27 febrero, 2008

¿Cómo titular esto hoy?

Martes, 26 de febrero de 2008

He tardado días en ponerme a escribir, pero mi cuerpo necesitaba descanso y mi mente no ha dejado de funcionar casi ni un solo minuto. Y soy consciente de la expresión "ni un solo minuto". Lo digo con cada letra.

Esta noche tenía algo de sueño y he optado por echarme un rato en el sofá viendo la tele en vez de subir directamente al ordenador. Si me acostaba a las once, acabaría despertándome a las seis, lo cual tampoco es de mi agrado. Como en todas estas ocasiones no ha sido un sueño profundo ni reparador ni placentero, pero me he despertado despejado, consciente. Demasiado consciente. De pronto, todas las angustias de esta semana, todas las lágrimas, todo el dolor, las duras decisiones... Todo se había evaporado. Todo. En mi interior había un profundo vacío, una apatía más allá de toda sensación, una nada aterradora. Parecía como si mis sentimientos se hubieran evaporado en una carrera de huida al vacío más profundo. Como mariposas encerradas en un frasco al que se le ha abierto accidentalmente la tapa. Fuera. Adiós.

¿Esto es temporal? Quiero creer que sí dado mi historial de cambios de sensaciones estos días (cada 15 minutos más o menos). En caso contrario... ¿cómo pueden desaparecer sentimientos tan fuertes que me desgarraban por dentro como si fueran veneno? ¿He dejado de querer? ¿He dejado de echar de menos? ¿Ha dejado de importarme todo? No, por favor, no. Pero seamos fríos. Puede que hay sido una salida fácil de mi mente a tanto trabajo duro estos días, a tanta actividad que apenas me ha hecho mover ficha en mi vida. Vamos a ser lógicos, porque si los sentimientos no se apagan de la noche a la mañana, menos aún en un rato de siesta nocturna.

Esta tarde he hablado con una buena amiga psicóloga, para que me recomiende a alguien. No para que me "cure" ni porque considere que estoy enfermo de lo mío (que también), sino para que me ayude a entender porqué hago ciertas cosas o tengo ciertos comportamientos. Una forma de conocerme a mí mismo, aprender a gestionar mis sentimientos, saber llevar mejor mis crisis personales... Ya me ha indicado que ciertamente tengo que trabajar el tema de mi exagerada dramatización de mis problemas, amén de otros detalles gordos que me vendrán bien de cara a un futuro más o menos cercano.



Hoy pensaba desgranar lo que he estado sintiendo últimamente, dejar constancia de las angustias, los quebraderos de cabeza, exponer mis dudas para que, tal vez, viéndolas por escrito, asumiera finalmente mi decisión actual y la diera como buena. Aunque sabía que no sería tan sencillo. Aún tengo mucho camino por recorrer. Pero no quiero mirar adelante porque hay mucha niebla y no tengo claro si me gustará lo que veré cuando se despeje. No porque no me guste el destino, sino porque miraré atrás cual esposa de Lot y no me convertiré en estatua de sal, sino que seré consciente de lo que he dejado atrás y tal vez llore. O tal vez no. Todo son dicotomías... Qué asco de vida, de verdad...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Puede ser, simplemente, que el músculo de pasarlo mal se cansa, y se toma descansos cada cierto tiempo... Ánimo, hermoso, ya verás como pronto vuelves a sentir. Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

.... eres guapo

Robin Shilvadin dijo...

emmmm.... Gracias. Creo. Prefiero considerarme "resultón", pero gracias anónimo amigo.