18 octubre, 2006

Retorno a la vida en el pueblo

Martes, 17 de octubre de 2006

Bueno, tenía que pasar y mejor cuando aún estoy de vacaciones para que no se me junte con la vuelta al trabajo. Y es que estoy seguro de que alguno de los que leéis este compendio de desvaríos mentales estaréis de acuerdo conmigo: Logroño es un puto pueblo.



Directo y sin anestesia. Y todo por salir a hacer unos recados tontos a mi antiguo barrio, ya que iba a comer a casa de mis padres. Paseando por zonas que se consideran "centro" de la ciudad, o al menos no son los barrios periféricos, me he cruzado con un sinfín de personas, pese al día gris, pero la mayoría no bajaban de los 60 años de edad. Y comparado con los días que he pasado en Madrid se me ha venido el alma a los pies. Vale, no voy a comparar con Sol a mediodía, lleno de guiris, carteristas, policías y demás fauna, pero... Que no, que no, que es otro tipo de sensación. Aún así entiendo que estoy siendo completamente injusto al poner en la balanza una capital de nación con una capital de provincia, cada una con sus ventajas y desventajas. Será cosa del "jetlag" urbanita, o similar.

Yo siempre he sido gran defensor de Logroño como ciudad para vivir: tranquila, grande pero no demasiado, pequeña pero no demasiado, accesible, criticable... Vamos, desde mi provinciano punto de vista es ideal para vivir. Y lo sigo creyendo. Madrid me encanta como ciudad de vacaciones de tiempo en tiempo, para no dejar que te absorba ni te obsesione. Simplemente cuando me dejo llevar por el ritmo de vida de Chueca, Gran Vía, Sol y demás calles propiamente céntricas y atestadas, volver a casa es como regresar al monasterio de clausura abandonado en mitad del monte. Sólo serán un par de días, pero le acabo dando más vueltas que a una centrifugadora. Relajación, respirar hondo y recordad por qué no he querido nunca trasladarme a Madrid como casi todo el resto de mis compañeros de carrera.


No os quejaréis, que hoy me ha dado por resumir y ser breve... Sólo un mensaje a una persona en concreto: Al, quiero TODOS los detalles.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Honorio:

Me alegro de que hayas güelto al pueblo. La vida en la capitá es mu dura, lo sé por las historias que nos contaba el tío Higinio cuando volvió de Madrid. El pobre hombre lo pasó fatal intentando que el Melecio, su burro, cogiera la línea 7 del Metro, y encima le robaron la boina (al Higinio, no al Melecio) a la mínima de cambio.

La vida es mejor en el pueblo. Aquí podemos jugar al mus con el boticario, el alcalde y el señor cura, y tener esa vida tranquila y relajada (levantarse a las seis de la mañana, ir a echar forraje a los marranos, luego ir a cuidar las vacas, salir a la siega, esquilar las ovejas, sembrar las patatas, acarrear sacas de grano, limpiar el corral, recoger los huevos que han puesto las gallinas, hacer la matanza del cerdo, padecer lumbago) que tanto envidian los de la ciudá. ¡Deberías estar feliz con lo que tienes, viejo zorro!

Anónimo dijo...

Probé la vida de la capital del país... gris, demasiado gris. Un punto insignificante en medio de gente alterada, corriendo de aquí para allá; sin apenas conocer a nadie. Tan fría que si te rajaran el cuello nadie se pararía a taparte la vía de escape de la sangre; al menos no sin guantes de latex y una buena razón para quedarse contigo. Pero dicen que desde Madrid se llega al cielo. Tiene ese algo especial que tienen las grandes ciudades, como Barcelona. También probé la vida allí, y terminé en un pueblo pequeño, costero y pesquero, porque no estoy hecho para semejante estropicio. ¿Un puto pueblo? ¡Un maravilloso y soportable, visitable y relajante pueblo! Madrid es la puta ciudad, llena de ruidos, contaminación y mierda. Cada vez más mierda... incluso ya en los pueblos.

Anónimo dijo...

Una cosa que me gusta de tí, Euskanbria, es tu irrefrenable optimismo.

Anónimo dijo...

Que bonitoooooooooo

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Anónimo dijo...

Por cierto, que soy arena-25 ;)

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