venía a dar un curso de verano en la Uni y contactó por gaydar con nosotros. Tampoco es que sea para ponerlo en portada, pero es agradable sentirse gustado y gustar a alguien que te dora la píldora aunque sólo sea por acostarse contigo (o después de hacerlo, que es mejor). Supongo que no estoy acostumbrado a que me lo digan y me sigue encantando sentirme atractivo. Oh, y no me refiero a que Javi lo haga o lo deje de hacer, él es mi novio y tenemos nuestros momentos para decirnos esas cosas, pero se sobreentienden. Me refiero a alguien ajeno a mi relación, alguien que conociéndote poco o mucho, te diga cuatro tonterías acerca de lo guapo que le pareces y algo por el estilo. Le anima a uno el día, en serio. Y me gusta tener días animados, a quién no...

27 septiembre, 2006

Madrugada mimosa

Martes, 26 de septiembre de 2006


Esta noche estoy un poco mimoso. Supongo que una tarde ajetreada en el trabajo que me ha dado algo más de estrés del que quisiera tener, ha influído. Imagino que la reunión de la asociación (tras un mes y medio sin aparecer) en la que los gritos siguen siendo lo más interesante, ha tenido algo que ver. Doy por hecho que ver el episodio de QAF hasta el final, es parte del asunto. El caso es que estoy un poco sensible y me ha dado por pensar en la gente a la que quiero y aprecio y a quienes no suelo decírselo muy a menudo. Muchas de esas personas no conocen la existencia de este Cuaderno, pero aún así quiero que queden nombradas para que consten. No tomaré un orden especial, así que nadie debe sentirse ofendido/a, simplemente iré recordando y los nombres irán saliendo solos.


Diego, que dice que me echa de menos, no tienes ni la más mínima idea del apoyo que has sido en ocasiones en las que ni yo mismo sabía lo que quería, haciendo de mi parte racional, siendo fiel auditorio a mis devaneos.

Montse, reciente descubrimiento, que eres capaz de apatar todos tus problemas y precupaciones para que te ponga al día de mi vida y escucharme y darme tus consejos de amiga. Y yo hablo y hablo y me suelto como si no pudiera esconderte nada... Porque no tengo nada que ocultarte.

Alberto, tardamos en fusionar la amistad, superamos las dificultades que la juventud y las hormonas nos pusieron delante... Ahora, a veces lejos, a veces distantes, creo que fui afortunado al tener aquel paseo por el Parque de los Jesuítas y conocerte, abrazarte y dar tantos pasos juntos.

Jon, eres un asunto no resuelto que me sigue recordando aquellos tiempos en los que me guiaba sólo por mi locura y tú estuviste dispuesto a acompañarme. Siento el daño que te hice y me alegro de que pudieras perdonarme, porque a pesar de los pesares te mereces mucho más de lo que yo podría o puedo darte.

Iker, siempre pendiente de mí, queriendo ser lo que yo necesite para que no decaiga mi ánimo ni mi espíritu, recordándome que yo también pasé por lo mismo y que la vida se hace complicada dependiendo del lado del espejo desde el que se mire. Te diga lo que te diga, sabes que aprecio que te preocupes por mí, pero me siento más cómodo haciendo de "hermano mayor". Eres un amor.

Cristian, qué gran oportunidad perdiste al irte a Chile (no he podido evitar dejarlo por escrito). Cada vez que hablamos, aunque sea cada seis meses, vuelvo a recordar por qué estuvimos a punto de cometer una locura. Gracias por aparecer de vez en cuando para darle sonrisas a mi vida.

Ignacio, mi amigo, el mejor amigo que pude tener en la universidad, el que me enseñó casi todo lo que sé de juegos e informática aplicada a ellos. Con quien me quedaba dormido en el sillón de su habitación mientras sonaba el "Dust in the wind", a quien acudía cuando me sentía solo o cuando no tenía otra cosa que hacer. Quien me abría las puertas de su casa sin preguntar la hora que era, quien me hacía sentir tan cómodo como era posible entre examen y examen. Cuántos grandes momentos juntos...

Manu, caramelito, tú y tu cruda aceptación de la realidad, siempre haciéndome ver el otro punto de vista para que el golpe no fuera tan duro. Pese a los desplantes y la distancia física creo que mantenemos una relación de igualdad en la que cabe desde el cotilleo más humillante, a la reflexión más elevada. Aún tienes que darme ese abrazo que me prometiste.

Susana y María, nuestras niñas de Logroño. Hacemos seguimientos mutuos de nuestas vidas de mes en mes, actualizando las noticias y poniendo en común las novedades. Son un anclaje perfecto a mi pasado. No son necesarias grandes confidencias para forjar una amistad sincera, simplemente hay que desear hacerlo y mantener esa amistad.

Inma, quién nos lo iba a decir cuando nos sentábamos juntos en clase de COU. Al tiempo coincidimos de nuevo presentados por un amigo común y fue como continuar desde entonces. Tu gran carácter me enseña que hay que tener un par para enfrentarse a la vida, venga de donde venga. No aconsejas, sueltas mazazos de sinceridad y quien pueda, que los encaje. En esta nueva época de mi vida no quisiera dejarte a un lado, porque no te lo mereces.

----------------------------------------------------------------------------------------------------

Supongo que me dejo en el tintero a un montón de gente, gente que con el tiempo se ha ido desdibujando en mi memoria pero que puntualmente fueron tan importantes en mi vida como las personas de la lista de arriba. Si alguien cree que falta algún nombre, que me lo haga saber, estaré encantado de añadirlo.

Gracias, gracias, mil gracias a todas y todos. De verdad, os quiero.

25 septiembre, 2006

Fin de fiestas

Lunes, 25 de septiembre de 2006

Fin de fiestas y consiguiente resaca. No me refiero a una resaca literal, de hecho a pesar de lo movido que fue el sábado por la noche, apenas tengo una ligera carraspera y un poco de tos... La resaca a la que me refiero es lo que me ocurre siempre después de unos días de descanso y desconexión de la vida diaria. Hay que volver a la realidad y eso significa retomar todos los agobios cotidianos. Y el lunes ha comenzado cargadito.

Si las cosas siguen así en el trabajo, creo que voy a reventar por algún lado. Reconozco ciertamente que no estoy siendo el empleado modelo que desea esta empresa, llegando a ser yo mismo el que me pongo en situaciones comprometidas, pero creo que están empezando a pasarse. Y mucho. Y sentir la presión de la jefa de zona en mi nuca, dando voces cuando las cosas no son como ella quiere (casi siempre) y amenazando a diestro y siniestro, hacen que el día a día no sea desde luego un camino de rosas. Porque las cosas no se pueden hacer así, que la gente acaba muy cansada y muy quemada. Las buenas maneras son esenciales en las relaciones personales, sean del tipo que sean, aunque haya una relación de mandato y sumisión laboral. Y si a mí se me exige una serie de cosas racionales (o no), espero que a cambio se me otorguen una serie de peticiones no demasiado exageradas que conseguirán que me sienta mejor y que venga con mejor ánimo a trabajar. Y es presión, presión, presión, presión. Cada día, cada correo electrónico, cada comentario acerca de todo. La estoy oyendo ahora mismo en su "despacho" y cada conversación es un toque de atención porque estamos cerca de fin de mes y rozando los objetivos, así que quiere que le demos caña al mono, que es de goma. Como si no tuviera yo bastante con pensar que si no llego a mis propios objetivos el que perderá sus comisiones seré yo mismo y no es que me sobre el dinero, desde luego.


Es evidente que ningún trabajo es perfecto y casi nadie es completamente feliz madrugando cada día para ganarse el jornal. Pero hay situaciones que cansan a cualquiera y tres años metido en estas tiendas de color indefinible puedo asegurar que cansan mucho. Tengo la firme intención de cambiar de trabajo, pero me desanima ver el panorama que tengo fuera. Ya sé que debería echarle un par y lanzarme currículum en mano a quemar la ciudad y los alrededores, pero mis posibilidades son limitadas (problemas de estudiar la misma carrera de la Obregón). Creo que retomaré la intención de colocarme en una consultoría ambiental, que por probar no se pierde nada. Además tengo que hacer ronda de colegios privados por si sonase la flauta, pero eso es casi tan posible como que me tocara la lotería. Y opositar y... y creo que ahí se puede acabar el repaso rápido de mis posibilidades, porque una cosa tengo clara, muy mal tengo que estar para salir de aquí y entrar de dependiente de Zara, por ejemplo. Lo de los sábados libres empieza a convertirse en una necesidad casi vital para mí, amén de unos horarios compatibles con los del mundo en el que vivo. Y más ahora que vivo con una persona con la que me gusta compartir el poco tiempo que tenemos juntos en vez de vernos un rato pequeño a la hora de comer y por la noche, cansados, para cenar y meternos a la cama. Eso ya lo haremos cuando llevemos 10 años casados, pero de momento no es el tipo de relación que me gustaría tener.

