04 julio, 2006

De las drogas y sus efectos

Martes, 4 de julio de 2006

Quién me mandaría a mí. Esto me pasa por confiar en los médicos y más cuando han demostrado de forma envidente que pasaban un poco de ti. A este paso me voy a acabar volviendo un adicto al sueño, porque...


En fin, resumiendo, que anoche, para librarme de los posibles picores producidos por esta extraña infección que afecta a mis glándulas sudoríparas (todo explicado por la pediatra con la que trabaja mi madre, no por mi médico de cabecera), me decidí a tomar una de las píldoras que me habían recetado. Un antihistamínico de los fuertes. De esos que te dan sueño. Y vaya que si te da... Lo tomé anoche antes de irme a dormir para que el efecto se mezclase con mis horas de sueño y al día siguiente (hoy) poder aprovecharlo a tope, que para algo libraba. Pues no, eso por hacer planes, como siempre.

Con la tontería me he despertado casi a las 12:30 del mediodía, también influido porque mi móvil murió y Javi no me ha despertado con su llamada matutina. Pero la sensación inicial ha sido como si me despertara con resaca. Que si hubiera sido así, al menos habría tenido noche de juerga, pero no. He estado todo el día embotado, amodorrado y con sueño tonto. De hecho, me he echado la siesta porque era como si no hubiera dormido nada en toda la noche. Y claro, ahora estoy como un señor, con una reunión mañana a las 9, que me obliga a levantarme a las 8 como tarde y seguro que me darán las mil delante de la pantalla.

El peor problema de la sensación de amodorramiento generalizado de mi cuerpo es la mala leche que genero y lo irascible que estoy. Supongo que heredado, porque en mi familia somos todos un poco así. Estaba asocial perdido porque cualquier cosa que hiciera alguien a mi alrededor me sentaba fatal, me ponía de los nervios. Sé que es una característica de mi personalidad nada agradable (menos aún cuando alguien se despierta conmigo) que algún día debería procurar mejorar, pero de momento no tengo prisa. Es mi manía y la corrijo cuando me da la gana.



Incluso por la tarde me duraba la tontería. En el bar que quedamos siempre, el "Chacal", me molestaba el que ha entrado fumando un puro (bueno, eso es probable que me hubiera molestado un día cualquiera), el tono de voz de los parroquianos habituales (en realidad me molesta casi todos los días, porque parece que se están gritando de esquina a esquina de la ciudad)... En fin, tonto perdido que estaba uno. Parece que tomar algo con conocidos me ha suavizado un poco o que el efecto secundario de la pastilla empezaba a pasar de mí. Eso sí, no me apetecía nada ir a Gylda a aguantar los malos rollos que seguro que iba a haber. Con un par de mosqueos propios me vale, no necesito que me los monten los de alrededor.


Hoy no voy a extenderme mucho más, que bastante lo hago otros días. Como complemento os diré que ayer fuimos a comprar la mesa de mi ordenador para cuando me mude, que era uno de mis requisitos: "no sin mi ordenador". Hoy han ido a colocar las lámparas... No pongo fecha, pero esto está cada vez más cerca. Ahora tengo que decirlo yo en casa....... Miedo me da.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo le tuve que decir a mi vieja con 14 tacos que me piraba y se lo tomó bastante mal... pero tampoco me comí mucho la cabeza: rápido y conciso. Además, si están al tanto de tu relación, se lo estarán esperando (y más con la edad que tienes... llevará ya años esperándolo -en el buen sentido- seguro). Por cierto, que te hacía mucho más joven... que cosas.

No hay experiencia más gratificante para ponerse a prueba a uno mismo, a sus nervios y a su paciencia que vivir en pareja. Es un ejercicio de autocontrol continuo... tan sólo hay que tener vitalidad, amarse y tener ganas. Que seais felices ;*

Anónimo dijo...

La reacción de tus padres será, muy probablemente, algo así: de cara a la galería, un "¡ay, ay, mi hijo, mi hijooo, que se me va a esos mundos inhóspitoooos", tal vez con media vecindad sujetándoles por si se desmayan, como en esa escena genial de "Mambo italiano" en la que Paul Sorvino y sobre todo Ginette Reno montan un delicioso espectáculo porque su hijo se va de casa sin estar casado o muerto, como manda la tradición italiana.

Ahora bien, por dentro me apuesto lo que sea a que la reacción será más bien de tipo "Hmmm... en la habitación del chico podríamos poner un despachito", o "ya sé a quién le voy a colocar esa batería de cocina que nos regalaron en el banco y que está criando polvo en la alacena". Y eso porque los padres, aunque se lo pasen pipa haciendo un pequeño drama tanto como cualquier otro, son los primeros que saben cómo funciona la vida, y que los hijos tienen que abandonar en algún momento el nido (más bien temprano que tarde) si quieren desarrollarse y ser felices.

Y lo mejor de todo esto es que tú sabes perfectamente que en casa lo van a llevar bien. Y al fin y al cabo no te vas a Madagascar, sino a unas manzanas de distancia. Lo que pasa es que te encanta dramatizar, mi pequeña drama queen...

:-P