08 febrero, 2010

El príncipe destronado

Lunes, 8 de febrero de 2010

Delibes no erraba el título de su libro. Delibes acertó de pleno, de hecho. Delibes debió ser un príncipe destronado también.

Ser el hermano mayor tiene muchas ventajas. Durante unos años eres el único, todo es para ti. Y todo es TODO. Los juguetes son sólo tuyos, la habitación es sólo para que duermas tú, las atenciones y los mimos sólo los recibes tú. El problema es que suele ser cuando aún no eres consciente del mundo y no sabes exprimirlo al máximo. Pero eres el príncipe de la casa, el nene de papá y mamá.

Entonces llega él (o ella). Por suerte en mi caso fue poco traumático, aunque parece ser que me preocupaba cómo sería posible que aquella cosa tan pequeña fuera a servir para jugar conmigo... Pero creció. Los juguetes había que compartirlos (con lo mal que los trataba!), la habitación tenía dos camas, papá y mamá tenían que hacerle caso a él también y repartir un poco el tiempo. Bueno, eres pequeño y te adaptas a la nueva situación, aunque sabes que tú eres el mayor y eso no te lo quitará nadie.

Luego hasta te haces un poco responsable hasta de tu hermanito e intentas protegerle. El patio del cole es un sitio para tíos duros, chaval, yo lo viví en mis propias carnes cuando era el blanco de las burlas por jugar con las niñas y no gustarme el fútbol. A veces te toca hacer de protector, a veces hacerte el fuerte y a veces secar algunas lágrimas por una herida superficial. Mamá te lo curará, no te preocupes, no llores, mamá te lo curará.


La universidad me distanció y no sólo en cuanto a kilómetros se refiere. Volé del nido aunque aún viviera con mis padres, pero me habían crecido alas y no me sometía como buen adolescente que era. Él seguía en casa, como el niño bueno que era, sacando buenas notas, siendo obediente, sin salir, sin dar problemas. Yo empecé a convertirme en el crápula que soy ahora, con discusiones típicas entre padres e hijos, dejando alguna asignatura para septiembre y preocupándome más de mí mismo que de mi familia. Se forjó la conocidísma frase de "esto no es una pensión".


Sin embargo no me convertí en la parábola del hijo pródigo y mi hermano empezó a convertirse, también, en lo que es ahora. Destacó brillantemente en toda la carrera y no tuvo ningún problema en entrar en un laboratorio para comenzar sus estudios de doctorado. Seguía en casa, ayudaba, se convirtió en consejero y oyente de mi madre y resistía pacientemente, con su imperturbable seriedad, mis idas y venidas y mis grandes sorpresas. Jamás olvidaré que mi madre me contó que el día que se enteró de que yo era gay su actitud no cambió en absoluto, simplemente lo aceptó como si le dijeran que iba a teñirme de verde el pelo o a comprarme un coche. Mi hermanito...

Mi hermano ya no sólo es un señor licenciado. Ahora es un señor doctor con merecida ovación y un sobresaliente "cum laude" bajo el brazo. Ahora tiene por delante un montón de caminos y ni padres ni hermano mayor podrán ayudarle. El cariño que le profesan sus compañeros, su nueva actitud sin miedo hacia la vida, su soltura para moverse en cualquier círculo social... Me da la sensación de que le queda poco para superarme en esta vida. Y lo poco en lo que no me supera apenas es importante.


Sí, ahora soy un príncipe destronado. Pero hago profunda reverencia al nuevo heredero, porque se lo merece. Mi hermano se ha convertido en la roca de mi madre, en la columna vertebral de su grupo de amigos, en el hijo que mi familia espera que todos seamos. Yo sólo intento fingir que preparo unas oposiciones para que mamá se quede más tranquila, sabiendo que mi futuro no es el que imaginaba para mí ni en sus más extraños sueños.

Me decía mi amigo Miki que es mejor ser un príncipe destronado que el heredero, porque el segundo tiene más responsabilidades y una posición que mantener. Sin embargo, es tan agradable la sensación de sentirse admirado...

3 comentarios:

Deric dijo...

yo soy el segundo, con lo cual todo eso no lo viví.
En tu escrito se nota mucho cariño hacia tu hermano.

Unknown dijo...

Querido Principe,
Me llamo mucho la atencion el titulo del post porque pense que estaria relacionado con otro tema. Sin embargo me ha resultado muy grato el escrito ya que he visto lo que la "otra" parte opina.

Yo no soy principe destronado ni heredero, soy el tercero de la estirpe. No he tenido los pros ni los contras de ser el primero, ni siquiera de ser el segundo. Para el tercero queda una responsabilidad aun mayor que es la de restaurar la fe de los padres en sus hijos, la de ser diferente y la de intentar alcanzar las metas que los anteriores no alcanzaron para enorgullecer a los padres.

Si, como el heredero yo he alcanzado la licenciatura, el grado de doctor, etc. y aun asi el mayor exito es ver el orgullo reflejado en los ojos de tus padres.

Asi pues, ser el principe destronado no es facil , como tan poco lo es ser el heredero que ha de suplir los defectos del primero.

Sin nada mas que anadir, se despide su amigo

El Duque

PD: siento las faltas de ortografia pero el teclado es americano :)

Ricard dijo...

Pues si, soy el segundo y me siento igual a la descripción hecha en tu oy el segundo y con carrera de Químico, mis padres esperaban que alguno de sus hijos pudiera tener una carrera universitaria y asi lo hice. Pero ser segundo ser el del medio y en este casoser el hombre de la casa no es un privilegio, sino a veces un sufrimiento. Ser el chico, intentar poner paz en casa, y ya... ni explico cuando falleció mi padre, la responsabilidad era estresante, demasiado aun siendo el hombre de la casa. Tener segun que responsabilidades obligadas no es algo que todo el mundo desea.
Pero.... mientras leía me veía reflejado en esas palabras.
La vida es asi, no sabemos que nos depara, pero lo importante....ser destronado ser el rey.... lo importante es ser buena persona y ...lo somos, ¿verdad?