Me conozco y conozco mis posibilidades. Cambiar de trabajo para mí es casi tan complicado y rebuscado como cambiar de novio porque me supone un esfuerzo casi titánico. Estoy dispuesto a muchas cosas, pero por otro lado, quién no siente la tranquilidad de ver todos los meses su nómina en la cuenta para cubrir gastos y darse algunos caprichos... No quiero estar ahora mismo teniendo que preocuparme de mis números también, bastante tengo con otras cosas. Y nada de pedir dinero a mis padres, lo que me faltaba, por mucho que me lo ofrezcan. Ahora soy independiente en un sentido casi total de la palabra y estas decisiones sólo me están ayudando a madurar y a afrontar las complicaciones con valentía y la cabeza bien alta. Hoy mismo he colgado frente a mí, detrás del ordenador, el listado de "Tengo que" que me he propuesto cumplir para mejorar. A por ellos, que son pocos y cobardes.

21 septiembre, 2006

Un contador de visitas

Miércoles, 20 de septiembre de 2006

Está oficialmente estrenado el contador de visitas que he instalado esta tarde. Posiblemente sea una tontería, un capricho, porque desde luego no aspiro a que esta página se convierta en un lugar de culto para nadie y que consigamos superar sin problema las 1000 visitas al día. Pero al menos quiero saber que la gente deja su granito de arena y que os acercáis todos, visibles e invisibles, a compartir conmigo mis momentos de reflexión.

Hoy estoy algo cansado, porque ha sido un día movido. Trabajar y salir a disfrutar de las fiestas es bastante incompatible. He seguido dándole vueltas a mis intenciones de cambiar y crecer como persona, me tiene algo preocupado. Soy consciente de que es algo que no pasará de la noche a la mañana y ya he recibido ánimos de varias personas, pero aún tengo miedo de no poder llevarlo a cabo. Me consta que es necesario, un paso en la vida de toda persona que se precie y ojalá que me cueste menos de lo que me temo, aunque sé que el esfuerzo va a ser ímprobo. A veces siento como si sacrificase una parte de mí para dejar sitio a otra que aún no conozco. Intento comenzar por las cosas sencillas, las que puedo controlar y evaluar yo mismo, pero generalmente este tipo de autovigilancia es muy laxa y rápidamente se nos olvida. Es un proyecto importante que no quiero que se me pase como tantos otros en los que me he embarcado. Es un plan a largo plazo con consecuencias a más largo plazo aún. En definitiva, es un cambio en la dirección de mi vida y en cómo afrontarla.

Gracias a quien corresponde por las palmaditas en la espalda, me ha gustado mucho poder leer algo que me hinchase un poco el orgullo y el ánimo. Gracias mil.

20 septiembre, 2006

Conversaciones

Martes, 19 de septiembre de 2006

Hoy estoy cansado, muy cansado. Ha sido un día duro y no especialmente por la actividad física, sino más bien por la actividad mental. Ha sido un día de Conversaciones. Al menos de dos grandes Conversaciones, más la segunda que la primera.

A media tarde, he tenido una de esas conversaciones que son dolorosas pero necesarias. Alguien me ha llamado y hemos estado comentando ciertos aspectos de mi vida que prefiero no detallar a continuación. En algún momento casi he sentido las puñaladas, pero no en un sentido dañino, sino más bien es el tipo de dolor que se siente cuando sabes que alguien te está diciendo las verdades a la cara y no te queda más remedio que apretar los dientes y aguantar. Tal vez ha pecado un poco de ser "cruelmente sincero", pero sé que no lo ha hecho con mala intención, sino más bien al contrario. Sé que su intención es que yo mejore como persona, que mi relación mejore y se beneficie y que, ya que nos ponemos, la paz reine en el mundo (bueno, esto es un añadido mío). Sin embargo muchas veces nos gustaría que acompañando a la "puñalada" ficticia, nos diesen unas palmaditas en la espalda diciéndonos que alguna cosa hemos hecho bien y que a eso podemos aferrarnos para saber que vamos por el buen camino, que no somos tan desastre como nos sentimos. No ha sido posible, a partir de ahora tendré que darme las palmaditas en la espalda yo solo.

La segunda Conversación ha sido con Javi. A cuenta de la mala cara que se me ha quedado de lo anterior, me ha preguntado qué había pasado, de qué habíamos hablado... Y he visto la oportunidad de sentarnos y hablar. No ha sido tan fructífera como yo hubiese querido pero al menos ha sido un avance. He puesto sobre la mesa lo que veía bien y lo que veía mal, lo que me daba miedo y lo que deseaba, lo que estaba dispuesto a hacer y lo que estaba en mis manos. La buena noticia es que los dos vamos por el mismo camino y hacia la misma meta, la mala noticia es que apenas he sentido palmaditas en la espalda. Otra vez será. Como siempre yo he hablado, me he explicado y he encontrado una mirada en el infinito y unas respuestas más concisas de lo que quisiera. Supongo que eso me hace plantearme tener Conversaciones más a menudo para recopilar más información de la poca que se me ofrece.

El resumen del día es relativamente sencillo dadas las circunstancias. Tengo mucho que cambiar en mi vida, en mí mismo. Ser como soy en algunos aspectos no es lo mejor y debe ser corregido, aunque sé que me va a costar horrores y voy a necesitar un montón de ayuda de la gente que tengo cerca. Tengo que controlar mi lengua, mi querida lengua que yo consideraba tan natural y fresca. Por lo visto (y ya me lo habían avisado en otras ocasiones) hago más daño del que soy consciente y genero malos sentimientos hacia lo que yo digo con tonta inocencia, pero dañando al fin y al cabo. Tengo que dejar de querer ser de forma continuada y repetitiva el centro de atención porque acabo pisando a la gente con tal de llevarme el foco. Tengo que ponerme las pilas en las tareas de casa, porque aunque es evidente que no estoy acostumbrado a hacerlas, no puedo vivir del cuento toda la vida. Tengo que cuidar mi relación, porque Javi se está esforzando mucho y poniendo mucho de su parte para que esto funcione y no puedo dejarle solo. Tengo que... Tengo que madurar, en definitiva, dar el paso dejando de ser un niño insoportable (a veces, pero más de las que debiera) y sacando el hombre que dicen que todos llevamos dentro. Espero que no sorprenda que mire al futuro cercano y sea como asomarme a las fauces del mismísimo abismo. Me provoca vértigos, un pelín de ansiedad y bastante acojone. Es normal sentir nervios con un paso tan importante, o con varios de ellos al menos. Pero voy a dar el paso, no me queda otro remedio si quiero conservar lo poco importante que tengo en mi vida.


Espero que si alguna vez os necesito para apoyarme cuando flaquee, estéis a un tiro de llamada (pago yo). Os quiero (que esta noche estoy un poco sensible y necesitado de cariño).

19 septiembre, 2006

Cambio de tercio

Lunes, 18 de septiembre de 2006

Hoy, hablando por teléfono con un amigo de las lejanas Islas Afortunadas (¡feliz cumpleaños Manu!), hemos llegado a la conclusión de que toda la gente que escribe blogs finalmente los convierte en una especie de vertedero de sus frustraciones, penas, desengaños y malos pensamientos. No hay más que darse un paseíto por la red, sin esforzarse mucho. Cualquiera que se ponga a leer mis entradas del último mes se hará una imagen de mí que difícilmente será completa (aunque no digo que no sea desacertada) porque aunque la idea original de mi Cuaderno era reflexionar sobre la vida misma, que algunos conocidos selectos fueran partícipes de mis devaneos y tener un espacio para mí mismo y mis intimidades, ha terminado como el libro de anotaciones de un bipolar dramatista e infantiloide. Insisto, no es que sea una idea desacertada, pero creo que sólo muestra una parte de mí y no el conjunto entero. Además, desde que me pongo tan melodramático, apenas escribís comentarios, y eso no me gusta nada, ¡que lo sepáis! Contentito me tenéis algunos...


En fin, al tema, que es para lo que me pagan. Hoy podemos proponer un tema bastante relacionado con las fechas que corren, al menos por aquí. Las fiestas de la vendimia de Logroño, los Sanmateos. Y, sinceramente, no son del todo recomendables, por mucho que os engañen las consignas que el Ayuntamiento manda hasta aburrir. Son fiestas ñoñas y sosas, sin una idea clara y con un programa aún menos lógico. A las pruebas me remito con echar un vistazo al panfleto. Lo que yo os diga, sosas y ñoñas. Porque además de que los actos más interesantes son por la mañana, cuando el 90% de la población está currando como cabrones para pagar estas fiestas tan "populares", por la tarde los actos quedan un tanto cojos, mal coordinados y desde luego poco o nada atractivos. Este año, en el que he tenido la gran suerte de trabajar sólo por la mañana (hasta las 4, alguna ventaja tenía que tener estar en tienda de calle), me temo que no va a mejorar mucho respecto al anterior. Hoy al salir de trabajar, mi señor marido y yo hemos decidido dar un paseo para empaparnos un poco del espíritu festivo, dado que al barrio no llegan ni los restos, tan lejos que estamos. Al repasar el programa se nos ha caído un poco el alma a los pies porque a las 6 había toros, a las 7 partidos de pelota y algo de teatro de calle y poco más hasta la noche, con los conciertos (¡y hoy sin fuegos artificiales!) y el toro de fuego. Vamos, de lo más completito. Con lo que nos hemos conformado con recorrer algunas de las calles principales de Logroño y ver a la gente pasear con sus criaturas adorables y chillonas (algunas).

