14 julio, 2006

Días de vino y rosas (bueno, más o menos)

Miércolos, 13 de julio de 2006

Jolines (porque esto lo pueden leer menores), se queda uno un par de días sin escribir y nadie le recrimina nada ni hace notar su ausencia. Snif, snif, sois lo peor, que lo sepáis. A los que les debo sexo, ya se pueden ir olvidando...

El caso es que por circunstancias no he podido escribir. Entiéndase por circunstancias estar cansadísimo de la muerte y no apetecerme una mierda. Pero creo que tengo material para esta noche y quiero compartirlo con vosotros, mi amado público. Aplausos.

Anoche, celebrando el cumpleaños de mi hermano, lo dije. En realidad mi hermano cumple el día 6, pero lo retrasamos hasta ayer y fue estrictamente familiar, los cuatro juntitos. Una cena sencilla, pero cuidada, de las que hacemos cuando queremos señalar una fecha especial en casa. Postre incluido con receta de prueba, para ver si nos gusta o no. Y luego mi madre dice que tengo tripa... Señor, qué cruz...

Así que lo dije, que ya era hora. Fui astuto y esperé a que después del postre, tras el vino blanco de la cena y el sorbo de champán, los ánimos estuviesen más alegres. Y lo dije, que sí, que lo dije. ¿El qué? Pues que Javi y yo habíamos hablado de ir a vivir juntos... En breve. En muy breve. Bueno, posiblemente el mes que viene. Y cayó un silencio en la sala de los típicos de película mala en los que sabes que hubiese sido mejor meter algo de banda sonora aunque sólo fuera por rellenar. A partir de ahí casi se convirtió en un diálgo entre mi madre y yo, porque así suelen ser las cosas en mi casa.

Primero, que si no tenía pensado comprarme un piso para mí. Y por enésima vez tuve que explicar (tal vez a ella era sólo la segunda o la tercera) que sí, que lo tenía en mente... pero que por partes. Primero mudanza, después, una vez estabilizado, búsqueda de piso para un futuro que esperemos que no suceda. Calma, pero está planeado y hablado. El tema siguió rondando alrededor de los gastos de un piso, de los buenos momentos para invertir, del dinero que mis padres tienen guardado para ayudarme con el tema... En fin, lo típico. Y luego también pasamos al momento de "madre sobreprotectora de su hijo". La pregunta trampa fue: ¿Y Javi es muy ordenado? Bueno, qué voy a decir, pues claro, no es un maníatico del orden, pero sí, es más o menos ordenado (casi todo mentira, pero no tenía claro de por dónde iban los tiros). Repuesta materna: Pues como sea ordenado, no va a soportarte, con lo que tú eres... Hombre, mamá, habrá que adaptarse, como en todas las parejas que empiezan a convivir. Lo importante es que queremos dar el paso y ver qué pasa. Si funciona bien, si no funciona, al menos lo hemos intentado...

La cosa seguía en tablas. Me refiero, ni yo conseguía que aquello fuera tan emocionante como me lo sigue pareciendo a mí (una nueva aventura en mi vida), ni mi madre conseguía que yo siguiese por su camino mental. Al poco, otra frase de las que hacen época (y que jamás le contaré a Javi): Pues yo a Javi lo veo muy independiente, con lo que cuesta convivir con alguien. Joer mamá, y yo vengo de una casa donde me hacen prácticamente todo, con lo que también me costará, pero estos cambios son por los que pasa todo el mundo, ¿no? Y, ojo, no quiero que entendáis mal a mi madre, que no es la típica suegra a la que su yerno no le va a caer nunca bien. No, en general casi nadie cae del todo bien a mi madre, siempre hay algo que no le convence. Pero en este caso concreto, en el que su hijo le dice que abandona definitivamente el nido familiar, es normal que quiera que vea todos los contras para asegurarse de que lo tengo claro y lo veo desde todas las perspectivas. Lo que ella no sabe es que llevo tanto tiempo deseando dar este paso, que lo he visto desde muchos más ángulos que ella.

Finalmente, pese a que la conversación transcurrió por otros derroteros menos importantes, la cosa quedó clara: ya soy mayorcito y era inevitable que pasara esto, pero ellos van a seguir preocupándose por mi bienestar. Eso espero. La verdad es que me deja tranquilo. Pensaba que iba a ser algo más melodramático y me iba a generar más sentimiento de abandono familiar. Pero no ha sido así. Parece ser que somos una familia normalita, sin exageraciones. Y yo que me alegro.


Ahora comienza la "cuenta atrás". De momento no es que sienta nada especial, ni miedo, ni nervios ni nada. Posiblemente será el día del cambio, cuando se convierta en algo real. Mientras tanto, seguirán siendo planes ajenos, como si no fueran conmigo. Pero en el fondo, cada vez menos en el fondo, tengo ganas. Quiero probar esta experiencia, este cambio, este paso adelante. Va a ser duro, pero tal vez por eso se hace más atractivo. Vaya, creo que sí que me está entrando un pequeño temblor cuando lo pienso seriamente....

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un paso muy importante y al fin y al cabo necesario. Yo a tu madre le capto las intenciones... será que he tenido que pasar por lo mismo con mi Madre, más o menos resignada a que haga lo que se me ponga en la punta de las pelotas y con mi suegra... una treatera monumental: el día que le dijimos que nos volvíamos de Barna a Bilbao a vivir y los dos juntos, hubo que llamar a urgencias. No veas el numerito.

Pero lo tengo claro, por muchos apurillos que haya pasado hace tiempo: lo mejor que se puede hacer en esta vida es independizarse y cuanto antes mejor, nada de retrasarlo. Es una experiencia que merece la pena vivir no una, sino cincuenta veces, si hace falta.

¡Que te lo pases de PM en el cambio!

Robin Shilvadin dijo...

Mira, me dejas más tranquilo. Al menos yo no tuve que llamar a Urgencias... Joer con la señora...

Anónimo dijo...

Hay una enseñanza clara en todo esto: no hay nada como emborrachar a las madres (y esto es aplicable a las suegras) antes de soltar una noticia.

Iba a añadir "aunque la noticia sea buena", pero claro, eso no tiene mucho sentido en este contexto. No olvidemos que las madres están genética y socialmente programadas para pensar que si su hijo no está junto a ellas, está en Peligro de Muerte. Noticias tales como "me voy a vivir con mi novio", "esta noche llegaré tarde" o "me voy a comprar tabaco" son vividas por las madres a lo largo y ancho de todo el Universo (incluso en los planetas de atmósfera de metano helado) como tragedias. De ahi esa famosa frase, también repetida en todo el Cosmos desde el inicio de los tiempos: "¡Ay, qué pena más negra, sólo me dais disgustos!"

Por lo cual, y volviendo al principio de este comment, no olvidéis supervitaminaros, mineralizaros y tener siempre a mano una botella de tequila para vuestras ancianas madres.