20 marzo, 2007

Cuenta atrás...

Lunes, 19 de marzo de 2007

Ya quedan sólo 5 días, 120 horas y una cantidad de minutos que me parece absurdo calcular de memoria. Esta tarde me he puesto bastante nervioso al pensarlo porque es YA. Queda muy poco tiempo y creo que no estaré suficientemente preparado... Y no quiero hacer el ridículo, al menos no en lo que esté en mi mano... Jolínjolínjolínjolínjolínjolínjolínjolín.


Es mi examen de Aikido. Si lo apruebo, pasaré al primer grado de cinturón negro, el 1er Dan. Se supone que alcanzar este grado implica que dominas todas las técnicas y las ejecutas con soltura. A partir de ahí se te abre un camino nuevo en el que vas buscando tu propio camino y aprendizaje. Pero el caso es que estoy algo acojonado. Bueno, algo no, mucho. Y es que parece que los hados se ponen en mi contra.

En estos exámenes siempre necesitas un "saco" que haga de atacante. Generalmente es un pequeño honor que alguien te lo pida porque significa que confía en ti y eso siempre es bueno cuando vas a volar por los aires y recibir más palos de los que puedes contar. En mi caso tuve que "conformarme" con un muchacho algo menor que yo, pero que por ser el hijo del profesor, ha mamado Aikido desde la cuna. Pues bien, hoy el muchacho, tras un mes casi sin aparecer para poder entrenarnos (yo soy su "saco" también), me dice que está tocado del lumbago y que hará su examen como pueda, pero que no puede ayudarme con el mío. Así que aquí estoy, compuesto y sin pareja a 5 días con dos de entrenamiento. Cojonudo. Espera, que voy descorchando ya el champán... Al menos si me emborracho tendré esa excusa, ¿no?



Llevo desde los 9 años en este arte marcial. He tenido mis parones y mis mejores momentos (como el actual). Mi examen de cinturón negro debería ser casi un mero trámite porque conozco la teoría y soy muy perfeccionista para la práctica. Pero no quiero hacer un examen bueno, lo quiero bordar. Quiero que, como dice un compañero, feliciten a mi maestro. Porque al fin y al cabo somos extensiones de su conocimiento y lo que sabemos se lo debemos a él. Siempre he fantaseado con el día que aprobaba y me felicitaban, casi con una ovación, pero ya tengo edad suficiente para saber que no es así, que habrá un "aprobado" o "no aprobado" y poco más. La procesión irá por dentro y luego habrá que celebrarlo con los compis. Confío en mí mismo, pero quiero algo más que eso, quiero triunfar. Sé que se me da bien, así que voy a dar el máximo.

Mi miedo proviene de la inseguridad que toda prueba nos genera, pero también sé que no debo preocuparme demasiado. Estoy seguro de que este sábado por la noche podré celebrar que tengo que esperar el regalo de mis compañeros (el primero cinturón negro te lo regalan, dice la tradición) y sentirme un poco más orgulloso de mí mismo. Aunque los buenos amigos y compañeros que tengo en el vestuario ya lo merecen. ¡Va por ellos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

A ver, vayamos a las cosas importantes: ¿cuántas formas conoces de matar humanos con las manos desnudas?