Que digo yo que hacer un programa de fiestas completito y con bajo presupuesto tiene que ser complicado, pero que seguro que con algo más de cabeza se puede montar. Al menos con algo más de lógica, que tampoco es pedir tanto, no? Parece ser que para los ediles logroñeses sí. Porque dejar la hora de comer relajada de actividades es estupendo, pero cerrar la tarde a los toros y a los partidos de pelota se queda un tanto... Emmmm.... Anticuado? Aburrido? Qué pasa con la gente que no queremos ni una cosa ni otra? Y las actividades interesantes por las mañanas, únicamente para la gente que está de vacaciones (como los políticos, los profesores y los niños). El resto... Es una pena, tened un trabajo donde os podáis coger vacaciones como los demás o a joderse (se siente por la expresión tan grosera). Y ya quejándonos acerca de mentecatos incapacitados, dicen que en la variedad está el gusto. Pero eso debe ocurrir en otras ciudades, porque aquí es mejor hacer un calco no sólo de lo mismo que el año anterior, sino del mismo día anterior. Combinando un poco los grupos de teatro callejero a diferentes horas para llenar huecos, poniendo un par de grupos musicales algo conocidos en la plaza del Ayuntamiento y soltando a las peñas para que hagan ruido por la calle, nosotros nos quedamos contentos, hacemos un programa de bonito diseño y además se puede contar que hay un montón de actividades diferentes, vamos, por lo menos más de diez. O más aún. Espera que me faltan dedos...

Y es que me pone muy malito hablar de este tema, porque además en mi tierna juventud estas fiestas eran las más esperadas porque te permitían desfasar todo lo posible justo antes de comenzar el curso lectivo, lo que le daban una relevancia especial. Y ahora, algo más adulto (posiblemente eso influya en mi opinión), me doy cuenta de que se siguen haciendo las mismas cosas y no digo trayendo a los mismos artistas porque a Manolo Escobar hace un par de ellos que no lo traen. Luego dirán que los chavales están todos en los chamizos, bebiendo sin parar y a saber qué más cosas sin parar. Joer, es eso o pagar un riñón y medio para ver cómo torturan y finalmente rematan a unos cuantos toros unos tipos con un paquete de relleno y unas mallas "supermasculinas". Los que no tenemos edad para chamizos nos conformamos con quedarnos en casa, salir un poco por aquello de que estás de fiestas y acostarte pronto para madrugar y trabajar al día siguiente.

Con lo que me gustaban a mí los sanjuanes de Soria...

18 septiembre, 2006

Carta abierta a un hijo

Domingo, 17 de septiembre de 2006

Querido hijo mío,
prefiero escribirte esta carta porque ahora mismo ya estarás dormido y no quiero despertarte. Además, las tonterías que tus papás discuten no son tan importantes como para robarte el sueño y espero que no lo hagan nunca.

Supongo que ayer nos escucharías discutir a tu papá y a mí. Bueno, no pasa nada, los papás muchas veces discuten y se dicen cosas en voz muy alta porque se enfadan y quieren que se les escuche más que a la otra persona. Esta vez tu papá me decía cosas en las que tenía mucha razón y yo apenas podía contestarle, menos aún cuando estaba tan enfadado y no era cuestión de que se enfadara más. La razón por la que me decía esas cosas es porque, como siempre, este papá que te escribe ha hablado más de la cuenta. Los papás a veces se ponen normas sobre asuntos de los que se puede y no se puede (o quiere) hablar en público y yo volví a equivocarme y comenté algo que tu papá no quiere que diga. Posiblemente sea todo una mala interpretación porque vemos las cosas de diferente manera y lo que para mí puede interpretarse como una broma, para él es muy ofensivo. Pero tenía razón, ya me había avisado anteriormente y lo he vuelto a hacer, he hablado más de la cuenta sin pensar en lo que sentiría él. Y se ha enfadado mucho conmigo, muchísimo. Ahora tus papás se hablan poco porque el enfado les hace poner esos morros tan feos que no te gustan nada, que prefieres que te besen, pero yo estoy triste y papá está molesto.

Anoche, después de discutir, estuve un rato pensando, porque los papás, aunque no te lo creas, por muy niños que seamos, de vez en cuando pensamos. Pero poco, para que no se nos caliente la cabeza... Estuve pensando y repasando todo el tiempo que hace desde que tus papás se quieren y todas las veces que nos hemos enfadado. Y me puse muy triste porque me di cuenta de una cosa: siempre que tus papás han discutido, ha sido por mi culpa. Cuando han sido cosas serias, la razón principal era algo que yo había hecho o yo había dicho. Tu papá, el que ahora está dormido, tiene mucha paciencia conmigo. Soy consciente de lo mucho que me quiere y de todas las veces que me ha perdonado, de todos los malos ratos que le he hecho pasar por no darme cuenta, por ser tan inconsciente. Y me doy cuenta de la enorme deuda que tengo con él y que nunca podré pagar. Si tus papás siguen juntos es porque uno de ellos aún no se ha cansado de mí, pero me temo que la paciencia de todos tiene un límite y yo empiezo a agotar la de alguien. No sé aún qué aporto a nuestra relación y darme cuenta de eso me asusta un poco. Cuando dos personas se quieren, como lo hacen tus papás, no sólo importan las cosas "reales" que se pueden contar, a veces intervienen también razones más etéreas como "me haces reír", "le das ilusión a mi vida", "me ayudas a no ser tan serio". Pero cuando una relación ha durado tanto tiempo, la balanza se inclina a otras cosas tal vez menos importantes pero que desequilibran y contrapesan. Se acumulan momentos buenos y muy buenos a lo largo del tiempo, pero también momentos malos y muy malos.

Posiblemente pensarás que este papá que te escribe, como siempre, está haciendo una escenita para sentirse de nuevo "una reina del drama", como tanto le gusta hacerse. Esta vez es diferente. Esta vez creo sinceramente que aporto a mi relación poco o más bien poco, siendo más bien el que genera todos los problemas y además no tiene el valor de acercarse, reconocerlo y pedir perdón. O hacerlo demasiado tarde. Tus papás aún se quieren, no tengas miedo, no vas a tener que elegir a uno u otro, pero creo que ambos se han dado cuenta de que hay un problema serio que tal vez hasta ahora no hubiesen visto o no hubiesen querido ver. Y yo ahora soy más consciente de ello, aunque hubiese preferido seguir ciego. Y peor aún, viendo una parte del problema, sigo sin ser capaz de encontrar una solución que no sea dejar de ser yo mismo, cambiar mi forma de ser y ver la vida, ser como debería para que todo funcionara mejor.

Tus papás van a tener una Conversación. Esta vez no oirás gritos, parecerá que están hablando de cosas menos importantes, pero en realidad sí que lo son. Yo quiero decirle a tu papá que le quiero muchísimo y que estoy dispuesto a muchas cosas por él, pero que comprendo que se sienta decepcionado si se ha dado cuenta de que no soy lo que él quiere tener a su lado. Sé que es la misma conversación que hemos tenido antes, que siempre me temo que será la última y definitiva y que luego sólo es un intercambio de opiniones más, pero tal vez por eso siempre me da algo de miedo. Si la última vez ya sabía que no podía hacer cierto tipo de comentarios, esta vez la sombra de la duda sobrevolará la habitación, haciendo que aunque prometa que no lo volveré a hacer, es casi seguro que no podré evitarlo y mi estúpida lengua me meterá en otro lío. Por lo visto soy demasiado tonto para cambiar y ser una persona mejor, cariño, por mucho que me esfuerce.

No quiero molestarte más. Ahora tu papá y tú dormís, estáis tranquilos y ojalá pudiera hacer algo para que vuestras caritas adorables se mantuvieran siempre así. Os quiero tanto a los dos que daría lo que fuera por teneros aquí ahora mismo y daros un abrazo, porque de eso sí que estoy necesitado, al menos ahora mismo. Y por mucho que me empeñe hay cosas que no se pueden conseguir con sólo desearlo. Pero de eso ya hablaremos otro día. Me conformo con imaginar que me das uno de esos abrazos largos y cálidos de sonrisa fresca y deseable. Duerme bien, dormid bien, mis amores. Por cierto, hijo mío, si sigues dejando el peluche de la beluga tirado en cualquier parte, acabarás por perderlo. Os quiero.

Tu padre (uno de ellos al menos)

16 septiembre, 2006

Piratas del Caribe 2

Viernes, 15 de septiembre de 2006


Sí, esta semana ha tocado cine también. Tanto seguido no sé si me va a sentar mal al estómago o será algo pasajero que nos ha dado con tanto tiempo juntos para nosotros... El caso es que hemos ido al cine, que si no, luego se nos quedan atrasadas muchas películas para desc... alquilar en el videoclub.

