25 julio, 2007

Cumpleaños feliz...

Martes, 24 de julio de 2007

Y ya está. He entrado en la treintena con más dignidad de la que mucha gente cabría esperar. Porque yo lo valgo qué narices... Nunca me ha preocupado cumplir años, no me aterra especialmente la idea de envejecer. Más que nada porque no puedo evitarlo. Hay quien me ha advertido que ahora empieza el declive, que si ya veré lo que me viene encima... A ver, pierdo pelo desde los 18, no tengo el mismo tipo que hace 10 años, cada vez que me miro al espejo una nueva arruga ha decidido saludarme alegremente... No me va a caer la nueva edad del cielo como una maldición divina. Entro en la treintena y me parece perfecto. La verdad es que 29 es una edad un poco fea, porque no tienes ni una decena completa ni acabas de estar en la anterior. Nada, nada, que a decir bien orgulloso que tengo 30 y sonreír cuando me digan que no los aparento (en realidad porque aparento más).



El día ha sido entretenido y agradable. Tras los desastrosos recados mañananeros (que han incluido el envío de sendas trenzas pasteleras -algo parecidas a la foto de arriba- a mis compañeros de los centros comerciales, porque soy asín de generoso) hemos ido a comer con mis padres, por aquello de hacer algo en la intimidad de la familia. Después a la urbanización de una amiga, con sus dos criaturitas (casi sobrinos adoptivos) a pasar la tarde. Finalmente a Gylda, a seguir discutiendo acerca de la futura contratación de un técnico para un proyecto de prevención y educación.

Cuando he llegado a casa, Javi me esperaba para darme mis regalos. Como siempre, se ha esmerado un montón y le agradezco el esfuerzo para elegir algo que me guste, que sea práctico y que no implique un gran desembolso de dinero (aunque sé que su economía se tambalea con cada tanda de regalos). Este año, cual niño pequeño, me he vuelto a emocionar y ponerme nerviosillo al romper el papel de regalo. Había un maletín de piel, para cuando vaya a hacer entrevistas; una bandolera nueva, porque la que tengo empieza a tener ciertos agujeros; y un boxer muy interesante, lleno de agujeros, incluso en la parte delantera. Muy sexy, muy morboso.

El único "pero" es que no había anillo de pedida. Ohhhhh..... Pero me quiere. Y yo le quiero. Es una estupenda situación.

24 julio, 2007

Y el tiempo fue pasando pasando...

Lunes, 23 de julio de 2007

Y como siga así, cumplo 31 y sigo sin actualizar el blog... En fin, mañana intentaré explayarme un poquito más, porque no me apetece en la noche previa a mi cumple amargarme la vida recordando lo mal que están algunos aspectos (mayormente laborales) de mi vida. Hoy, que le den a todo. Javi me ha dicho que ha comprado un par de regalos que me van a gustar y el niño que siempre llevo dentro casi se ha hecho con el control de mis manos y mi boca agitando los dedos y diciéndole: "Yo quierooooo". Tendré que esperar a mañana, pero estoy seguro de que me va a encantar.




¿En una caja tan grande podrá caber una alianza de pedida de mano? Yo quieroooooooooo.

12 julio, 2007

Tengo uno de "esos" días

Miércoles, 11 de junio de 2007

Se podrían escribir libros y más libros sobre lo que quiere decir esa frase, pero es así. Hoy es uno de "esos" días en los que no sabes si es que el destino se ha dedicado a olvidarse de ti de rato en rato o es que tocaba descompensarte un poco la vida en conjunto. Por suerte me he puesto un poco de Sabina (ahora, porque vaya mezcla que tengo de música en el disco duro) y posiblemente me vaya a la cama con las pilas más cargadas con alguna canción de las de soltarse la melena y olvidarse del día de hoy.


Tampoco es que haya habido una serie de desastres insuperables que hayan cambiado el rumbo de la historia de mi vida, pero tal vez por eso mismo es uno de "esos" días y no un día terrible. Simplemente han sido un conjunto de circunstancias y sensaciones que me dejaban en estados ciertamente negativos y nada recomendables. Durante todo el día el concepto de mí mismo se ha reducido por momentos al nivel de una babosa muerta... No, mejor al de una bacteria infectando a la babosa muerta... No, no, mejor al de los extrementos de las vacuolas de la bacteria que infectaba a la babosa muerta. En todos los niveles de mi vida pensaba que no daba la talla. Y además con esa sensación de que tampoco puedes hacer nada por evitarlo. Piensas que dado que estás en el fondo del pozo, de nada sirve intentar subir para saber que no llegas arriba, a lo más alto.

Tener poco que hacer en el trabajo y ver que el resto de tus compañeros van a llegar a sus objetivos con una soltura envidiable no ayudaba mucho a sentirse mejor. Por suerte, la campaña nos ha llenado la tienda hacia mitad de la tarde y no tener tiempo casi para pensar. El gimnasio ha venido bien para soltar parte de la energía acumulada a lo largo de la jornada, aunque he tenido algún encontronazo con un amigo. Qué suerte que las relaciones en el vestuario son inmejorables y nos entendemos a la perfección. Si notamos que alguien no está de buen día no se le presiona mucho, se le apoya y se le escucha lo que quiera contar. Creo que Pepe (del gym) es el primero en todo el día que me ha preguntado sinceramente qué me pasaba y se ha interesado por ello. A las once de la noche, no está nada mal...

