07 agosto, 2006

Érase una vez...

Domingo, 6 de agosto de 2006

Érase una vez que me contaron que sucedió esta historia. Y cuentan que eran dos príncipes que vivián felices en un país muy muy lejano. Vivían en su casitillo y todo el mundo envidiaba su perfecta y feliz relación. Su palacio era de mármol blanco y en cada habitación entraban a raudales los rayos de sol y la brisa primaveral. Toda su armonía parecía absoluta y nada perturbaba la paz de sus súbditos. Sin embargo, de puertas para adentro, en las salas privadas de los príncipes amantes, las nubes de tormenta se abatían sobre ellos y sus felices espectativas. El lecho real, blando como un prado de césped, se convertía en un campo de batalla donde sólo había perdedores. Las espadas no se alzaban prestas para el combate y las peleas apenas duraban un suspiro de insatisfacción impaciente. Las retiradas inminentes deslucían a ambos campeones, en los mismos movimientos marciales que en ocasiones anteriores les habían valido tantas alabanzas. La política del reino no se resentía, pero las grietas del castillo eran poco a poco evidentes, visibles y apreciables. No era una gran crisis, pero a veces se notaba tembar los cimientos.
No le deis más importancia de la que tiene. Será que hoy tengo el día tonto.

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