La película en sí es para ir a verla, entretenerse un poco más de dos horas y listo. Que nadie se espere un film intimista cargado de sentimientos profundos y con una gran moraleja digna de un ensayo filosófico. Acción y aventuras y poco más. Sin embargo el día no se ha reducido a eso, no señor.

Vemos, ayer... Ayer cumplí 5 años de relación con Javi. Sorprendente que aún me aguante después de todo. Como estuvo toda la tarde en Pamplona (y yo trabajando), salimos a cenar para celebrarlo. Sin regalos este año. Claro, si no mencionamos el ramo de rosas rosas que me dio la noche anterior. Boquiabierto se quedó un servidor. Valiente capullo, cómo no voy a quererle si me lo está demostrando cada día... El caso es que fue un aniversario sin más, a pesar de celebrar el lustro, la mudanza, el importante paso... Es que son muchos ya, hay que entenderlo, no se vive con la emoción adolescente de los primeros meses. Da para echar la vista atrás y comprobar el camino que se ha dejado, pero esta noche me da pereza y suelo hacerlo cuando me viene en gana, no en una fecha especial. Pero es un camino largo, muy largo. Casi da vértigo mirar atrás...

Hoy he tenido el día libre. Ha habido gratas sorpresas, como recuperar una "esperanza" del pasado (los lectores antiguos tal vez sepan de qué hablo), una llamada agridulce (como siempre), un arranque de morbo sexual y al llegar a casa... ¡catapúm! sirvió de algo que la zorra que hay en mí tomase el control, porque (por favor, los menores que dejen de leer aquí) fui poseído en la misma cocina, un poco en el salón y de nuevo en la cocina contra las baldosas de la pared. Buf, altamente satisfactorio, que ya me apetecía. Y eso todo un logro dadas las circunstancias. Encantado estoy, me reafirmo.

La tarde ha tenido una interesante carga familiar con mis tíos hablando de mi madre entre otros temas. Es curioso lo que aprendes de tus progenitores cuando no están delante y sus seres cercanos y queridos se sueltan a sincerarse con alegría. Creo que tendré que ir de nuevo a tomar café a su casa para enterarme de más chascarrillos familiares, que mola cantidad. Después hemos tomado café (menos mal que todos eran descafeinados) con la amiga que se casa mañana y compañía. Me he sentido genial, con la cabeza ocupada y planes inmediatos. Otra boda a la que asisto sin ser yo el contrayente. Y eso que esta pareja lleva menos tiempo saliendo que Javi y yo, pero bueno, las circunstancias son diferentes. Mañana me alegraré un montón por ellos... cuando se me pase el mosqueo por tener que trabajar hasta la 1, justo el inicio de la ceremonia. Jefas cabronas...


Sé que la entrada de hoy es sosa y aburrida, más parecida a un compendio de notas de diario que a un blog serio y profundo como debería ser. Posiblemente mi vida no sea del todo interesante. Casi seguro no quiero poner todo lo que se me pasa en la cabeza por quien pueda leer estas líneas. Obviamente estoy algo cansado y mañana me espera un día brutal. No quiero ser repetitivo con el asunto de si estoy bien o mal, si he tenido bajones o subidones, si amo u odio, si deseo o razono. Mis acciones no causan reacción salvo en mí mismo, con lo cual es mejor componer el gesto adecuado en cada situación y seguir adelante.

14 septiembre, 2006

Diario de un día de trabajo

Miércoles, 13 de septiembre de 2006

Hoy he probado a hacer algo diferente para entretenerme en el trabajo. He decidido hacer un pequeño diario del día para que se pueda comprobar lo entretenido que es trabajar en PhoneHouse. Vamos, para dar saltos de alegría. Aunque al final siempre acababa poniendo la puntilla con algo más personal. Bueno, quien quiera leer, que se arriesgue y lea.

10:26
El cansancio empieza a hacer mella y eso que acabo de empezar. Anoche me acosté tarde y empieza a pasarme factura. No quiero ni pensar en quien se quedó más o menos hasta la misma hora que yo pero se levanta un par de horas antes. Pobre soldadito valiente. No he notado los hombros cargados hasta ahora, pero ha sido porque me han animado la mañana. A todos nos gusta sentirnos atractivos y saber que gustamos, aunque no sea la persona a la que queremos gustar. Es como un plato mal sazonado, quita el hambre, pero no acaba de satisfacernos. Vuelve a esperarme un día terrible, me temo.

11:11
Un cliente que quiere una línea... Impresionante. Tengo que colarle el seguro como sea porque si no, no tendré opción al puesto que me presenté ayer de "Animador de seguros". Es un puesto para viajar por toda la franja norte de España vigilando e incentivando las ventas de seguros. No creo tener mucha oportunidad, pero tampoco quiero darlo por perdido. ¿Quieren resultados? Los tendrán. O al menos lo intentaré. A ver si este chico se deja engañar...

12:03
Bueno, un seguro vendido y otro apalabrado para la tarde. No está mal al fin y al cabo. Cuando quiero ser pesado, me puedo poner muy pesado (hay quien lo sabe de primera mano). Odio vender así, sin pensar en si el cliente lo quiere o no, pero es lo que me exigen y creo que el cambio al puesto de animador (pero sin pompones) sería agradable, aunque tuviera que estar viajando cada dos por tres.

12:10
Llamada de Javi. Sigue encantándome escuchar su voz y saber que me llama y se preocupa. Necesito sentir que le importo a alguien y que me lo demuestra, aunque a veces creo que me aprovecho de su cariño para satisfacer un pequeño vacío que tengo. No me parece justo, espero poder devolverle el favor. Mañana es nuestro aniversario y cenaremos juntos, dado que yo tengo reunión de tienda. Él pasará la tarde en Pamplona y no voy a preguntarle qué va a hacer, dicen que ojos que no ven, corazón que no siente. Este tema ya lo reflexionaré en profundidad, quiero que vaya, pero no quiero que me cuente lo que haga.

13:13
Parece que esta mañana va a ser productiva. Unos chicos han venido a hacer una portabilidad, se van a llevar el seguro y hemos estado mirando un cambio de ADSL. Muy majos. He estado un buen rato con ellos y al terminar estaba satisfecho y relajado. Tener la mente ocupada me ayuda a alejarla de tonterías innecesarias, algunas de las cuales me estaba acechando durante la mañana. Ya queda menos para salir a comer.

14:13
Joer, acabo de terminar una venta con unos rumanos de los que sueltan los billetes de 50 como si les quemaran. Dos telefonazos que se han marcado, gastándose unos 500 euros en total. Claro, ni seguro ni leches, qué le vamos a hacer... Y ahora a casa, tengo una conversación pendiente con alguien...


16:58
Ha sido un buen mediodía. El soldadito está mejor, de hecho estaba especialmente contento porque ha recibido el regalo de la semana pasada y le ha encantado. Me alegro mucho, muchísimo. La conversación ha quedado postpuesta, parece ser que es suficientemente grave como para requerir un café de por medio, pero las cosas siguen bien. Bueno, media hora solito, que espero que se pase volando y un rato de tarde para intentar no pasarlo demasiado mal.

18:15
Aquí con unos niños (de unos 20 años, creo) que están "flipando" con los móviles de última generación. Criaturas... En fin, parece que la tarde se está pasando a buen ritmo, no debería quejarme. Y teniendo la mente ocupada no pierdo el tiempo con tonterías. Estoy relativamente feliz. Que dure, que dure.

18:53
Estoy repasando las anotaciones del día y hay que entender que evidentemente marco las horas para que se vea que ha habido saltos en el tiempo, que no son pensamientos inmediatos. Aún así he vuelto a caer en pensar en el viaje de mañana a Pamplona. Me escuece demasiado, me produce envidia, tontos celos y no debería. No quiero que Javi se entere, no quiero que traspase ni decirle que no quiero que haga nada, porque en su situación yo lo haría y él me lo permitiría. Soy un egoísta. Mucho.

20:37
Buf, qué salto. Pero yo quería haber escrito algo durante este intervalo. He salido un momento a comprar algo de comer. Han caído dos napolitanas rellenas de chocolate. A la porra mis intenciones de perder peso, pero me da lo mismo. Mi padre siempre dice: tripa vacía, corazón sin alegría. Es verdad, entre eso y que he estado entretenido con una señora muy maja y su hija y su problema con los mensajes de Vodafone, se me ha pasado el tiempo volando... Mejor para mí. Va a venir a recogerme a la salida Javi con Inma para tomar algo antes de cenar. Bueno, mi vida social puede sobrevivir si nos esforzamos todos... Voy a empezar a recoger, a ver si con suerte salimos medianamente puntuales.