En fin, simplemente espero que haya sido un día puntual y no tenga que ponerme a discutir conmigo mismo las desventajas de este tipo de estados anímicos. Me conozco y como entre en una de estas espirales descendentes, tengo todas las de perder. No puedo estar martirizándome con lo poco que me gusta mi trabajo, lo que me va a costar llegar a fin de mes con la hipoteca, el poco tiempo que paso con mi novio, lo desastre que sigo siendo en casa... Mañana tengo que empezar a tomar cartas en el asunto para no sentir que además no hago nada, que no tomo la iniciativa. Si quiero que las circunstancias cambien, está en mi mano, no va a bajar el Arcángel Gabriel del cielo a ponérmelo en bandejar... Como éste que le tomado prestado a Ismael Álvarez.


03 julio, 2007

Seducción

Lunes, 2 de julio de 2007

Ciertamente no me he prodigado mucho por estos lares últimamente. Y menos aún teniendo en cuenta las fechas que eran, con tanto acto del orgullo por aquí y por allá y con la Mani en Madrid incluida. Pero no tenía tiempo ni ganas, llegando siempre tarde a casa y teniendo que madrugar al día siguiente. Sin embargo, al volver de Madrid, me apetece contar un poco una anécdota de lo que me ha pasado y sobre la que me apetece reflexionar, aunque sea para mí mismo.

Uno de mis objetivos en el Europride 07 era ligar con un rubio, a poder ser, nórdico. Puro morbo o tal vez necesidad de tener un reto en el que apoyarme para hacer aún más interesante de lo que era el fin de semana. No tuve muchas oportunidades, sinceramente, pero aproveché lo que pude para buscar miradas, intercambiar sonrisas y saber que mi ego puede estar tranquilo: aún tengo algo de atractivo y la gente parece notarlo cuando me pongo un cartel luminoso en la cabeza.



Antes de coger el autobús de vuelta el domingo, fuimos a comer un grupito de gente a un VIPs que hay cerca de Avenida de América. Una consecución de casualidades nos llevó hasta allí y nada más entrar, "fiché" a un rubio, tal vez algo mayor que yo, que prometía algo más de músculo y menos de grasa que yo y que también me clavó su mirada de brillantes ojos azules. Nos pusieron en una mesa en línea con el rubio y el chico con el que compartía mesa, un moreno canoso que podía ser perfectamente su novio o su ligue de esa noche. Desde el momento en que me senté comenzaron los intercambios de miradas y las sonrisas escondidas tras los tenedores. Tanto su pareja como la mía se percataban de lo que había, pero parecían dejarnos espacio a la diversión, dado que era algo público y evidente que el juego era un mero divertimento que no ocultaba ninguna intención de cita posterior. Envié señales evidente, entré al juego de esquivar miradas y hasta usamos gestos para dar más comicidad a la situación. Recibí besos ocultos tras gestos de masticación, envié posibilidades sexuales antes de limpiarme con la servilleta, incluso hubo un amago de quedar en el baño, ante lo cual propuse que fuéramos los cuatro. Todo era un juego. Ante las preguntas de mis compañeros de mesa, se me escapó una frase que hasta me gustó a mí: "La seducción es un juego, como un baile. Los pasos están marcados, aunque puedes improvisar, pero sabes de antemano cuál va a ser el final". Y así fue: el muchacho rubio y su evidente pareja salieron del restaurante, con mohín por mi parte y la de aquél, pero con una gran sonrisa por parte de ambos. Había resultado divertido, adiós perfecto desconocido, nunca más volveré a verte. Estuve tentado a levantarme y presentarme, dar mi mail o tal vez mi móvil, pero valoré que no controlaba la reacción que provocaría en todos los implicados directos o indirectos, lo cual me retuvo. Tal vez ahora me arrepienta un poco, pero nada se puede hacer al respecto.


Es la Seducción. Con mayúscula. Ese es uno de los motores de mi vida: el juego, la seducción, la emoción... Llegar hasta la última base no es el fin en sí mismo, sino un premio que no siempre es necesario recoger en la línea de meta. Saber que la partida se ha desarrollado de forma satisfactoria para ambos participantes suele ser más que suficiente, forma parte del baile y los pasos predefinidos. Pero hay que volver al mundo real. Este fin de semana Madrid estaba plagado de maricones (eh, que sólo parafraseo a Marta Sánchez, que nadie se ofenda) y dar con un par en un VIPs cualquiera no fue más que fruto de la casualidad. Tener la posibilidad de jugar y seducir a un rubio, tal y como yo había deseado, era una especie de regalo de fin de viaje sorprendente y dulce como un postre de boda tras una copiosa comida. Se podía haber hecho más, pero es lo que hay. Ahora toca poner los pies en el suelo, levantar la mirada hacia la ciudad de origen y afrontar la rutina de un mes de julio tal vez menos anodino de lo que parece. Sin embargo aquí puedo despedirme de rubios morbosos con los que jugar a las miraditas en un restaurante cualquiera, o de morenos con algo de chispa, cuando menos. Esto es Logroño, esto es la provincia. Esto, a veces, sí que puede resultar un poco rollo.