28 octubre, 2006

Famosos y famosetes

Viernes, 27 de octubre de 2006


Porque hay famosos y famosos. Y gente con cierto renombre que es tan cercana como un amigo de un amigo que viene a pasar la tarde y cenar. Anoche Eduardo Mendicutti volvió a sorprenderme, dado que ya habíamos tratado con él en el pasado, pero ha vuelto a sorprenderme. No sólo es un hombre próximo, sencillo, con un sentido del humor irónico y sutil, sino que además lleva su relativa fama con una humildad que casi raya la vergüenza cuando una mujer, en el restaurante, le pidió hacerse una foto con él. Está acostumbrado, pero no lo lleva como estandarte.

Siempre consideramos a los famosos una especie de seres extraños que están en otra dimensión que nos es ajena y a la que no podemos alcanzar. Aparecen en los programas, los vemos a veces por la calle y algunos incluso tienen un trabajo digno, pero están ahí, en la pantalla catódica y el papel couché, lejos de nuestro mundo cotidiano. Y de pronto, al realizar unas jornadas literarias e ir a cenar con el ponente se convierte en un bálsamo para los sentidos en general. Las penas se alejan y el tiempo discurre entre risas y anécdotas de otros compañeros que pueden ser más o menos famosos, pero que se convierten en personas de carne y hueso por una noche. Y eso que todos tenemos claro que son "personas humanas" como nosotros, que comen, beben, ríen, sufren, se manchan, duermen, caminan y algunos incluso respiran. Pero aún así hasta que no compartes algo más que unos segundos no los humanizas por completo.

Y con todo te descubres mirando de reojo a la gente con la que te cruzas para ver si reconocen que vas acompañado de alguien famoso. ¡Un famoso! Así podrías sonreir de medio lado y sentirte importante porque te ilumina la estela de quien te acompaña. En el fondo a todos nos gusta el reconocimiento social a bajo nivel, no lo neguemos. Aunque tenga que venir de la mano de quien llevamos al lado. Dejarnos salpicar por el resplandor de una estrella fulgurante sigue vendiendo en los programas del corazón y los famosillos de medio pelo intentan sacar partido sin rubor ninguno.


En el fondo conseguí volver a mi rutina habitual, alejando los fantasmas de los últimos días. No tengo la cabeza para demasiados bailes y no me apetece que me ronden de nuevo ideas negativas que no me llevan a ningún lado. Afrontaré mis problemas a su debido momento, cuando esté preparado y las circunstancias sean propicias. Con ello no pienso dejarlos de lado hasta que los cubra el polvo del olvido y deba surgir un nuevo terremoto para sacarlos a la luz, no, simplemente tengo que relajarme y verlo todo en perspectiva, en conjunto y con idea de qué quiero y cómo lo quiero. Ideas alocadas llevan a actuaciones alocadas y no quiero hacerme famoso por haber tomado la peor decisión de toda mi vida en un momento de calentón.


Pd.- Mil gracias otra vez a los que os habéis preocupado por mí en estos dos días. Sé que mi anterior entrada fue un poco "durilla", pero estoy mejor y me siento arropado por quienes se han interesado. Soy un tipo con suerte por teneros a un golpe de móvil, ¿verdad?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sobre nuestro escritor gaditano, pienso lo mismo que tú frente a otras divas, de cuyo nombre no quiero acordarme y hago bien, que van todo el día con la nariz en alto y deben acabar agotadas, estas pobres almejas de Dios.Mendicutti,sin embargo, llena una sala con su humanidad y su sonrisa afable y su mirada comprometida.