00:44
Fin de la jornada, que ya está bien. Y con un final muy feliz. Al volver del café, Javi me ha sorprendido con un ramo de 5 rosas rosas, porque mañana (hoy ya) es nuestro aniversario de 5 años como 5 soles. Es que él sí que es un sol, pero uno de los buenos. Cómo no voy a quererle si me lo demuestra cada día. Y eso es lo que yo necesito, que me demuestren de un modo más o menos habitual, y más últimamente, que soy importante, que soy grande, que soy especial. Da gusto acostarse al lado de alguien que hace todo lo posible por quererte y hacerte feliz, sin miedos, sin condiciones extremas, sin ocultarse en una frialdad gélida y antinatural. Ehem, no quiero salirme del tema.


Y así termina el día, sin pena ni gloria, pero con alguna que otra satisfacción. Y de paso ya se me han ocurrido otro par de temas para los próximos días... Estoy henchido de inspiración, por lo visto... ¿Por qué será?

13 septiembre, 2006

Odio mi trabajo

Martes, 12 de septiembre de 2006


Supongo que el tema de hoy no es nada original. Imagino que el título lo habrán pronunciado millones de personas hoy mismo en cualquier parte del mundo. Es de recibo que mal de muchos, consuelo de tontos, pero es que es la pura verdad: odio mi trabajo.

Hay que reconocer que la vuelta de vacaciones no fue un camino de rosas a nivel personal, desde luego, pero hasta ahora el trabajo me servía para recuperar la rutina pre-vacacional y ordenar mi vida de nuevo siguiendo el carril de la monotonía. Esta vez no ha sido así. Tal vez han sido demasiados cambios juntos o tal vez es que ya he superado el tiempo de permanencia medio en mi empresa (creo recordar que rondaba los tres años y yo estoy a puntito de llegar). No estoy a gusto, me siento súmamente incómodo y no me apetece nada ir a trabajar cada mañana. Insisto, no pretendo ser original esta noche.

Las razones son todo lo variadas que podría imaginar, y sólo me refiero a las profesionales, las personales las vamos a dejar aparte hoy. Básicamente: me aburro soberanamente en la tienda. No tengo nada pendiente dado que me acaban de trasladar, no hay cartera de clientes, no hay marrones que solucionar, no hay papeles que ordenar... Tengo que estar mano sobre mano esperando a que entre alguien para saber que estoy en un lugar de atención al público y no en una celda de aislamiento. Por lo visto, para más inri, está siendo un inicio de mes bastante flojo, por lo que la afluencia de posibles bobos que engañar es mínima, así que es mejor mirar qué hacen mis compañeras (esta semana estamos la plantilla al completo) y pensar en los largos minutos que quedan hasta terminar. Para entretenerme, esta mañana le he dado un repaso con limpiacristales a toda la tienda. Yo, "por entretenerme". Es evidente que estaba muy muy aburrido. Y eso a las 10:30 de la mañana, media hora después de entrar.

Otro problema: me siento vigilado. No directamente y no como orden expresa, pero desde luego no tengo la libertad que tenía antes en la otra tienda. Si me aburría, me ponía a escribir algún mail que luego reenviaría por la noche, preparaba el tema del blog... Ahora si me ven teclear, la petarda chavacana de mi compañera de al lado asoma el morro en algún viaje para ver qué estoy haciendo. Por lo visto si no estoy de brazos cruzados y no tengo nada que hacer de tienda, lo que hago es algo que despierta su curiosidad de barrio obrero. Con lo cual, ordenador vetado, ni internet ni teclear ni pensarlo siquiera. Y me siento vigilado porque ya he visto cómo funciona la gente en esta empresa, al menos mis queridas compañeras. El tratar cualquier problema con quien te lo está causando no es lo adecuado... ¡Para qué! Tú se lo comentas a tu encargada de tienda, que se lo comentará más tarde o más temprano a la responsable de zona, que te cogerá por banda un día y te lo restregará por la cara. Es que resulta que es muy complicado trabajar conmigo porque estoy todo el día enfadado y pagándolo con quien tengo al lado. Claro. Justito lo que yo decía. Pero claro, esa persona con la que lo "pago" no sabe decírmelo en el momento, sino que vuelve a la cadena de mando para "comunicarlo". Y así volvemos a lo que he dicho antes. El caso, que siento que si hago algo inadecuado puede que me abronquen... O no, puede que quede guardado para más adelante. O que no me lo digan nunca. El caso es que estoy preocupado por lo que pensarán con cada cosa rara que haga. Como por ejemplo que hoy me haya tirado una hora al teléfono hablando con Montse (la joyera, del centro comercial, mi confesora y paño de lágrimas). No había nadie y podían avisarme si se enredaba el tema, pero no ha sido necesario. ¿Constará este pequeño desliz en mi expediente de cara a ellas? ¿Trascenderá a más altas esferas? ¿Me lo echarán en cara el jueves en la reunión? Ni idea, pero tampoco me importa. Si no tengo nada que hacer, prefiero estar hablando por teléfono (que me ha venido de vicio) a poner cara de sota mientras entra un cliente.

Razones para no presentar la carta de renuncia ahora mismo... La más simple y mundana, que me iría con una mano delante y otra detrás, y tengo unas facturas que pagar y ahora unos gastos comunes que aportar. Otra, que no voy a marcharme para caer en un trabajo peor. Por ejemplo creo que echo en falta los sábados libres y un horario medio normal para poder compaginarlo con mi vida social/personal/matrimonial. Sé que pido mucho y me muevo poco, pero hoy por hoy es lo que pienso. He empezado con tentativas en infojobs, pero no son los trabajos por los que me tiraría al mar. Voy a tener que esforzarme de verdad si quiero salir de este agujero de una vez por todas, no puedo estar así. Espero que mi fuerza de voluntad no se arrugue otra vez.


Esta noche un amigo ha discutido con su pareja. Han conseguido solucionarlo o al menos están mejor. Me alegro por ellos, me gustaría ver más felicidad a mi alrededor para poder agarrarla y quedarme algunas briznas o salpicarme con ella.

12 septiembre, 2006

Ángel y demonio

Lunes, 11 de septiembre de 2006

Maldiciónmaldiciónmaldiciónmaldiciónmaldición. El vampiro no dejaba de repetirse la misma palabra cuando entró en su apartamento a toda velocidad. Pese a estar completamente alimentado sentía a la Bestia royendo su interior con una fuerza inusitada, rugiendo y bramando con ira contenida. Se mordió el labio inferior hasta notar el sabor de su sangre en la boca y respiró hondo, por pura costumbre, hasta conseguir apaciguarse un poco. El remolino de emociones seguía girando, pero al menos no amenazaba con convertirse en un huracán.

¿Por qué tenía que volver a pasarle a él? ¿Qué tipo de mal había caído sobre su persona para causarle este tormento? O tal vez todo era una fantasía de sus sentidos alterados por aquella fatídica noche... Pero no, no era posible, no podía ser. La sensación era real, tan real que aún notaba la dulzura del icor celestial fluyendo por sus venas. Y ojalá que durara siempre.


Aquella noche había comenzado como siempre. El vampiro se había arreglado para la caza, un fin de semana más en la misma ciudad de siempre. Había dedicado el tiempo necesario a componer una imagen precisa de lo que sería un seductor nocturno, consiguiendo que la víctima elegida cayera a sus pies con el menor esfuerzo posible pero siempre jugando. No había éxito sin riesgo y la caza siempre tenía los suyos. La discoteca, como siempre, estaba atestada y había una larga fila esperando para entrar. Para el vampiro no fue necesario, se dirigió directamente al portero y sonrió ampliamente, añadiendo que no sería adecuado hacerle esperar tanto tiempo para pasar, era alguien importante, un VIP. Fue sencillo dejar que las capacidades sobrenaturales hicieran efecto y el pobre diablo se convenció rápidamente de que ciertamente debía dejarle pasar sin demora, a pesar de las quejas de quienes llevaban largo rato esperando. Y allí fue donde captó el olor a humanidad, nada más traspasar el umbral. El apelotonamiento de cuerpos sudorosos, saltando al ritmo de la música del momento hizo que su hambre se despertase casi inmediatamente. Se controló y se dirigió a la barra para pedir una copa, que iría derramando poco a poco, dando una sensación de normalidad que necesitaba en su mascarada. Y entonces fue cuando le pareció verlo, un revoloteo de plumas blancas como la nieve entre en gentío. En un parpadeo no había nadie allí y sólo quedaba una sensación de vacío.

