25 septiembre, 2006

Fin de fiestas

Lunes, 25 de septiembre de 2006

Fin de fiestas y consiguiente resaca. No me refiero a una resaca literal, de hecho a pesar de lo movido que fue el sábado por la noche, apenas tengo una ligera carraspera y un poco de tos... La resaca a la que me refiero es lo que me ocurre siempre después de unos días de descanso y desconexión de la vida diaria. Hay que volver a la realidad y eso significa retomar todos los agobios cotidianos. Y el lunes ha comenzado cargadito.

Si las cosas siguen así en el trabajo, creo que voy a reventar por algún lado. Reconozco ciertamente que no estoy siendo el empleado modelo que desea esta empresa, llegando a ser yo mismo el que me pongo en situaciones comprometidas, pero creo que están empezando a pasarse. Y mucho. Y sentir la presión de la jefa de zona en mi nuca, dando voces cuando las cosas no son como ella quiere (casi siempre) y amenazando a diestro y siniestro, hacen que el día a día no sea desde luego un camino de rosas. Porque las cosas no se pueden hacer así, que la gente acaba muy cansada y muy quemada. Las buenas maneras son esenciales en las relaciones personales, sean del tipo que sean, aunque haya una relación de mandato y sumisión laboral. Y si a mí se me exige una serie de cosas racionales (o no), espero que a cambio se me otorguen una serie de peticiones no demasiado exageradas que conseguirán que me sienta mejor y que venga con mejor ánimo a trabajar. Y es presión, presión, presión, presión. Cada día, cada correo electrónico, cada comentario acerca de todo. La estoy oyendo ahora mismo en su "despacho" y cada conversación es un toque de atención porque estamos cerca de fin de mes y rozando los objetivos, así que quiere que le demos caña al mono, que es de goma. Como si no tuviera yo bastante con pensar que si no llego a mis propios objetivos el que perderá sus comisiones seré yo mismo y no es que me sobre el dinero, desde luego.


Es evidente que ningún trabajo es perfecto y casi nadie es completamente feliz madrugando cada día para ganarse el jornal. Pero hay situaciones que cansan a cualquiera y tres años metido en estas tiendas de color indefinible puedo asegurar que cansan mucho. Tengo la firme intención de cambiar de trabajo, pero me desanima ver el panorama que tengo fuera. Ya sé que debería echarle un par y lanzarme currículum en mano a quemar la ciudad y los alrededores, pero mis posibilidades son limitadas (problemas de estudiar la misma carrera de la Obregón). Creo que retomaré la intención de colocarme en una consultoría ambiental, que por probar no se pierde nada. Además tengo que hacer ronda de colegios privados por si sonase la flauta, pero eso es casi tan posible como que me tocara la lotería. Y opositar y... y creo que ahí se puede acabar el repaso rápido de mis posibilidades, porque una cosa tengo clara, muy mal tengo que estar para salir de aquí y entrar de dependiente de Zara, por ejemplo. Lo de los sábados libres empieza a convertirse en una necesidad casi vital para mí, amén de unos horarios compatibles con los del mundo en el que vivo. Y más ahora que vivo con una persona con la que me gusta compartir el poco tiempo que tenemos juntos en vez de vernos un rato pequeño a la hora de comer y por la noche, cansados, para cenar y meternos a la cama. Eso ya lo haremos cuando llevemos 10 años casados, pero de momento no es el tipo de relación que me gustaría tener.

Me conozco y conozco mis posibilidades. Cambiar de trabajo para mí es casi tan complicado y rebuscado como cambiar de novio porque me supone un esfuerzo casi titánico. Estoy dispuesto a muchas cosas, pero por otro lado, quién no siente la tranquilidad de ver todos los meses su nómina en la cuenta para cubrir gastos y darse algunos caprichos... No quiero estar ahora mismo teniendo que preocuparme de mis números también, bastante tengo con otras cosas. Y nada de pedir dinero a mis padres, lo que me faltaba, por mucho que me lo ofrezcan. Ahora soy independiente en un sentido casi total de la palabra y estas decisiones sólo me están ayudando a madurar y a afrontar las complicaciones con valentía y la cabeza bien alta. Hoy mismo he colgado frente a mí, detrás del ordenador, el listado de "Tengo que" que me he propuesto cumplir para mejorar. A por ellos, que son pocos y cobardes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tú lo has dicho. Pocos, cobardes, y además mucho más feos y con menos estilo que tú. Al final triunfarás sobre ellos, y ellos se arrastrarán como pequeñas e insignificantes alimañas a tus pies(es), y en el puesto del Señor Oscuro instalarás un Príncipe, y no serás oscuro sino hermoso y terrible, ¡hermoso como el mar y el sol y la nieve en la montaña! ¡Terrible como la tempestad y el relámpago! Más fuerte que los cimientos de la Tierra. ¡Todos te amarán, y desesperarán! Er... creo que se ma ido un poco la olla. ¿Dónde habré dejado aquel Anillo?