11 octubre, 2006

Triángulos

Martes, 10 de octubre de 2006

Los triángulos... Hace tiempo que quería hablar de ellos. No es que sean mi figura geométrica favorita, pero tienen un puntito interesante muy jugoso, que hasta las religiones y las superticiones han sabido aprovechar para darle una importancia que cualquier matemático consideraría innecesaria, dado que es una forma simple, sencilla y fácilmente analizable. En realidad son tres puntos en el espacio unidos por líneas rectas. Y ya está. Podemos calcular el área, el perímetro, hacer bisectrices, mediatrices, alturas... Pero siguen siendo tres puntos en el espacio unidos por líneas rectas, como si el resto de las cosas no fueran con ellos. De hecho, analicémoslos más de cerca...


Los puntos pueden estar equidistantes entre sí, pero desde luego no es lo más habitual. Generalmente hay unos más cerca de otros, tensando o apurando la distancia de las rectas que los unen, intentando no acaparar más espacio del que les ha sido asignado por más que lo deseen. Cuando no equidistan entre sí, las distancias pueden ser tan engañosas como el propio triángulo y cada triángulo es un mundo por descubrir. En los triángulos rectángulos se cumple el Teorema de Pitágoras, donde dos catetos tienen cierta relación con la hipotenusa, pero sólo si se ponen de acuerdo. Debe ser que la hipotenusa es demasiado digna y no quiere relacionarse con un solo cateto, así que busca que se unan para complementarse y llegar a su nivel. Ella siempre me cayó mal en clase de mates. La hipotenusa nos indica que hay dos puntos más alejados entre sí que ambos del tercero, con lo que separa más que une, o bien deja al punto más cercano bien amparado por los otros dos, que insisten en no acercarse para evitar el desmembramiento del triángulo. Si ya nos vamos a triángulos acutágulos u obtusángulos las cosas cambian, de nuevo entramos en un mundo de posibilidades sólo marcadas por un ángulo director que hace que las rectas se acorten o se alarguen a su antojo. Ese ángulo está basado en un punto del que parte, con lo que finalmente uno de los puntos dirige todo el cotarro para que el triángulo tenga una conformación espacial a su antojo y gusto. En resumen, marca las normas.



Salgo de madrugada para Madrid con una sensación algo agridulce, como siempre que emprendo un viaje. Voy emocionado, porque es una entrevista en la que, pase lo que pase, tengo intención de quedar mejor que bien, es el comienzo de unos días de descanso, y Madrid para pasar unos pocos días de turista me encanta. La parte negativa es que no voy del todo convencido de querer o incluso merecer el puesto al que me presento, que hay mucha gente a la que ver y poco tiempo para ello, me voy preocupado por unos amigos que dejo con problemas internos que no puedo resolver y que no sé si estoy haciendo lo correcto tomando la actitud que estoy tomando hacia ellos. El día en el que decidí de forma consciente ser adulto y minimizar al máximo mis momentos de infantilismo, creo que no me di cuenta de que implicaba actuar de forma responsable aunque sea lo que menos apetezca o nos cause algún tipo de dolor residente. Nunca he querido ser "borde" para conseguir mis objetivos, siempre me daba miedo pensar que la otra persona podría ofenderse y alejarse. Hoy me doy cuenta de que a veces es necesario, que no siempre hay que recular y dorar la píldora porque posiblemente no cumpla la función que deseamos. La mítica frase de "me duele a mí más que a ti" puede ser totalmente aplicable, pero suena vacía cuando se ha vivido desde ambos lados. Quiero a mis amigos, a algunos hasta les necesito, pero me duele no verles felices y más aún no poder ayudarles a serlo aún más. Lo siento si no lo estoy haciendo bien, me estoy esforzando todo lo que mi pequeño cerebrito me permite. Qué queréis, soy rubio...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buá, no has hablado para nada de triángulos en geometrías no euclidianas, qué poca profundidad. ¿Sabías que si pintas un triángulo sobre una superficie esférica la suma de sus ángulos internos da más de 180 grados? A ver cómo aplicas eso a tu vida...

Va, venga, qué tonto me pongo a veces. Seamos serios. Creo que tu camino a la madurez lo empezaste mucho antes de lo que tú mismo piensas y, por lo que se ve desde este lado del Universo, lo estás recorriendo muy bien. Mucho ánimo, rubito.