Navegó entre la multitud deslizándose sin problema gracias a sus habilidades especiales. Intentó reconocer algunas caras, pero todas las que se volvían hacia él estaban interesadas en su magnetismo sobrenatural e influenciadas por alguna combinación inadecuada de sustancias alcohólicas y psicotrópicas. Solamente cuando dejó de buscar y dio por sentado que no volvería a verlo, un camino se fue abriendo hacia un joven de dorados cabellos que bailaba al son de la música con una camiseta azul celeste que tenía un par de alas de ángel dibujadas en la espalda. El vampiro se estremeció y todos sus nervios recordaron aquella noche fatídica en la que creía que se había perdido para siempre. Cuando el joven ángel se giró y abrió los ojos color verde (aquella noche, otras eran color miel), sus labios se curvaron en una sonrisa sincera. Se acercó con divina gracia y acercó sus cálidos labios al oído del cazador nocturno. "Te echaba de menos", le susurró por encima del fragor de los altavoces. El vampiro seguía petrificado y se dejó coger de la mano para arrastrarlo a un lugar más tranquilo. Cuando por fin se sentaron en una sala reservada, frente a frente, ambos se dijeron todo sin hablar. Sus ojos reflejaban emoción contenida, pensamientos no expresados, sensaciones desbordantes. Se lo dijeron todo sin hablar. Fue el ángel quien posó su mano delicada sobre la fría mano del no-muerto y dijo una sola frase: "Yo podría redimirte." "Sabes que es imposible, ángel mío, mi alma está condenada desde el mismo momento en el que me transformé en vampiro." "Soy un arcángel, tengo el poder suficiente para redimirte." Las miradas volvieron a cruzarse. Se lo dijeron todo sin hablar.

El vampiro volvió al momento presente a tiempo para contener un ataque de ira. ¡Que Caín le maldiga! Los siguientes recuerdos eran una vorágine de sensaciones e imágenes en las que aparecían dos cuerpos desnudos entrecruzados, dos labios fundidos en uno, dos almas rozando el infinito. ¡Maldición! Había sido un momento tan delicioso que sería imposible de olvidar.
Maldiciónmaldiciónmaldiciónmaldiciónmaldición.Y lo peor es que estaba deseando que su ángel volviera a aparecer.

Maldiciónmaldiciónmaldiciónmaldiciónmaldición.

09 septiembre, 2006

La joven del agua

Viernes, 8 de septiembre de 2006

Hoy parece que el blog se va a portar bien y me va a dejar poner las imágenes que quiera. Mejor, no me gusta tanto texto plano, acaba siendo aburrido. Y cuando me da por escribir, puede resultar muy muy aburrido, lo sé.

En fin, esta noche hemos ido al cine. Sorprendente, pero ya tocaba. Como podéis observar hemos ido a ver "La joven del agua". Preciosa (y no sólo la joven). Ciertamente es un cuento precioso para adultos, con todos los componentes: intriga, emoción, ternura... Si vas a ver la película abierto de mente, o tal vez mejor, con la mente de un niño, sales con una sensación especial, una paz interior un poco tonta, pero realmente gratificante. No se convertirá en una de mis películas de culto, pero ciertamente recomendable. No os cuento más porque merece la pena ir a verla.


Respecto al día... Estoy entre nervioso y emocionado. Ojalá el plan de ir a Pamplona salga adelante, porque me apetece muchísimo. Y a Javi. Posiblemente los dos queramos salir de la rutina de Logroño que abandonamos antes de las vacaciones y que ahora no nos apetece recuperar. Evidentemente influye lo que podemos encontrar allí, aunque eso es lo que no tenemos muy claro. Quiero/queremos encontrar a un soldadito valiente que nos haga de guía turístico por su colchón (frase de Andrés Lewin), pero que no importará si al final nos tenemos que dar un paseo los cuatro. Lo importante es compartir momentos, ser feliz y ver a la gente a tu alrededor feliz. Con las miradas cómplices que habrá será suficiente para quedarme satisfecho (más quisiera yo, pero tendré que conformarme).

Sin embargo el plan hace aguas por varios frentes y eso me pone un poco histérico. Cuando me he marcado un objetivo, no me gusta que cambie en el último momento. Sé que en casos como éste no depende únicamente de mí, pero aún así me crispa los nervios. Tengo todos los sentidos y las esperanzas puestos en lo que ocurra en menos de 24 horas, pero se puede truncar por circunstancias que me son imposibles de controlar. Y quedaría muy decepcionado... O tal vez no sea ésa la definición correcta, me quedaría más bien... apático, desapasionado. Las energías se han gastado inútilmente y no ha servido de nada. Y con esto no quiero culpar a nadie, porque como digo, no tengo control sobre todo ni todos, pero la sensación me cubriría como un manto liviano haciendo que lo único que me apeteciese es dejar que el tic-tac del metafórico reloj de la vida sonara hasta que diese la última campanada. Pero esto es sólo una posibilidad. Aún no sé lo que va a ocurrir de ninguna manera, pero veo las consecuencias de las posibilidades probables, simplemente. Una de ellas es que no haya viaje a Pamplona, la otra es que sí que lo haya. A partir de ahí hay más variantes dentro de cada línea principal, pero no voy a empezar ahora a dibujar un árbol con las ramas desplegadas y comentarlas una a una, creo que no tendría suficiente espacio en el blog...


Mañana es un día lleno de espectativas y esperanzas. Me apetece un abrazo largo y cálido y una sonrisa de las que derriten los casquetes polares. Me apetece charlar de cosas divertidas y poder dar un paseo por el maravilloso Parque de la Taconera (véase vista de pájaro sobre estas líneas) en un día lleno de sol con alguna nube ocasional. ¿Se cumplirá mi deseo esta vez?

07 septiembre, 2006

De la cafeína y sus efectos

Jueves, 7 de septiembre de 2006

No sé si maldecir al conocido compuesto químico o alabar sus virtudes, porque me tiene un tanto descolocado. O colocado más bien. Bueno, ahora no, pero empieza a convertirse en una costumbre porque...

A ver, que me explico. Es algo conocido por casi todo el mundo que me han trasladado de tienda, una a pie de calle con el detestable horario partido (el comercial me refiero) y un aire acondicionado que funciona menos que las neuronas de los que han entrado hoy en Gran Hermano. Creo que llegamos sin esforzarnos a 40 grados en el interior, unido al ruido vibratorio de las obras del exterior y al inútil esfuerzo del ventilador que parece más bien un objeto decorativo. Así, mientras la jefa escupe veneno por teléfono a los encargados de mantenimiento de central, nos conformamos con dejarnos el sueldo en botellines de agua y coca-colas (las mías light, por supuesto). Y he ahí el problema, que la coca-cola tiene cafeína y a un servidor le afecta tal vez un poco excesivamente. O sin "un poco".

Si tengo el estómago más o menos vacío, subirme por las paredes sería bastante acertado. Es como si me hubiera metido una ralla pero siendo menos perjudicial para mi salud. Aunque todo tiene sus ventajas. El otro día tocaba cambio de cartelería por el cambio de mes, había que poner patas arriba la tienda, cambiar todo de sitio... Una hora y media extra nos costó (que nos pagarán, desde luego), pero yo parecía un huracán, de aquí para allá, poniendo los teléfonos nuevos, tirando los precios viejos... Mi compañera (de la que tendré que hablar otro día, porque merece un texto entero para ella sola) alucinada, porque estaba en estado de completa alteración y ni tan siquiera podía dejar de moverme cuando terminamos. De hecho me fui a casa andando, media horita que hice en algo menos de tiempo. Ayer algo parecido y hoy casi casi, pero he optado por el agua a última hora, fresquita y sanita. Y menos mal... Ciertamente mi metabolismo tendente al nerviosismo hace que el efecto excitante (no sexualmente) de la cafeína se multiplique...


¿Y a santo de qué viene esto? Buena pregunta. Posiblemente por rellenar, porque no ha ocurrido nada digno de mención o que quiera mencionar en mi vida. Estoy bien, quiero estar mejor. Ya va siendo hora de encarrilar mi vida. (Y hoy blogger no quiere dejarme subir una foto... Con lo mona que es la fórmula de la cafeíana...)

06 septiembre, 2006

Comienza la caza...

Martes, 5 de septiembre de 2006

El vampiro volvió a mirarse en el espejo. Se sentía atractivo con su nueva camisa negra de marca. La había elegido cuidadosamente mientras el dependiente le miraba con ojos embelesados y una sonrisa tonta en la cara. Esa noche se la pondría para conseguir la misma sensación en quienes se acercasen demasiado. No sería muy complicado.

Frente a su imagen, con la camisa aún abierta, vio la herida que ya cicatrizaba en el pecho. Todavía dolía cuando pensaba en ella, aún manaba algo de sangre fresca si se apretaban los bordes, pero tenía mejor aspecto. La ventaja de ser un vampiro es que las heridas acaban cerrando solas, tarde o temprano, pero esta en concreto tardaría un tiempo. El daño estaba hecho y no había marcha atrás. La culpa era sólo suya, pero podría afrontar las consecuencias. O eso esperaba. Abotonó la camisa para ocultar y ocultarse el recordatorio de los días pasados en la oscuridad de su habitación, pensando y recordando, hurgando física y mentalmente en la herida para evitar que se cerrara. Con este gesto se sintió algo más confiado en sí mismo y terminó de arreglarse.

