20 mayo, 2007

Relaciones laborales (sin máquina de café)

Domingo, 20 de mayo de 2007



Todo trabajo es criticable por cada uno por la mera razón de que pasamos allí más horas que en nuestra propia cama (si exceptuamos a quienes se dedican a la prostitución, claro). Todo jefe es odiable desde el momento en el que te da la primera orden. Todo compañero o compañera de trabajo es despreciable porque sí, y si no, porque también.

En mi caso, no es que viva un verdadero infierno a causa de mi trabajo, pero siempre se agradece poder soltar todo tipo de barbaridades en los círculos íntimos y cercanos, sabiendo que nunca llegarán donde no queremos que lleguen (y si lo hacen, negaremos categóricamente haber dicho tales palabras, lo juro por el polígrafo de Antena 3). Hoy intentaré ser lo más amable posible, porque cuando me suelto...

Mi jefa de tienda es el prototipo de futura solterona. Pasa de hombres, porque posiblemente no haya tenido mucha suerte en ese ámbito de su vida y lo haya dado ya por perdido. Vive aún con sus padres a pesar de que le quedan dos muebles para montar su piso de soltera, al que se mudará en breve... más o menos. Lleva las tareas cotidianas con una organización digna del mayor obseso del orden en el mundo mundial. Y se pone colorada en cuanto hay una situación que se le escapa de lo normal. Fascinante, sobre todo porque es bastante sencillo conseguir lo que uno quiere de ella si sabe ofrecer un buen caramelo a cambio.

Mi compañero. 22 años (físicos, 15 mentales). El grado de inmadurez tiene picos que superan mis bastante poco pacientes nervios. Se ríe por casi todo y prácticamente todo tiene gracia. Parlotea con historias que la mayoría de las veces no vienen a cuento y si no le haces mucho caso, no pasa nada, ya se ríe él solito. El desprecio feral que siente hacia su hermano pequeño sólo se ve superado por el que siente hacia su ex-novia, de la cual no consigue olvidarse, diga lo que diga. Un niño de mamá, que siempre ha tenido toda la pasta que ha necesitado, pero que siempre utiliza para sus caprichos de adolescente. Claro, que por eso dejó de hablarse con su grupo de amigos, porque se aprovechaban de él y de su dinero... Creo que necesita echar un polvo. O dos.

El nuevo. Recién llegado desde hace apenas una semana de Lérida, pero con dos años de experiencia en la empresa. Un traslado a petición del chaval, que es de aquí. Un día con nosotros y ya he descubierto lo suficiente como para no tenerle en mi lista de amigos favoritos. Maricón y del PP, lo que pensé que sólo les pasaba a otros. Chulo, pedante y con cierto aire de conversaciones elevadas. Va a ser gracioso esquivar todos los temas con posibilidad de conflicto, porque yo no seré de izquierdas convencido, pero la derecha, como que me da cierta alergia. Además, para ser marica, es de las recatadas, de las que no se enrollan con nadie porque sí (de cara a la galería, supongo) y de las de fidelidad absoluta cuando tienen pareja. Habrá que verle en un cuarto oscuro comiendo todo lo que se le acerque a los labios...

La pelirroja con un par de tornillos de menos. También joven (24) y también con la edad mental disjunta (14 ó 13). Otro desastre organizativo tanto a nivel laboral como personal. Totalmente descarada, siempre dice y hace lo primero que le pasa por la cabeza. Puede ir desde hablar de sus gustos sexuales a tocarle el culo al nuevo (al guapo, no del que acabo de hablar). Egoísta, malcriada y mandona, más ahora que ha aceptado mudarse a un pueblo para hacerse cargo de una tienda reciente. No lo está haciendo del todo mal, si desoímos las opiniones de sus dos compañeras cuando les preguntas y tienes tiempo para escuchar un buen rato...

Mariquita graciosa a la que todo el mundo adora. Otro joven pero al menos no tan inmaduro como los anteriores. Ha viajado mucho y así ha asimilado algo de cordura y sentido común. Saleroso y adorable, se ha ganado a todas las compañeras y se las ha metido en el bolsillo. Con pluma (por mucho que quiera minimizarla), pero sin dejar de ser un todo lo profesional que puede, anda siempre con la duda de hacerlo lo mejor que puede para demostrar que fue una buena elección contratarlo. Y lo fue, que para eso lo seleccioné yo mismo...


Y podría tirarme horas y horas, sobre todo con anécdotas concretas, pero sólo quería dejar caer la jungla con la que me toca trabajar (clientes aparte). A todos ellos hay que añadir mi propia e insigne personalidad, que siempre debe ser tenida en cuenta para remover un poco las aguas. Porque yo también, soy digno de estudio...

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