Salía ya del portal cuando un dolor agudo le invadió repetinamente. Se sujetó el costado en un intento de contenerlo, pero acabó cayendo igualmente al suelo. Apretando los dientes reprimió un grito de dolor y a base de fuerza de voluntad evitó que las delatoras lágrimas carmesí resbalaran por sus mejillas. Bastante vergonzoso sería mostrarse débil como para además hacerlo evidente. El dolor poco a poco fue remitiendo, concentrándose en la zona superior del torso, a la altura de la herida. Un ramalazo, un recuerdo tal vez, pero había pasado. Ojalá esa noche no volviera a repetirse.

Mientras caminaba por las calles hacia su club favorito, compuso esa sonrisa que tanta gente no podía ignorar. Sus blancos dientes se mostraban en toda su magnificencia y sus ojos destellaban con luz propia. Se sentía seguro, confiado, al menos en apariencia. Era un cazador y esa noche alguien sería una presa excelente para volver a las antiguas costumbres. Aún mantenía en la boca un regusto dulce y delicado, que ponía todos sus sentidos a mil, pero se iba desvaneciendo poco a poco y la Bestia renacía exigiendo una compensación. El vampiro volvió a sonreir para sus adentros y entró en el local. Un fuerte olor a seres vivos le invadió y aumentó sus ansias. Esta noche habría caza y podre del inocente cervatillo que cayera en sus manos...

04 septiembre, 2006

Montaña rusa

Lunes, 4 de septiembre de 2006

Alguien me pidió ayer que escribiera algo más alegre y animado, que no podía compartir tanta pena ni tanta angustia. Ciertamente, repasando las últimas entradas, la sensación que se queda es de una persona al borde del abismo y sin esperanza ninguna. Tal vez sea un poco exagerado. Tal vez.


Pero no puedo mentir y fingir que todo ha cambiado y que me siento mejor, porque no es así.De todos modos creo que no es justo que monte una imagen desdibujada de cómo estoy. Porque no sé cómo estoy. Me encuentro en una montaña rusa, arriba y abajo, subiendo y bajando sin cesar. Cada momento es una aventura de sensaciones que me llevan de la más pura tranquilidad a la más absoluta pena. Y lo peor es que aún no puedo determinar qué es lo que condiciona cada estado. Si al menos lo supiera podría centrarme en ello y explotarlo para inclinar la balanza a mi favor. Esta noche ha sido terrible, "una noche toledana" como se suele decir. He dormido a intervalos y con breves ratos de insomnio. A Javi le ha ocurrido algo parecido, pero porque hoy empezaba de nuevo a trabajar y eso siempre le afecta. Me he levantado cansado, obviamente, con las defensas bajas, obviamente, y en un momento cualquiera me ha dado por llorar, obviamente. Y lo peor es que no sabía la razón que me llevaba al llanto. Simplemente estaba triste y necesitaba desahogarme, solo, a media luz y con Sinchan en la televisión. Vamos, una escena de lo más psicotrópica. He venido a la que será mi nueva tienda este mes (como mínimo) y de nuevo he tenido un ataque de debilidad porque me he sentido de nuevo perdido, solo, pequeño. Me hubiera gustado tener a alguien a quien abrazar y poder desahogarme de nuevo. Eso me ha dado a entender que no estoy bien, no puedo seguir así o no sólo haré daño a la gente que tiene contacto conmigo, sino que me lo estoy haciendo a mí mismo. Me voy a pasar por la farmacia a pedir algo para estar más calmado, sin receta ni nada, no quiero empastillarme. Pero tampoco puedo estar a medio dormir todas las noches o temiendo que llegue el siguiente ataque de angustia.

Esto lo estoy escribiendo a media mañana, con lo que es sólo una parte muy sesgada del día, pero no me está gustando cómo empieza. Además tengo una boda el día 16 pero parece ser que no me van a conceder el día libre, con lo que no sé si podré ir. Eso siempre abre posibilidades a sugerir visitas de o a Pamplona, pero la boda de una amiga a la que le confirmé la asistencia hace meses... Es duro decirle que no vas, desde luego. Otro palo, espero hacerme inmune pronto. Más aún cuando es por un malentendido/puñalada de la empresa y mis compañeras. Temas de horarios y demás mandangas, pero el que sale perjudicado es un servidor y además sin más razones que "esto es así y punto".

Siento seguir tan negativo, pero estoy perdido, muy perdido. Sé que me centraré el día que menos me lo espere, pero no lo acabo de ver cercano. Cada cosa, cada recuerdo, cada pensamiento, tiran en una dirección diferente y a veces siento como si me desgarrase por dentro, aunque sé que por suerte para mi metabolismo no es así. Por qué me lo pongo tan difícil a mí mismo es algo que se me escapa y que posiblemente no conseguiré entender nunca. Y me doy pena.

Ay, soldadito valiente, sé que estoy perdiendo puntos, pero la montaña rusa no deja de subir y bajar y hago lo posible, pero necesito tiempo y comprensión, mucha comprensión. Y abrazos, y caricias y besos. Javi lo está haciendo lo mejor que puede y sabe. Es un amor. Le quiero.

03 septiembre, 2006

Un relato... fantástico?

Sábado, 2 de septiembre de 2006

Salí apresuradamente a la calle y me subí el cuello de la gabardina de cuero negro que me protegería de la incesante lluvia que caía sin cesar sobre el asfalto de la ciudad. Caminaba apresuradamente, sin fijarme hacia dónde porque era lo que menos me importaba. Mis manos no acertaban con los botones debido al temblor nervioso que me invadía y tuve que detenerme en una esquina a recuperarme un poco antes de seguir avanzando, esta vez dirección a mi casa. Captaba o creía captar retazos de pensamientos ajenos, de los transeúntes con los que me cruzaba: “¡Vampiro!” “¡Sanguijuela chupasangre!” “¡Asesino, has matado a un ángel!”. Con los ojos desorbitados por el miedo y la paranoia, comprobé que habían sido imaginaciones mías, fantasmas de mi mente perturbada por lo que acababa de hacer. Nadie me observaba ni me apuntaba con el dedo, todos corrían con prisa y la cabeza baja. Al cruzar una carretera me salvé por los pelos de ser arrollado por un autobús, ni me había fijado en las luces deslumbrantes, mi espíritu sólo estaba centrado en la escena que acababa de vivir, repitiéndola una y otra vez.

Recordaba la dulce sensación de felicidad, el éxtasis del placer celestial. Recordaba cómo mis manos habían acariciado un cuerpo de piel sedosa, un cabello rubio como el trigo en agosto, unas manos suaves que recorrían mi espalda. Recordaba sentir un cuerpo caliente sobre el mío siempre frío, una boca que me buscaba con ansia y me encontraba, recordaba unas palabras susurrantes en mi oído que excitaban mi imaginación hasta límites insospechados. Recordaba después un abismo infinito abriéndose a mis pies, una pena insondable embargándome, recordaba haber perdido la razón y dejarme llevar por el dolor. Después, me vestía y salía a la calle.

Rebusqué en el bolsillo las llaves de mi apartamento y rocé el filo del cuchillo que me había llevado intentando ocultar mi crimen y mi vergüenza. Saqué la mano y vi que había vuelto a mancharme con la sangre que impregnaba la hoja maldita que había atravesado la carne como si cortase mantequilla. Busqué con más prisa el llavero y me deslicé en la tranquilidad de mi hogar justo cuando las primeras lágrimas corrían por mis mejillas como ríos desbordados. Me las sequé con la manga y lloré hasta caer al suelo de pura impotencia. Me desahogué durante un tiempo que me pareció eterno y cuando alcé los ojos, se me habían secado por completo. Entré en el baño aún vestido y me deshice con cuidado de la gabardina. El espejo me devolvió la imagen de un fantasma, con la mirada vacía y vidriosa. La camisa, antes blanca y elegante, era testigo y prueba de lo que había ocurrido esa noche infame, una noche que no desaparecería de mi memoria por mucho que lo intentase. Las manchas de sangre se habían extendido hasta teñir las mangas y el desgarrón a la altura del pecho indicaba dónde me había clavado el cuchillo y había hurgado hasta encontrar lo que buscaba. De nuevo, tras creer que había encontrado la paz y la alegría, volvía a convertirme en un muerto en vida, un zombi sin mente que vagaba por las calles sin rumbo fijo. Yo mismo me había labrado mi propio destino al dejarme llevar por mis pasiones incontroladas y mis sentimientos desatados.

Yo mismo me había arrancado el corazón y lo había aplastado con mis propios pies.

02 septiembre, 2006

Paz y Tranquilidad

Viernes, 1 de septiembre de 2006

Podría ser una falsa alarma, podría ser que quiera engañarme a mí mismo, podría ser que la conjunción de planetas haya sido adecuada hoy, pero el caso es que me siento un poco mejor. Y eso que el día no ha comenzado especialmente bien...


Las mañanas me matan. Cada vez que me despierto, mis defensas mentales están bajas y mi “yo negativo” hace de las suyas, dejándome bastante hundido. Vuelven a subirme los niveles de angustia y me entran las ganas de llorar hasta por el anuncio más ñoño. Los miedos se hacen los amos de nuevo y oscurecen el horizonte con nubarrones de desesperación. Hoy por suerte he conseguido mantener mejor el tipo, sólo ha habido un par de momentos de crisis pero parece que he conseguido que mi personalidad Toreador aflorase de nuevo, he podido controlar o disimular las lágrimas y la sonrisa, aunque triste, ha flotado en mi cara como un fantasma.

Y aunque parezca mentira, pese a lo poco (o nada) que me apetecía, me ha venido bien ir a trabajar. Claro, que a primera hora estaba con mi compañera, por lo que he tenido a alguien con quien hablar de insustancialidades, bromear y relajarme. Sin embargo, ha sido un poco más tarde cuando ha sonado el pequeño “clic” en mi cabeza, ese clic que tan bien sabe definir Tenesse Williams en “La gata sobre el tejado de zinc caliente”, un texto que merece la pena leer para comprender lo complicados que podemos llegar a ser por una puta mentira. Un clic y todo encaja en su sitio, todo vuelve a donde debía estar. Un clic y la paz interior queda posada sobre los restos del naufragio. Un clic que debo agradecerle a Montse. No, no os esforcéis porque no la conocéis. Trabaja en la joyería de al lado de mi tienda. Tiene más de 40 pero un espíritu de 20. Siempre hemos tenido muy buen rollo pero hoy no he podido por menos que descubrirme ante su perspicacia, porque no ha parado de preguntar hasta sonsacarme qué me pasaba. Y se lo he contado. Todo. Desde el principio, con ese estilo tan caótico que me caracteriza. Quién podría decir que darían tanto de sí quince días con sus quince noches. Todo. Y ha salido con tanta facilidad que me he asustado, lo he sacado de mí como una necesidad vital, como un torrente retenido todos estos días, sin dejarme nada en el tintero, sin tener que esconder nada por lo que fuese a pensar o a quién se lo diría. Me he vaciado, he volcado el vaso de las penas y se ha derramado por el suelo con un aroma angustioso y polvoriento. Y “clic”. La angustia había pasado, estaba sereno como hacía tiempo. Podía mirar a los días pasados y sonreír con complacencia paternal como un padre mira al niño que tropieza contra el cristal repetidas veces. ¡Qué tonto he sido!

No implica necesariamente que mis sentimientos hayan cambiado de forma radical. Sigue estando latente la violenta necesidad de abrazarme a un soldadito valiente y dejarme llevar por el deseo y la pasión. Sigue serenando mis recuerdos la dulce mirada de Javi y los buenos momentos juntos. Pero asumo que mi vida ha de ser así, con dudas y miedos que no van a resolverse por más que sufra. Si tengo que esperar al fin de semana que viene para tener unas pocas horas de inexpresable felicidad, esperaré, pero sin angustiarme más de lo debido. Si debo esperar al domingo para poder ver una sonrisa (espero) de que me complazca, esperaré, pero sin hondos suspiros ni dramáticas lágrimas. La máscara ha vuelto a levantarse, como debe ser, ocultando mi verdadero rostro para fingir que todo va bien, que el muerto sigue en pie (parafraseando a Bécquer).

El círculo ha vuelto a cerrarse como siempre. He vuelto al punto de partida y a lo que no deseaba bajo ningún concepto. Vuelvo a la serena frialdad, al conformismo coherente, a la relajada ansiedad. Aún así sigo caminando por la cuerda floja, sin red, como decía ayer. Las armaduras de hielo pueden resquebrajarse al mínimo temblor y aún ha habido alguno durante la tarde. Posiblemente vuelva a caer, posiblemente entre de nuevo en la espiral de sentimientos encontrados, de hecho estoy esperando que me ocurra en cada momento. Sé que un recuerdo, una imagen mental o un comentario inadecuado harán que mi barco naufrague de nuevo y deba boquear para conseguir algo de aire en la confusión de la tormenta de mi alma.

Estoy hecho un lío, un delicioso lío entre el amor y el desamor, entre la pasión y la razón, entre un “je t’aime, moi non plus” y un “t’adore, mon amour”. Sé lo que quiero pero no sé si lo quiero. O tal vez no sepa lo que quiero pero no quiera lo que sé. O tal vez…

01 septiembre, 2006

Ansiedad

Jueves, 31 de agosto de 2006

Iba a copiar la entrada de "ansiedad" de la wikipedia, pero es muy larga y muy técnica como para que resulte interesante. Quedaos con que es algo que en principio es natural y hasta beneficioso para la especie, pero mal llevado puede ser un problema de los gordos.

No está mal esta reflexión para empezar mi regreso a las vacaciones. Si empiezo a haceros un resumen, probablemente tarde cosa de mil años, porque se me da fatal resumir con todos los detalles, pero os aseguro que han sido interesantes, que no las cambiaría por nada y que la culpa la tiene el aliciente de la gente que estata por allí. Os pondría una foto de grupo, pero al final no nos hicimos, así que conformaos con alguna suelta para abrir boca.


El caso es que el regreso de las vacaciones está siendo realmente duro. Se me han juntado muchas cosas y avanzar cada hora que pasa se convierte en algo complicado en mi ya bastante negativa naturaleza. A todos nos cuesta volver al trabajo, pero si además te toca abrir el primer día y estar sólo más de seis horas, se hace más cuesta arriba. El retorno a la aventura de convivir es duro, mucho más de lo que pensaba. Cada vez que estoy algo bajo, Javi se emparanoia y verle mal no me ayuda demasiado, porque no quisiera ser el causante de más agobios, que bastante tengo con los míos. Y cómo no, mi tema estrella, el soldadito valiente, que me trae por el camino de la amargura. No pretendo entrar en detalles porque nunca se sabe quién lee estas bobadas que dejo en la red, pero quien conoce la historia se puede hacer a la idea.

Qué curioso y complicado es nuestro departamento de sentimientos en la burocracia cerebral. Algunos (ingenuos) creemos tener controlados a todos los funcionarios neuronales, somos nosotros quienes damos las órdenes y recibimos la respuesta esperada. Actuamos como un jefe satisfecho que sabe que tiene todo bajo control y bien bajo control. Pero un día empiezan a aparecer en nuestra mesa informes que no habíamos solicitado, reuniones a las que no hemos asistido, exigencias que no podemos atender... Salimos del despacho y todo es un caos, con aviones de papel volando por doquier, secretarias sentadas en las mesas cotilleando de la vida de los demás, fiestas y alcohol a la hora del almuerzo, etc. El departamento se inutiliza y perdemos ese absurdo control que creíamos tener. Pero al pertenecer a una burocracia organizada, desequilibramos el resto de la balanza mental más aún. Se hace una llamada a los servicios de seguridad de la razón pura, pero la mayoría de las veces se sientes desbordados por la impetuosidad de los manifestantes. Como mucho pueden evitar situaciones de riesgo mayor que nos pongan en evidencia de epitelio hacia afuera, pero no siempre lo conseguimos. Hay quien ha llegado a echarse a llorar en la ducha esta mañana y sólo ha conseguido despertar y preocupar a su novio. Es que hay gente verdaderamente gilipollas, que no sabe controlarse, que no sabe diferenciar entre los sueños y la realidad, gente estúpida que no controla sus emociones y que permite que malinfluyan en su vida y su relación con los demás. Hay gente infantil, inmadura, insoportable, inaceptable. Y por debajo de toda esa gente, estoy yo.


Estoy pasando unos días un tanto complicados y lo que menos me apetece es escuchar (o leer) las típicas tonadillas de ánimo con palmaditas en la espalda como complemento. Sin querer asustaros, pero para que veáis el alcance de mis tonterías en un momento dado, esta mañana en mi undécima vuelta al almacén en el trabajo, por pura desesperación, he valorado que total, dado que lo único que consigo es inestabilidad interior y desestabilidad exterior, mi presencia en este mundo no sólo carecía de sentido, sino que podía ser incluso perniciosa. La idea del suicidio ha pasado apenas una millonésima parte de segundo por mi cabeza, pero INSISTO, que nadie se asuste, sólo ha sido un mal momento. La opción B de tener una charla con Mónica, que es psicóloga, amiga y lesbiana, ha madurado más, pero tengo unos horarios bastante putos o peor estos días. Lo necesito ahora y ya.

El resto del día he podido contener a la marabunta de desesperados sentimientos lacrimógenos que insistían en dar un paseo por mi zona parietal (o frontal, la que sea), a duras penas, pero así ha sido. Mi montaña rusa particular tenía que reponer fuerzas y me ha dejado en paz un ratito, pero no sé hasta cuándo podré mantener el freno echado. La voy a cagar, lo sé. Voy a meter la pata tan hasta el fondo que no sólo me voy a quedar más solo que la una, sino que además será por culpa mía, seguro. Uno que se vanagloriaba de estar por encima del bien y del mal, de ser un Toreador con todas las letras, manejando los sentimientos de los demás como marionetas en un espectáculo circense, se descubre ahora más frágil que nunca, recién abiertos los ojos en una cuerda floja sin red y sin equilibrio. Me voy a caer y nadie me recogerá. Tengo que centrarme, tengo que centrarme, tengo que centrarme....